Las cosas de la vida
Enviado por daniela.mh • 17 de Agosto de 2015 • Apuntes • 371 Palabras (2 Páginas) • 167 Visitas
Desde niña, aunque eso mi memoria no me permita constatarlo, fui muy despierta; aprendí a caminar y hablar en tiempo récord, pero por una extraña razón que ni madre se explica, no leí sino hasta los seis años. Si, mis queridos lectores, como sus ojos lo están leyendo, a comparación de la mayoría de niños de mi edad no conocí el magistral mundo de la lectura sino después de cumplir mi primer lustro.
Probablemente mi incapacidad para leer, se debería a simplemente a capricho mío; mi propia madre me dice hoy en día, que a mi simplemente no me “dio la gana de aprender”. Quizás sea así, o probablemente, una niña de seis años encontrara en los juegos y las vivencias propias de la infancia, una entretención tan efectiva que la distrajera enormemente de reconocer esos símbolos extraños que juntos causaban la magia de comunicar una idea. En fin, no podía quedarme analfabeta de por vida y por ello, una vez que entre a primaria y en vista de verme obligada por mi maestra Elsa (una profesora de la vieja escuela, que aunque no daba reglazos, si daba miedo), comencé finalmente a reconocer las primeras letras.
Yo ya conocía las vocales, y es que quien no podía aprender a reconocerlas con la cancioncita pegajosa de "salió la A, salió la A y no sé a dónde va...", pero mi profesora junto con el tablero en el que mi madre me obliga a repasar el abecedario todas las tardes, reconocí finalmente todo el repertorio de letras. Luego vinieron las palabras y como si un bombillo finalmente se hubiera prendido en mi cabeza inicie a leer de corrido, hasta parecía, según me cuenta mi mamá, que llevara ya años en esta actividad. En aquella época recuerdo que los cuentos que releía y recitaba una y otra vez hasta que termine aprendiéndomelos de memoria eran: Rin Rin Renacuajo y la Pobre viejecita; relatos de la cartilla Nacho lee. Sin embargo, estas historias de Rafael Pombo, se quedaron pronto cortas para mi repentina sed de lectura, por lo que mi madrina inicio a regalarme una serie mini cuentos como el Rey león y La sirenita; pequeños libros con varias imágenes que igualmente releí hasta el cansancio.
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