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Machismo alimentado por el silencio


Enviado por   •  10 de Octubre de 2016  •  Documentos de Investigación  •  1.916 Palabras (8 Páginas)  •  291 Visitas

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  1. El propósito principal de este artículo es

Señalar los diferentes procesos y actividades para la definición de la cultura.

  1. La pregunta clave a la que el autor hace referencia.

¿Cómo fue la recepción los estudios culturales en Latinoamérica?

  1. La información más importante en este artículo.

Trata de informar la globalización de la cultura y su desarrollo en Latinoamérica abarcando varios campos tales como: intelectuales, críticos y literarios.

  1. Las principales inferencias o suposiciones en este artículo.

Busca una dimensión de la cultura para llegar a varios campos de estudio en los cuales utiliza lo social, lo político, lo estético, lo ideológico, lo antropológico y lo institucional.

  1. Los conceptos clave que necesitamos comprender en este artículo son la recepción de los estudios culturales.

Con estos conceptos el autor quiere decir

Las diferencias entre las dimensiones de la palabra cultura, buscaba demostrar la incursión de los estudios culturales n las universidades y como se fue esparciendo por todos los lugares y tenía amplios espacios de estudio.

  1. Las suposiciones principales que subyacen en el pensamiento del autor son

Las luchas de los diferentes partidos de representación por el estudio cultural en Estados Unidos, se da a conocer un nuevo modelo académico para el estudio cultural siendo un desborde de límites. Se desarrolló un rechazo a la jerarquía de la cultura.

  1. Si tomamos esta línea de razonamiento con seriedad, las implicaciones son:

Amplias discusiones sobre los estudios culturales en Latinoamérica, busco un proyecto de los estudios culturales formulado en los años 60 ya que dicho proceso revisa los cruces entre diferentes versiones de lo cultural desde las tensiones.

b) Si no tomamos esta línea de razonamiento con seriedad, las implicaciones son

No se llegaría a la globalización de los estudios culturales, y no se implementaría cada campo de estudio que quiere el autor reflejar en el artículo.

  1. El/los principales punto(s) de vista expuestos en este artículo son

El autor busca darnos unas bases de como llego los estudios culturales a Latinoamérica por medio de la globalización, resaltando cada uno de los diferentes campos de estudio que tiene el estudio cultural en la inclusión de las universidades.

Machismo alimentado por el silencio

Es conocido el  mal padecido por una sociedad que en todos los escenarios considera el cuerpo de la mujer como un objeto y -aunque en Colombia no nos gusta llamar las cosas por su nombre- ese mal se denomina machismo.

El machismo es alimentado por el silencio de analistas y académicos, y por la permisividad que alcanza límites impensables en otras latitudes.

A nadie le escandaliza que haga falta una mujer semidesnuda para publicitar una cerveza, un canal de deportes o una marca de automóviles. Se supone que el cuerpo de la mujer es un elemento disponible, un bien de acceso público, un “lugar” menos sagrado que el espacio público, ese espacio donde los hombres de Colombia orinan como marca de identidad cultural.

. Se supone que el cuerpo de la mujer es un elemento disponible, un bien de acceso público, un “lugar” menos sagrado que el espacio público, ese espacio donde los hombres de Colombia orinan como marca de identidad cultural. 

Hace poco fueron noticia las declaraciones de un prestigioso hombre de negocios, gerente y cara visible de uno de los restaurantes más representativos de la Bogotá del entretenimiento y el turismo de élite.

Ese personaje culpó a una joven por los vejámenes a que fue sometida, imputándole responsabilidad por su coquetería y sensualidad. En la misma declaración, le negó valor a la palabra de la víctima e hizo invisible el abuso del hombre, blandiendo contra la chica el estereotipo de la niña mimada manipuladora, mentirosa y de sexualidad vergonzante.

Esas declaraciones, de boca de quien encarna el estereotipo del bogotano “querido y exitoso”, causaron revuelo porque parecieron políticamente incorrectas pero, fuera  de unas breves manifestaciones de rechazo, el caso no pasó de un incidente utilizado mercantilmente en favor de su restaurante y públicamente disculpado por los medios.

Esta semana sorprendió a muchos la valentía de una mujer que se atrevió a elevar hasta los medios de comunicación su denuncia indignada por un caso de abuso descarado en un bus hacinado de Transmilenio.

La sorpresa esta vez es por contraste: cualquier reacción digna es casi un llamamiento a levantarse pacíficamente contra el orden social, a punto tal que una simple denuncia, que debería ser normal, es realmente un acto de valentía, un quiebre de la monótona resignación y normalización del abuso.

Machismo institucionalizado

Ese machismo se da también en las doctrinas de la Corte Suprema de Justicia y en la tibieza de las políticas criminales como recurso final de protección de los derechos de las mujeres. Normas y políticas que han acabado por aceptar que la pereza ética es una forma aceptable de ocultar el sometimiento y la discriminación sexual de hombres a mujeres.

La jurisprudencia penal colombiana en este siglo ha defendido la tesis bochornosa de que, cuando los abusos sexuales contra mujeres y niñas no incluyen acceso carnal violento, apenas constituyen una injuria.

En efecto, en 2006 la Corte Suprema estableció que los tocamientos abusivos a una mujer no pueden considerarse como un delito contra su integridad sexual. Están más cerca, según dijo, de un insulto grave que de un ataque sexual.

En 2008 la misma Corte llegó al extremo de extender esa tesis en relación con niñas menores de 14 años. En el peor ejemplo de este último caso, el procesado inmovilizó a la niña, la ocultó, la besó a la fuerza introduciendo la lengua en su boca, restregándosela contra el ombligo, para rematar con un tocamiento en sus glúteos.

Semejante cadena de barbaridades fue suavizada en la sentencia mediante un lenguaje permisivo y machista que reducía el asunto a un beso abusivo y a unos tocamientos indebidos. Tratar eso como un delito sexual, dijo la Corte, supondría “convertir la justicia en amargura”, pues estaría juzgándose a una persona por sus tendencias y no por sus conductas valoradas objetivamente.

Esa sentencia, referente a una niña de 9 años, contiene afirmaciones reveladoras como aquella según la cual los abusos cometidos por el procesado no son, en estricto sentido, actos “de connotación sexual que de alguna manera afecten siquiera la formación sexual de la ofendida, ni la integridad, ni la libertad sexual”. Serían apenas actos molestos o injuriosos, similares a un insulto materializado con un gesto, por ejemplo una bofetada que cause un agravio moral.

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