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Mensaje Ala Nacion


Enviado por   •  2 de Octubre de 2013  •  6.593 Palabras (27 Páginas)  •  249 Visitas

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eñor Presidente del Congreso de la República;

Señores Presidentes de los Poderes Públicos;

Señoras y señores Congresistas de la República;

Señoras y señores Ministros de Estado;

Señoras y señores Miembros del Cuerpo Diplomático;

Dignas autoridades civiles, militares y eclesiásticas;

Señoras y señores;

Queridos compatriotas,

Nuestro país se encuentra en uno de los momentos más importantes de su historia. Gracias al esfuerzo que todos y cada uno de nosotros hemos desplegado durante los últimos años podemos mirar el futuro con optimismo y entusiasmo, y la esperanza de tener ese país que queremos no es una quimera, sino un objetivo alcanzable, que tenemos a la vista y que podemos lograr.

Debemos sentirnos satisfechos también, de no haber perdido la capacidad de aprender de nuestros errores, y los últimos acontecimientos son una muestra de ello. Hemos aprendido y nos hemos rectificado. En el proceso de fortalecimiento de la democracia, eso es fundamental.

Compatriotas, al conmemorarse el ciento noventa y dos aniversario de la independencia del Perú, por intermedio del honorable Congreso de la República, me dirijo a ustedes con respeto y humildad, en mi calidad de Presidente Constitucional de la República, para hacer una reseña de la ruta seguida y de las reformas emprendidas para avanzar en mi compromiso como primer servidor del Perú.

El país que queremos es un país próspero, donde todas las peruanas y peruanos, sin distinción, puedan disfrutar los beneficios del crecimiento de manera digna, segura y con libertad.

Por eso, renuevo el día de hoy mi más firme compromiso por mantener el rumbo de mi gobierno en pos de la inclusión social. Sólo en la medida en que más peruanos y peruanas se integren como ciudadanos plenos al progreso del país, podremos conseguir el desarrollo. Ya no se trata solo de crecer para incluir, sino también, de incluir para seguir creciendo.

La economía global se debate en medio de la incertidumbre. En estas circunstancias, los precios y la demanda externa empiezan a retroceder. En la misma medida, observamos que algunos rubros de nuestras exportaciones se contraen. ¿Son señales de que el ciclo que favoreció nuestro crecimiento económico está llegando a su fin? Es posible. Sin embargo, tenemos con qué defendernos.

La seriedad con la que hemos construido nuestro crecimiento en las últimas décadas nos permitirá hacer frente a esta compleja situación actual. Las elevadas reservas internacionales, los bajos niveles de endeudamiento público, la solidez de nuestro sistema financiero, la mayor capacidad adquisitiva de una pujante clase media y el notable esfuerzo emprendedor de nuestra población, son nuestros principales activos en este escenario.

Mi gobierno ha asumido el manejo económico con la mayor responsabilidad, y es así que en el transcurso de estos dos años los indicadores señalan que se han tomado las decisiones correctas. El Perú se mantiene como uno de los países de mayor crecimiento en el mundo, y se calcula que la expansión de nuestra economía en el segundo trimestre de este año se ubicará alrededor del 6%.

El manejo responsable de este crecimiento ha ayudado a generar 800,000 nuevos puestos de trabajo, en lo que va de nuestra gestión y también a reducir el desempleo en 7%.

Las cifras demuestran que estamos progresivamente diversificando nuestra economía. Las exportaciones no tradicionales representan un tercio del total de nuestras exportaciones, superando los 11,000 millones de dólares y las de servicios los 5,000 millones.

Otra muestra de este dinamismo la ofrece el turismo. Hemos recibido dos millones ochocientas mil visitas y el ingreso de más de tres mil millones de dólares. Pero las cifras del turismo interno también revelan que los peruanos hicimos 35 millones de viajes para disfrutar de nuestros tesoros naturales y culturales. Esto sólo ocurre en una economía dinámica y saludable.

Pero debemos estar preparados, y en la capacidad de mantener el ritmo. La clave de la sostenibilidad de nuestro crecimiento económico está en la inclusión social y en esta tarea se encuentran empeñados los esfuerzos de nuestro gobierno.

La inclusión social es un proceso de cambio que apuesta por el futuro, y que lleva a cabo la transformación de las personas, a las que se les abre la oportunidad real de convertirse en ciudadanos, de ejercer como tales, de acceder a sus derechos y de hacerlos respetar.

Este proceso exige que se reorienten los esfuerzos del Estado, sus prioridades y acciones. Hemos avanzado en esta tarea pero aún hace falta “ordenar la casa”, fortalecer la democracia y sus instituciones, hacer más eficiente la gestión pública, desarrollar buenas prácticas y consolidar una nueva cultura de servicio. También crear mecanismos más justos y eficientes de recaudación, reorientar las prioridades del gasto, y gastar bien, con responsabilidad, rindiendo cuentas con transparencia y eliminando de una vez por todas la lacra de la corrupción.

Tener una presencia efectiva del Estado en todos los confines de nuestra patria demanda la generación de ingresos tributarios permanentes. Así, desde el inicio de nuestro gobierno emprendimos una reforma tributaria, destinada a contar con un sistema de recaudación claro, eficiente y justo.

Los resultados empiezan a notarse. Se observa mayor eficiencia en la recaudación. En el pasado, ésta giraba en torno al 13% del PBI. Hoy, que el número de contribuyentes crece, la recaudación representa ya un 16% del PBI, la mayor tasa registrada en nuestra historia republicana.

Esta es una buena noticia, aunque algunos no lo consideren así. A ellos les quiero reiterar que mejorar el sistema es ampliar la base de contribuyentes, combatir la informalidad, y hacer más equitativa la recaudación, con el compromiso de que el dinero será mejor gastado y que veremos resultados.

Y en esto hay que ser claros: todos debemos aportar.

Junto a la Reforma Tributaria, era preciso comprometernos con la esencia misma de la labor pública: el servicio. En los últimos años, la contratación de empleados públicos y la asignación de recursos se han dado en forma inercial, con escasa o nula planificación, lo que se traduce en la coexistencia de múltiples regímenes laborales y más de 400 conceptos remunerativos y no remunerativos.

Esto no podía seguir así.

La Ley de Reforma del Servicio Civil que acaba de promulgarse tiene por objeto mejorar las reglas y prácticas

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