Liderazgo y poder en las organizaciones

Liderazgo y poder en las organizaciones

OPINIÓN

Jorge Cárdenas Bustios

PROFESOR DE LA ESCUELA

DE POSTGRADO DE LA

UNIVERSIDAD PACIFICO

El liderazgo es el conjunto de habilidades gerenciales o directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser de las personas o en un grupo de personas determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo en el logro de metas y objetos. Tal es el caso de Natalia Málaga, al frente de la selección de vóley en menores, que supo alentar a las jugadoras peruanas al logro de figurar después de muchos años entre los cuatro mejores del mundo.

Según el folósofo Hugo Landolfi, liderazgo es la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar a un grupo o equipo. Mandar, en cambio, según el diccionario de la lengua española, es obligar, imponer, dominar, ejercer poder.

Es claro que el líder no necesita “mandar”, incluso es posible que ni siquiera tenga un cargo. En cambio para mandar no se requiere ser líder, basta con tener un cargo o rango de “jefe” y ejercer el poder.

El jefe, entonces, es alguien a quien algunos sonríen de frente y lo critican a sus espaldas. Si él tiene conciencia de eso tratará de enterarse quiénes son esos que pueden osar cuestionar su jefatura y tratan de prescindir de ellos y se rodean únicamente de “leales”, de aquellos que le dicen “sí, señor, lo que usted diga”.

Cuando esos cargos no se renuevan se produce lo que Owen llama “el síndrome de Hubris”, también conocido como el “mal del poder”. Esa especie de droga que produce una necesidad insaciable de someter a los demás. Son seres que se creen el alfa de la manda, no porque se ganaron ese espacio, sino porque se lo delegaron o lo usurparon. Siempre persisten en tener la última palabra, ser los únicos que toman las decisiones y dan todas las instrucciones, cual si fueran el capitán de un barco donde todo debe sestar alineado.

Aquí una gran diferencia que muchos no entienden y se atreven a pontificar sobre liderazgo cuando lo único que saben es ejercer un poder y por ejercerlo de manera desmedida contraen ese síndrome de Hubris.

Este término, que se originó en la antigua Grecia, correspondía para Eurípides a una desmesura psicológica y se refería a las acciones vergonzosas y humillantes que se ejercían sobre una víctima, por el simple placer del abusador, lo que en la actualidad correspondería también al “bullying”.

Este síndrome (que no es necesariamente una enfermedad psiquiátrica) conduce a comportamientos soberbios al extremo que ejercen el poder sin escuchar, por lo que se vuelven imprudentes al pensar que sus ideas son correctas y nunca reconocen que se equivocan o que un subalterno pueda tener razón.

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