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Los Numero Naturales


Enviado por   •  28 de Junio de 2014  •  467 Palabras (2 Páginas)  •  138 Visitas

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Etimológicamente, civismo deriva del latín civis, que significa ciudadano. De acuerdo con esta etimología, el civismo consti- tuye el conjunto de cualidades que permiten a los ciudadanos vivir en la ciudad, es decir, vivir en comunidad respetando unas nor- mas de convivencia pacífica,aceptando las reglas del juego de la demo- cracia y los derechos fundamentales o los valores constitucionales. Cívico es el comportamiento propio o característico del ciudadano. El concepto de civismo, como también el de virtudes cívicas, ha ido adquiriendo importancia en los últimos años debido a la necesidad creciente de poner de manifiesto el papel que el ciudadano debe desempeñar en las democracias liberales. El liberalismo, en el sentido más amplio de la palabra, es el régimen político que se ha impuesto, especialmente en el mundo occidental. Digo liberalismo en el sentido amplio, que incluye el reconocimiento no sólo de los derechos civiles, sino también de los derechos sociales, como la educación o la protec- ción de la salud. Entendido de este modo, el liberalismo se caracteri- za por el reconocimiento de dos valores fundamentales, la igualdad y la libertad, siendo este último el prioritario, dando por sentado, no obstante, que sin unas políticas mínimamente equitativas, el derecho individual a la libertad sólo es un derecho formal, lo que equivale a decir que es un engaño. El garante de los derechos es el Estado, al que corresponde proteger las libertades individuales y los derechos sociales: un Estado denominado “policial” que salvaguarda los derechos civiles y políticos, y un Estado interventor que protege los derechos sociales.Se trata de un modelo de Estado que se ha ido imponiendo y consolidando a lo largo de los dos últimos siglos, y que, a pesar de haber representado un progreso con respecto al estado absoluto, tiene un inconveniente manifiesto, ya que ha contribuido a dividir a las personas en dos clases de ciudadanos dife- rentes: unos, políticamente activos, que tienen cargos políticos, militan en algún partido o dirigen algún movimiento social; y otros, pasivos, proclives a desentenderse de la vida pública o que participan en ella de una forma esporádica y muy formal.Algunos teóricos de la política de principios de siglo –como Max Weber o Schumpeter– ya denunciaron esta pasividad ciudadana, consecuencia seguramente inevitable de la democracia representativa, pero que resulta contraproducente para otros aspectos del funcionamiento de la democracia.El culpable de este estado de cosas no es una determinada clase de democracia o un determinado modelo de Estado, sino que el desarrollo del capitalismo y de la sociedad de consumo ha contribuido a fomentar un individualismo exagerado, que genera sociedades atomizadas, en las que cada uno vela únicamente por su interés particular o corporativo, y en donde es casi imposible conseguir la cohesión social de todos los miembros de la sociedad en torno a unos ideales

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