Memorias De Calle
Enviado por AngelaCaceres • 2 de Noviembre de 2013 • 976 Palabras (4 Páginas) • 291 Visitas
Breve historia de una calle
Ubicada en las narices de La Casa de Nariño en Bogotá, es decir la residencia del presidente de Colombia, la calle del Cartucho fue durante muchos años la vergüenza nacional de nuestros gobernantes, los mismos que aquí, a manera de burla, denominan Los Padres de la Patria.
En el centro de Bogotá, entre las calles 9ª y 10ª y las carreras 15A y 15B, se encuentra el barrio Voto Nacional, y allí una de las partes de la Ciudad que nadie quiere recorrer. En esta zona, conocida como el 'Bronx', concluyen la pobreza, la desigualdad, la indigencia y la delincuencia. Si se quiere definir el concepto popular de 'Olla', esta zona es la mejor manera de hacerlo.
Esta área de la ciudad, que debe su nombre a una analogía con el distrito del Bronx en Nueva York, está a pocas cuadras de donde se ubica el poder político y judicial del país. Allí se ubica el, antes prestigioso barrio, Voto Nacional, en torno a la basílica que lleva el mismo nombre, el cual se comenzó a deteriorar luego del 'bogotazo' (9 de abril de 1948), cuando las prestantes familias comenzaron a emigrar hacia el norte de la Capital.
Para los 70 ya habitaban en la zona muchas personas desplazadas por el conflicto armado, de las cuales muchas cayeron en la indigencia. Esto aparejó el tráfico de drogas, y por su aislamiento, se convirtió en el escondite para traficantes y distribuidores de estupefacientes.
Era una calle en el centro de la ciudad, dentro de un barrio otrora lujoso y cargado de abolengo llamado Santa Inés. Al paso del tiempo y mientras la metrópolis crecía, los encopertados dueños de esas casas de arquitectura europea, fueron abandonando el lugar presionados por la invasión del comercio y los indigentes de una capital a la que le habían acuñado el título, dizque de Atenas suramericana.
Durante las últimas décadas del siglo pasado y hasta el año 2005, en ella habitó la crema y nata de la indigencia nacional, los mal nombrados excrementos sociales, o peor aún, desechables, palabra infame con la que se denomina aquí a toda persona caída en desgracia, víctima de la pobreza, el alcohol, la droga, o simplemente la malparidez de estar condenado a vivir con la especie más inteligente y a la vez más rastrera que ha poblado este planeta: los humanos.
Por aquel entonces -como dicen los escribanos bíblicos-, allá por el año 2005 de nuestra Era, Bogotá contó con la suerte y el privilegio de tener como Alcalde a un visionario: el Adelantado Don Enrique Peñalosa, hombre de gran talento, culto e instruido en las artes de la política y la politiquería, Emanuel preclaro por demás, gran clarividente y además con el carisma de haber sido fabricado en la misma paila en la que prepararon el "Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ven a nuestras almas, ven no tardes tanto". Él, en su gran sabiduría organizó un plan de desarrollo, ordenamiento y embelleciemiento para la ciudad e hizo saber a sus gobernados, que este lugar sería demolido para construir allí un gran espacio
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