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Laicidad Reina Reyes


Enviado por   •  17 de Junio de 2015  •  3.435 Palabras (14 Páginas)  •  656 Visitas

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Laicidad.

Dicho término se confunde con el término laicismo, ya ambos derivan de la palabra laico, pero su significado es totalmente distinto. Reina Reyes cuando fue invitada por FUM-TEP para hablar en un acto sobre la laicidad, la autora ya desde un principio expuso su preocupación por diferenciar la laicidad del laicismo. Términos, según la autora, que se usan muchas veces, con frecuencia confundiéndolos. La laicidad es una actitud, el laicismo es una doctrina.[5]

Siguiendo el análisis de Reina Reyes, el término laico deriva de laos, pueblo, pueblo no diferenciado, no jerarquizado, en oposición al klero, palabra, que en griego designa lo calificado de la sociedad, la clase social detentora de ciertos privilegios sancionados por la costumbre o por la ley.

Por lo tanto laos se usaba para referirse al pueblo en sentido genérico, en oposición a kleros que se usaba para aludir a un grupo que gozaba de ciertos privilegios que se diferenciaba del resto.

Del término laico derivó la palabra laicismo, que es una doctrina, y en la medida que es una doctrina es fácil de definirla como la separación de la Iglesia del Estado, es decir que ambas instituciones se encuentran en esferas de ámbitos diferentes. Reina Reyes sostiene que el laicismo “defiende al hombre y a la sociedad civil de influencias eclesiásticas porque considera a las religiones y a los cultos como fenómenos ajenos al Estado”.

El hombre se emancipó políticamente de la religión al pasar ésta del dominio del derecho público al derecho privado.

En efecto, el laicismo dio origen al Estado laico que reconoce la multiplicidad de concepciones de vida y mantiene una posición neutral con respecto a ellas, garantizando el libre ejercicio de todos los cultos, sin reconocer un culto oficial, evitando, por lo tanto, con ello la intromisión de la autoridad religiosa en la autoridad civil.

Con respecto a esto también los maestros opinan que en el último cuarto del siglo XIX, la laicidad aparece, fundamentalmente, asociada al concepto de laicismo como doctrina que defiende al hombre y a la sociedad civil de influencias eclesiásticas, porque considera a las religiones y a los cultos como fenómenos que se encuentran fuera del Estado.

Justamente, el proceso de la separación de la Iglesia del Estado, que más tarde veremos como se dio en el Uruguay, posibilita la construcción de una sociedad con cohesión social.[6]

En cuanto al término de laicidad, la misma es un neologismo[7] y por esa razón no aparece definida en el Diccionario de la Real Academia. Es decir que la palabra laicidad es difícil de definir porque la misma alude a una conducta a una postura social, a una manera de sentir y de actuar a la cual Reina Reyes hace referencia. Según la autora la laicidad es una actitud que asumimos en la sociedad, y por esa razón tiene que ver con los vínculos sociales: cómo nos paramos en la sociedad y cómo nos vinculamos con otros.

Por lo tanto, la laicidad según la autora responde al espíritu del humanismo que proclama la dignidad de la persona humana, respeta la individualidad de cada hombre concreto y, por lo tanto, deja al hombre en plena elección personal en todos los ámbitos (políticos, religiosos, filosóficos, artísticos, etc.).

La laicidad supone un ideal de convivencia basado en el respeto recíproco entre personas, cualquiera sea su posición en los dominios de la religión, la filosofía o la política, e implica una oposición a toda presión coercitiva en estas materias.

Reina Reyes hace referencia al artículo 19 de la Declaración de los Derechos Humanos que sostiene: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

En efecto, la autora expone que “tal es el espíritu y el significado de la laicidad”.

En relación a la laicidad en la enseñanza Julio Castro sostiene que la acción de enseñar, de trasmitir aquello que se sabe, es también salvaguardar los valores internos que posee el otro ser, en efecto la actitud educativa debe estar depurada de imposiciones, coacciones o supuestos. Por lo tanto el que enseña al individuo (al niño) no le puede mostrar que determinada concepción del mundo es la verdadera, ya que lo que es verdad existe, puede ser probada y demostrada independientemente de cada individuo, porque el autor sostiene que “la verdad es un hecho que pertenece a todos” los individuos.

Edagar Morin afirma también que el sentido del término “laicidad” es claro, ya que apunta a la racionalidad crítica opuesta a los dogmas, es la pluralidad opuesta al monopolio de la verdad.[8]

Distinto es que una cosa que sea cierta porque yo crea en ella que obligar a los demás a que lo hagan también. Si el que enseña impone su acto de cree en lo que él piensa, hace que otra mente acepte lo que él dice que es cierto sin que pueda probarle ni demostrarle, será siempre una imposición; una lesión al libre desarrollo de otra persona y por lo tanto una violación a la laicidad.

Como lo dice el artículo que cita Reina Reyes, “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión...” por lo tanto todo individuo tiene el derecho de opinar y de expresar diferente a mí y al otro. Por esa razón la laicidad es un elemento primordial de las democracias, y por ello la autora vincula la Laicidad con la Democracia, ya que la laicidad solo cabe en una sociedad democrática.

Entonces decimos que los componentes esenciales de la laicidad, según Reina Reyes, son:

• Libertad de pensamiento.

• Libertad de expresión.

Ella expone que “la libertad de pensamiento para proyectarse en la vida social, reclama libertad de expresión, pero la libertad de pensamiento es otra cosa que la libertad de expresión. Se puede expresar libremente lo que se piensa sin haber pensado libremente”.

“El derecho a expresar nuestros pensamientos tiene algún significado tan solo si somos capaces de tener pensamientos propios”.[9]

Por lo tanto, la libertad de pensamiento es una “libertad de”, es una libertad individual que posee el individuo. Yo puedo ejercitar mi libertad de pensamiento sin relación social. Pero para que mi laicidad sea auténtica yo tengo que estar en relación con otros y respetar lo que los otros piensan aunque difiera su opinión de la mía.[10]

La libertad de expresión, es una “libertad para”, la cual es social y que por lo tanto reclama relaciones personales de igualdad, para el respeto a la libertad de pensamiento y de expresión de los otros.

De este modo, la autora sostiene que garantizar la libertad

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