Luis Giampietri, exrehén de la residencia del embajador de Japón,
Enviado por Djuarezh22 • 5 de Mayo de 2015 • Práctica o problema • 481 Palabras (2 Páginas) • 182 Visitas
Luis Giampietri, exrehén de la residencia del embajador de Japón, me obsequia su libro Rehén por siempre, pero en versión pirata, que tuvo que comprar en la calle porque el Fondo Editorial del Congreso no cumple con entregarle los 1,200 libros que le debe por haber cedido sus derechos.
¿Qué es lo primero que piensa usted el 22 abril de cada año, cuando se recuerda la operación Chavín de Huántar?
A estas alturas, yo pienso que esto debería ser una simple celebración, como lo fue al principio, como dice eso de ahí (señala una foto con un texto): “Renací y tengo dos años”. Yo debería decir: Renací y tengo 15 años, pero realmente no es así, porque hemos seguido siendo hostilizados por el Poder Judicial, las ONG y las acusaciones. Tenemos un lucro cesante espiritual que no nos deja en paz.
Si fuera cierto que luego de la operación hubo gente que entró a aniquilar a los terroristas, ¿es algo que no se debería denunciar?
Claro que sí, y los comandos fueron enjuiciados, pero sus procesos fueron sobreseídos (suspendidos) porque no encontraron causas.
¿Y hubo o no hubo aniquilamiento?
No hubo y, si lo hubo, el señor que acusa, Hidetaka Ogura, no pudo haber visto nada porque los pisos se estaban incendiando, los pasadizos y los túneles estaban llenos de humo. Ninguna de las personas que salieron con él, ni los que estuvieron en el cuarto con él, dicen lo que él dice, y el señor Ogura ni siquiera ha tenido la valentía de venir al Perú a decirlo. Él vivió acá. Pregunte quién es él.
¿Quién es?
Este hombre estuvo en Cuba, fue parte del círculo comunista de Cuba, tenía fotografías en su casa abrazado con Fidel Castro y con el ‘Che’ Guevara, y vino a estudiar a Mariátegui en San Marcos mucho antes de entrar a la embajada. Entró como empleado y, después, ascendió hasta que llegó a ser consejero, pero él no era diplomático.
¿Cómo es que, desde afuera, lograron hacer contacto con usted?
Yo entré a la embajada con la idea de que tenía que salir; nunca me consideré un preso ni que debía soportar todo eso. Al poco tiempo que pude circular, un coronel del Ejército me avisó que tenía un beeper. Nos habían requisado todos los beepers y celulares, pero él me dijo que estaba recibiendo mensajes de aliento.
¿El beeper no sonaba? ¿Cómo es que no lo descubrieron?
Estaba en vibrador y se lo había metido al calzoncillo, y le hacíamos bromas de… (se ríe), bueno. La idea nuestra era tener eso en caso de que viniera un anuncio de tírense al suelo, pónganse en sus cuartos, en fin, alguna orden. Y me puse, con ese número, a hablarle a todo lo que entraba, las escobas, trapeadores, termos, baños portátiles, cajones con frutas. A todo lo que entraba le decía: Habla el almirante Giampietri, tengo el beeper número tal; si me están escuchando, denme
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