Mi Carrera
Enviado por textos • 31 de Agosto de 2014 • 488 Palabras (2 Páginas) • 197 Visitas
En la Antigüedad clásica occidental, se daba por sentado que un texto
escrito valioso debía y merecía leerse en voz alta, y la práctica de leer los textos en
voz alta continuó, comúmente con muchas variaciones, a través del siglo XIX
(Balogh, 1926). Esta práctica tuvo un fuerte influjo en el estilo literario desde la
Antigüedad hasta tiempos bastante recientes (Balogh, 1926; Crosby, 1936; Nelson,
1976-1977; Ahern, 1982). Añorando todavía la antigua oralidad, el siglo XIX creó
concursos de "oratoria" que intentaban volver a un estado prístino los textos
impresos empleando una esmerada habilidad para memorizar los textos palabra
por palabra, y recitarlas de tal manera que sonaran como producciones orales
improvisadas (Howell, 1971, pp. 144-256). Dickens leía extractos escogidos de sus
novelas sobre la tribuna del orador. Los famosos McGuffey's Readers, publicados en
Estados Unidos con aproximadamente 120 millones de ejemplares entre 1836 y
1920, eran concebidos como selecciones de lecturas auxiliares, no para mejorar la
comprensión de la lectura (lo que idealizamos hoy en día) sino para la lectura
declamatoria oral. Los McGuffey's se especializaban en pasajes literarios donde el
sonido cobrara importancia fundamental y versaran sobre grandes héroes
(personajes con una gran influencia oral). Proporcionaban interminables
pronunciaciones orales y ejercicios para la respiración (Lynn, 1973, pp. 16 y 20).
La retórica misma fue trasladándose, gradual pero inevitablemente, del
mundo oral al mundo de la escritura. Desde la Antigüedad clásica, las habilidades
verbales aprendidas en la retórica se practicaban no sólo en la oratoria sino
también en la escritura. Para el siglo XVI los libros de texto de retórica
comúnmente pasaban por alto, de las tradicionales cinco partes de la retórica
(invención, disposición, estilo, memoria y recitación), la cuarta, la memoria, que no
era aplicable a la escritura. También reducían al mínimo la última parte, la
recitación (Howell, 1956, pp. 146-270, etcétera). Por lo general realizaban estos
cambios con espaciosas explicaciones o bien sin explicación alguna. Hoy en día,
cuando los programas de estudios incluyen la retórica como materia, por lo regular
esto sólo significa el estudio de cómo escribir correctamente. Pero nadie lanzó
nunca deliberadamente un programa para dar esta nueva orientación a la retórica:
el "arte" simplemente siguió el rumbo de la conciencia, alejándose de una economía
oral hacia una escrita. La tendencia culminó antes de que se notara que algo estaba
sucediendo, y en ese momento la retórica ya no fue la
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