Manisfestaciones Afectivas
Enviado por marieli • 14 de Septiembre de 2011 • 2.838 Palabras (12 Páginas) • 1.506 Visitas
LAS PRIMERAS MANIFESTACIONES AFECTIVAS
Las emociones desempeñan un papel fundamental en el establecimiento de lazos afectivos entre el adulto y el niño. La expresión de estas emociones en edad temprana son “la sonrisa”, “la ansiedad ante el extraño” y “la negación”, considerados como organizadores del desarrollo afectivo del niño y como hitos de su evolución emocional.
La sonrisa, que es el primer organizador, aparece alrededor del primer mes de vida en estado de vigilia y que se vuelve cada vez más selectiva con respecto a los estímulos que la elicitan siempre en contextos sociales. Según los niños no aprenden a sonreír, sino a identificar rasgos de la cara de su cuidador. El estímulo más determinante es el rostro humano.
El segundo organizador, la ansiedad ante el extraño, tiene una manifestación variada en cada niño, tanto en la edad de aparición como en el grado. señala que es debido a que ha desarrollado memoria de evocación y por un proceso de inferencia rudimentaria compara la representación interna de su cuidador con el desconocido. Por otro lado, a raíz de los estudios realizados con niños institucionalizados, también se sabe que su manifestación depende de la calidad de la relación entre el niño y su cuidador. Otros apuntan que tiene un valor adaptativo como respuesta a ciertos indicadores de peligro de su entorno, ya que el fin es solicitar el auxilio de los padres. Desde las teorías cognitivas y sociales se plantea que son manifestaciones ambivalentes ya que sienten a la vez atracción y miedo. Y que la respuesta de los niños es más positiva si el extraño previamente interacciona de forma positiva con el cuidador y posteriormente no se dirige a él de forma brusca. Si la conducta les resulta rara desde el principio si les provoca rechazo.
La ansiedad de separación aparece hacia el 6º-8º mes, y se caracteriza porque los niños comienzan a protestar cuando se les separa de los padres. Tres son las principales respuestas dependiendo del tiempo que pasen separados. Desesperación con una duración inferior a 15 días, por ejemplo por ser hospitalizado. Es una reacción de inconformismo y protesta por la separación que se puede manifestar con trastornos de la alimentación y en la relación con los demás como llanto y rechazo de caricias y juguetes. La ambivalencia cuando la separación supera el mes, que supone la progresiva aceptación de los ofrecimientos de los adultos de su entorno. Cuando reaparece la figura de apego se muestran esquivos y distantes, como protesta durante pocas horas. El desapego se produce si la separación se alarga durante meses o años, ya que se rompe el vínculo afectivo y puede establecer relaciones de apego con otros adultos.
Hay diferencias individuales en cuanto a la seguridad que las figuras de apego proporcionan al niño. Pueden desarrollar seguridad en sus propias posibilidades, creándoles habilidad para actuar en su entorno con éxito y confiar en las personas de su entorno cuando los cuidadores responden con prontitud y adecuadamente a las necesidades de los niños. Si responden de manera diferente ya sea con mayor o menor prontitud de la que necesitan los niños, puede no darle seguridad el vínculo afectivo.
Con respecto al tercer organizador, la aparición del no, puede acarrear mayor conflictividad en las relaciones con su entorno. El niño a través del desarrollo motor que le confiere mayor control sobre su cuerpo y motilidad, reivindica mayor autonomía, rechazando normas y pautas, que se le quieren imponer, a pesar de los conflictos que esto le provoca con figuras tan importantes como los adultos. Además, desde que nacen sienten la necesidad de controlar su entorno y como elementos principales de él, dominar a los adultos. Se muestran muy exigentes cuando quieren algo, soportando muy mal las demoras entre sus demandas y el cumplimiento de las mismas, en parte por la concepción del tiempo en presente. Se suelen mostrar descontrolados e impulsivos, ya que sus deseos son imperativos. Así mismo sus sentimientos son apasionados y poco matizados. El sentimiento dominante en esta época de la vida es el sentimiento posesivo en relación con los adultos, sus padres. Sus episodios de celos manifiestan la incapacidad de compartir con los demás el afecto o la atención de la persona querida.
Con respecto a sus relaciones con los iguales, a los 6 meses ya pueden mantener relaciones sociales limitadas no conflictivas con otros niños. Con 12 meses, todos los niños manifiestan conductas pro social. En estudios realizados se ha observado que los niños que a los 6-9 meses se muestran muy sociables con sus madres, lo son a su vez con otros niños. Todo parece indicar que la calidad y el tipo de relaciones que establecen con los padres influyen en los estilos sociales que desarrollan con los compañeros de su edad.
DE LOS 2 A LOS 6 AÑOS
El desarrollo a nivel cognitivo está íntimamente relacionado con su crecimiento social y afectivo, así los progresos en el desarrollo psíquico se reflejan en tres dimensiones: la construcción de la personalidad, las relaciones con los adultos y las relaciones con los iguales. Junto al desarrollo motor, los avances en el lenguaje, la identidad sexual y el sentido del yo le dan un sentido de individualización creciente.
La construcción de la personalidad. Según Wallon es la etapa del personalismo la más significativa en la formación de la personalidad. Necesita diferenciarse de los demás a través de la oposición, luego pasa a una fase de autonomía en la que quiere hacerlo todo por sí mismo, y luego pasa a una fase de identificaciones a través de procesos imitativos y adopta características de papeles que son significativos para él. La conciencia psicológica de sí mismo se da a partir de la progresiva diferenciación y relación con los otros, reflejado en el uso del pronombre personal, aunque superficialmente limitado al aspecto físico y a su actuación, es decir, que se define por como es y lo que sabe hacer o le gustaría saber hacer. Así no es debido a problemas del lenguaje que no use el pronombre personal, si no a problemas en la construcción de la identidad. Esta construcción es fundamental en este período. Otra realidad importante en este periodo es el de la identidad sexual. Sobre los 2-3 años sabe como categorizarse pero falla en categorizar a los demás. Así un niño de 4-5 años piensa que puede convertirse alguien en una persona del sexo contrario solo con llevar atributos externos relacionados al otro sexo: vestirse, pendientes. Se ha demostrado la precocidad en la adquisición de los estereotipos asociados al papel social adjudicado a cada sexo de una forma muy tradicional, siendo muchas veces más acusados de lo vivido en su ambiente familiar, si bien no tiene problemas en admitir que sus padres tomen papeles contrarios,
...