Manejo Y Uso De La Voz
Enviado por Erikosha • 21 de Julio de 2011 • 800 Palabras (4 Páginas) • 1.253 Visitas
Uso y Manejo de la Voz.
A la gente le influye mucho no sólo lo que se dice sino cómo se dice. Si una voz es agradable, cálida, amigable y bondadosa, ¿no es verdad que se siente más inclinado a escucharla que si es fría o áspera?
En algunos casos, la mala calidad de la voz obedece a una enfermedad que ha dañado la laringe o a un defecto estructural heredado. Quizá este sea tan grave que no pueda corregirse por completo. Sin embargo, la calidad de la voz suele mejorar cuando aprendemos a utilizar adecuadamente los órganos del habla.
¿Qué puede ayudarle a conseguirlo? Básicamente dos factores.
• Control del volumen de aire. Los mejores resultados se consiguen al mantener un volumen adecuado de aire y controlar bien la respiración. De otro modo, la voz posiblemente suene débil, y el discurso, entrecortado.
La zona más amplia de los pulmones no se halla en la parte superior del pecho, que parece mayor debido a los huesos de los hombros, sino justo encima del diafragma. Este músculo está sujeto a las costillas inferiores y separa la cavidad torácica de la abdominal.
Si al inspirar sólo consigue llenar de aire la parte superior de los pulmones, pronto se quedará sin aliento. A la voz le faltará potencia, y usted se cansará con facilidad. Para respirar correctamente, siéntese o póngase de pie erguido y eche los hombros hacia atrás. Procure no ensanchar sólo la parte superior del tórax cuando inspire para hablar. Primero llene de aire la parte inferior de los pulmones, de modo que la parte inferior de la caja torácica se ensanche hacia los lados. Al mismo tiempo, el diafragma bajará, desplazará con suavidad al estómago y los intestinos, y usted sentirá en el abdomen la presión del cinturón o cualquier otra prenda. Pero los pulmones no llegan hasta allí; se mantienen en la cavidad torácica. Para determinar si lo hace bien, coloque una mano a cada lado de la parte inferior de la caja torácica. Ahora inspire profundamente. Si lo hace como es debido, no encogerá el estómago ni alzará los hombros; antes bien, sentirá que las costillas se desplazan un poco hacia arriba y hacia afuera.
Luego concéntrese en la espiración. No desperdicie el aire dejándolo escapar de golpe, sino expúlselo poco a poco. No intente controlar la espiración tensando los músculos de la garganta, pues la voz sonará forzada y anormalmente aguda. La presión que ejercen los músculos abdominales, así como los intercostales (entre las costillas), provoca la salida del aire, mientras que el diafragma controla la velocidad de la expulsión.
Tal como los atletas se entrenan para correr, el orador puede conseguir el debido control de la respiración mediante ejercicios. Póngase de pie, con los hombros hacia atrás, e inspire para llenar de aire la parte inferior de los pulmones. Entonces espire poco a poco y cuente
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