Las profesiones en las sociedades contemporáneas: un ejercicio crítico ante la responsabilidad social.
Enviado por dobo92 • 5 de Septiembre de 2016 • Ensayo • 3.839 Palabras (16 Páginas) • 299 Visitas
Las profesiones en las sociedades contemporáneas: un ejercicio crítico ante la responsabilidad social.
“En Occidente, el más poderoso aliado de la belleza fue siempre la luz; (…) [sin embargo], lo esencial está en captar el enigma de la sombra”
Junichiro Tanizaki
A modo de Introducción
Es necesario que tras la catástrofe, la barbarie sea el prisma mediante el cual se observe la realidad social, la historia, la cultura, el destino de los individuos, la vida cotidiana, incluso las tendencias del sistema económico. Aquellos primeros responsables para echar esta mirada crítica son quienes ostentan algún cargo directivo dentro de la sociedad y no en menor grado lo son, también, los profesionales en un área del conocimiento.
Con la presente intervención se quiere realizar una crítica a la racionalidad moderna, pero no sólo eso, sino también a la manera de interpretar la realidad que se incrusta en la Modernidad. Esta crítica no se ha planteado desde una «fingida neutralidad», sino que tiene como punto arquimédico de reflexión la práctica profesional frente a la miseria del mundo, frente a las injusticias de la historia, como elementos que posibilitan la construcción de sentido desde una forma crítica y performativa de la racionalidad.
En el nivel de las ideas, es lo negado, lo que subyace a las experiencias de exclusión, el material que alimenta las reflexiones de la presente investigación, pues de no ser así, esa negatividad no tendría ningún sentido, y seguiría siendo lo que hasta hoy ha hecho avanzar la historia a precio de «los de siempre», dando como resultado específico la perpetuación de realidades injustas, de olvido de los «desafortunados», y a la vez posibilitando el desarrollo de paraexperiencias que de ninguna manera son significativas de modo vivencial, para quienes padecen la discontinuidad, el estado de excepción y el sufrimiento, de ahí que sea necesario aumentar la capacidad para captar esa situación conocida como estado de excepción, que elevado a regla se vuelve irreconocible incluso para sus víctimas.
La propuesta de colocar a las realidades de exclusión y a las situaciones de injusticia como puntos críticos de una práctica profesional no es únicamente por solidaridad con las víctimas de la historia, aunque esto sea loable desde un punto de vista ético, como comenta Manuel Reyes Mate —uno de los autores referenciales para este aporte—, sino que su importancia reside en buscar la verdad de esa historia que ha sido negada y por justicia con sus inmolados. Aunque, claro está, que tener una mirada distinta no garantiza lo verdadero y no se sujeta a la verdad pero, cuando menos permite estar sujeto de esa verdad.
Otra pretensión fundamental de esta investigación es alentar a profesionales a volver la mirada a la historia de quienes han padecido la barbarie, de quienes han visto de frente a la Gorgona presenciada en las múltiples catástrofes de nuestra historia ya que es lo que abre los ojos a la realidad presente, libera de la ceguera que impone la marcha histórica, a quienes pretenden seguir su paso, y establece instantes de cognoscibilidad que genera una mirada visionaria que se “enciende en las cumbres de las generaciones pasadas las cuales desaparecen de modo cada vez más profundo con el paso del tiempo.
En el presente artículo se postula como tesis central que el margen y las situaciones de injusticia son el propter quod de la nueva consideración de una práctica profesional crítica; pues, la importancia del «desde dónde» resulta obvia para la comprensión ético-filosófica de la realidad y de las fuentes clásicas, así como de la reflexión sobre ellas. La experiencia de marginalidad es aquella que tiene una doble consideración, pues se realiza desde el ubi categorial y, más aún, en tanto quid sustancial, que establece un criterio privilegiado de acceso a la realidad encarnada en seres humanos concretos, cuya dignidad se concede en lo lejano pero se prescinde en lo cotidiano. Por ello, la experiencia de marginalidad y de injustica se consideró como elemento articulador de sentido, no de manera arbitraria, ni tampoco optativa en el mundo actual, sino que se establece como una exigencia de justicia que irrumpe desde realidades no consideradas por el sistema de cosas actual.
En el presente artículo se propone pues que la «experiencia de marginación» y la «experiencia de injusticia» sean un «principio regulativo» para la acción concreta del profesional. Ante la originalidad de eventos trágicamente injustos abrir paso a lo inédito viable permite establecer criterios que ejercen funciones regulativas de acciones específicas de inclusión, reconocimiento y justicia ante las víctimas de las formas contemporáneas de vida inhumana.
a) La apoteosis del ejercicio profesional
El reciente siglo ha mostrado los cambios que la cultura occidental ha producido, mismos que, en efecto, son notables y de diversa índole. En este inicio de siglo, se ha recibido una herencia que complica una articulación coherente, responsable y posible de las distintas expectativas que el ser humano puede tener como aspiraciones. Así, las condiciones de trabajo, de vivienda, de disfrute de los beneficios que el desarrollo cultural ha generado se dificultan en tanto que las exigencias en el campo económico van aumentando. Por su parte, la educación se realiza en orden a participar de un lugar privilegiado en el sistema de producción. En este escenario nada alentador se acrisola más todavía ante el escaso sentido de justicia social del quehacer político contemporáneo, de la indolencia reprobable ante los esfuerzos y sacrificios necesarios para asegurar la elevación del nivel de vida personal y familiar, ante el logro de las distintas expectativas que se van construyendo a lo largo de la experiencia de vida en orden a un futuro deseable.
Hoy son tiempos convulsos, difíciles de aprehender y captar la orientación que las circunstancias históricas presentan. Por un lado, se encuentran las exigencias del mercado y las aspiraciones de una vida agradable, cualquier cosa que sea que esto signifique; mientras que, por otro, los requisitos para gozar de los beneficios del progreso son cada vez más difíciles de cumplir y más exigentes. No se sabe quiénes son los protagonistas de esta situación y del estado de cosas actual, o al menos algunos de ellos. Tampoco se sabe cuál es su centro neurálgico. Todo esto en buena medida es consecuencia de la tecnología de las comunicaciones que se han desarrollado. La globalización que esas tecnologías han producido, han hecho posible un desplazamiento e indeterminación de muchos y nuevos centros de poder, haciendo que el núcleo político tradicional ocupe un lugar menos privilegiado y que
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