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Los Jovenes Y El Trabajo


Enviado por   •  15 de Febrero de 2015  •  6.723 Palabras (27 Páginas)  •  303 Visitas

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2. Los jóvenes y el trabajo

Junto con la consideración del concepto de juventud y los diferentes modos de ser joven, es posible encontrar numerosos análisis que establecen, además, vinculaciones con el mundo laboral.

El problema de la inserción laboral deriva básicamente de la incapacidad del sistema socioeconómico para generar suficiente cantidad de puestos de trabajo. Esto ha traído, como consecuencia, una mayor dedicación a los estudios por parte de los jóvenes, que aparece como la opción más legítima de ocupar el tiempo disponible, no sólo avanzando en los niveles superiores, sino reincidiendo en el mismo cuando no se han conseguido los resultados deseables.

El papel del trabajo como eje nuclear en el que se articula la sociedad es una característica propia de la llamada modernidad. En la etapa del industrialismo, el trabajo se convirtió en la condición y en el fundamento del progreso, que incitaba al hombre a la construcción y búsqueda de una autonomía laboral y social, de suerte que la integración al mundo del trabajo, en particular en determinados sectores profesionales se convierte en una importante fuente de dignificación personal (Annie Jacob, 1992; Pérez, 1996). Y, aunque en la llamada pos-modernidad, parece tender a modificarse la importancia o el significado que se le atribuye, resultando numerosos los autores que vislumbran nuevas formas para la sociedad del próximo milenio, esta inserción continúa teniendo un importante carácter simbólico como principio legitimador dentro de ella, acentuándose aún más en períodos de crisis estructural del empleo como la que se vive actualmente, en donde las personas se ven enfrentadas a una notable contradicción: por un lado el papel del trabajo como ámbito de dignificación personal -que ya mencionamos- y, por el otro, la profunda precarización de las condiciones en el ejercicio de dicho trabajo.

Esta misma contradicción es la que se les plantea a los jóvenes frente a la permanencia del papel nuclear de la actividad laboral como fuente de identidad y reconocimiento social, y su incierta situación a nivel cuantitativo y cualitativo en el mercado de trabajo. Como consecuencia de esta incongruencia entre los referentes axiológicos y normativos y las situaciones reales aparece -en las sociedades urbanas- la tendencia al alargamiento de la etapa de dependencia de los jóvenes con respecto a los adultos, en razón, precisamente de las restricciones que existen para la entrada a los mercados de trabajo formales y la desorganización de los mercados informales. Entre los 12 ó 14 años y los 18 ó 21 se establece un lapso de gran indefinición a la vez que de enormes obstáculos para la inserción creativa y positiva de los jóvenes en el mundo laboral y la sociedad. (Ibarrola y Gallart, 1994, p. 32)

Frente a tal situación tienden a configurarse imágenes de la juventud en las que priman o bien procesos de victimización (dada la imposibilidad que se les presenta para acceder al rol adulto, habida cuenta de la desfavorable situación que adquiere para ellos el mercado de empleos, los jóvenes aparecerían como víctimas sociales, fruto de los condicionamientos de la sociedad4), o de culpabilización (sería en este contexto en el que debería comprenderse la extendida hipótesis de los años setenta y ochenta acerca de las actitudes de rechazo hacia el trabajo de las jóvenes generaciones y la exclusiva valoración de los componentes instrumentales de la actividad laboral, en los intentos de explicar los problemas de inserción frente a la actual situación de crisis del empleo).

En cada uno de estos procesos aparece el joven visto a veces como objeto de prácticas discriminantes del mercado de trabajo frente a determinados grupos del mercado; o por el contrario, en un proceso de culpabilización, mientras se enfatiza la inadecuación de la oferta a la demanda laboral prevalece una imagen de juventud en tanto sujeto (Serrano Pascual, 1996, op. cit.). Habría una circularidad en las argumentaciones acerca de los problemas juveniles, que acaban culpabilizando al joven (agente social) por ser joven (objeto social). Esta práctica que termina haciendo al objeto sujeto (responsabilización) o al sujeto objeto (victimización) tiene importantes consecuencias en la normalización de la juventud frente a una situación contradictoria, que reclama, al mismo tiempo, el abandono de la condición juvenil (juventud como tránsito o paso), mientras que los pone en situación de prolongar este estado transitorio (id.)5.

3. Lo que dicen los jóvenes: algunos resultados empíricos

El estudio de los sistemas de valores y representaciones sociales de los jóvenes acerca del trabajo también ha ocupado con frecuencia a los investigadores, que han abordado su estudio desde diversas perspectivas. En ellos (Romagnoli, 1984; Salanova, Osca, Peiró, Prieto, Sancerini,1991; Kornblit,1995; entre otros) parece haberse observado una cierta tendencia hacia la declinación de la imagen de éste como deber ser, en tanto obligación sentida del individuo para con la sociedad, mientras que se mantiene constante e invariable la representación del trabajo como derecho, lo cual alude a las obligaciones de la sociedad para con el individuo. Así, si bien el mismo no ocuparía un lugar central, como contrapartida, tampoco se manifestarían actitudes de claro rechazo.

Intentando poner alguna claridad en esto, Sanchís (1988), en un interesante artículo, señala que los jóvenes se socializan no sólo a partir de los mensajes edificantes que interesadamente se les dirige, sino también de aquellos menos explícitos que contiene el sistema cultural que los envuelve, y sobre todo, de las prácticas que observan en sus contemporáneos, entre los cuales tampoco han sido centrales las actitudes hacia el trabajo; no sería de extrañar, por tanto, que no mostraran excesivo entusiasmo a la hora de incorporarse a la vida activa. Este autor también sostiene que no es posible hipotetizar la existencia de un grupo juvenil ideológicamente diferenciado respecto al adulto y sí, en cambio, encontrar distintas concepciones con respecto al trabajo en el interior del grupo juvenil, vinculadas con inserciones sociales específicas. En este misma línea, Dubet (1987), plantea la importancia del significado que tiene la pertenencia a una clase social, en la orientación del joven para la elaboración de una estrategia de oposición a una situación de precariedad laboral. La clase social aparece aquí definida como actor colectivo, portador de una subcultura cuyas referencias se construyen fundamentalmente en función de una representación de la situación laboral y social en términos de clase: dominación/explotación. Esta representación dicotómica de la realidad permite otorgar un

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