“Lo real frente a lo ficticio”

[pic 1] Colegio Don Bosco

“Lo real frente a lo ficticio”

Siempre hablamos de nuestras emociones, de lo que sentimos frente a diferentes situaciones, de lo felices, enojados o asustados que podemos estar, pero pocas veces nos detenemos a pensar, de dónde se originan estos estados y por qué nos sentimos así.

Los sentimientos y emociones que experimentamos, son la forma en la que reacciona nuestra parte psicológica a los estímulos externos que nos afectan a cada momento, los cuales pueden ser objetos, situaciones o personas. Cada  situación que enfrentamos se ve reflejada en la parte física, que demuestra, muchas veces, lo que nos ocurre interiormente y qué es lo que estamos sintiendo. Así, por ejemplo cuando tenemos miedo aparecen los escalofríos, hormigueo y sensación de falta de aire.

En nuestra mente no hay nada que compruebe lo cierto de lo falso, por lo que el miedo  puede ser tan real como ficticio. Cuando pensamos que algo es peligroso, o le tenemos miedo, es porque adquirimos un conocimiento por experiencias previas de ello y como respuesta actuamos en forma defensiva. Pero muchas veces el miedo que sentimos hacia algún peligro, no realmente lo es, sino que sencillamente nos condicionamos a pensar que tal peligro existe, por ende sentimos miedo de volver a pasar por una situación similar, aunque no tengamos ningún motivo real. El comportamiento humano no se guía por las cosas tal cual como son, sino tal cual parecen ser. En otras palabras, tergiversamos la realidad, mezclándola con recuerdos y emociones anteriores, pudiendo el miedo llegar a formar serios conflictos y mal entendidos inter-personales. 

 El miedo es un sentimiento, que nos provoca desconfianza sobre algo, alguien o alguna situación. Por tanto, esta emoción tiene el fin de advertirnos sobre algo. Como el miedo nos pone alerta, nos lleva a movilizar nuestras fuerzas en dos sentidos posibles; el enfrentamiento y la huida. Enfrentamos aquellos peligros que creemos vencer dando lugar a una persona valiente pero, ¿Qué ocurre con aquellos que no tienen en valor de enfrentarlos?, cada persona incapaz de superar sus miedos paulatinamente va a comenzar a huir de ellos, con la posibilidad de fracasar sin mayores reparos, dando cabida a sucesivos miedos derivados de cada error cometido en el intento de esconderse de la confusa realidad en la que se está viviendo, incapacitándolo a adquirir la valentía suficiente para superarlos, derrumbando toda posibilidad de llegar a formar parte de aquél grupo de personas que sí fueron capaces de dejar sus temores en segundo lugar y se permitieron avanzar liderando sus miedos.

         El miedo es algo que todos llevamos dentro y que no nos deja tranquilos. Siempre existe la posibilidad de caer, aunque esta sea mínima. Por ejemplo, el miedo al abandono; cuando sufrimos, el miedo a no poder volver a estar feliz; cuando odiamos, a no poder a amar nuevamente. La diferencia radica en que algunos siguen transitando por un camino incierto, llevando este sentimiento o  luchando contra él, motivados por lo que quieren, y esto los convierte en verdaderos valientes, porque sin miedo no existe la valentía por lo que lo hace completamente necesario. En cambio, otros se dejan vencer, o simplemente se sienten tan amenazados, que permanecen inmóviles, sin avanzar en su única vida, y no avanzar, es perder las más maravillosas oportunidades y experiencias que se presentan.

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