NUEVAS TENDENCIAS PARA LA PRODUCCIÓN MACROECONÓMICA

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   A lo largo de la historia las sociedades han evolucionado en diferentes períodos de tiempo, en la actualidad estos cambios se dan a la mayor velocidad posible. De modo que la constante innovación y adaptación al cambio ahora es más necesaria que nunca, sin embargo esto produce una paradoja en cuanto a las estructuras políticas y económicas del mundo, ya que a pesar del constante cambio diario estás no han sido modificadas en la misma magnitud ni rapidez que el entorno que rigen.

   En cada cambio se presentan nuevos retos que requieren soluciones que empleen todas las herramientas a nuestro alcance, tales como la tecnología, investigación, conocimiento previo y comunicación. Actualmente, el reto más grande que se enfrenta a nivel mundial es la inminente necesidad de un nuevo proceso de producción que a diferencia del actual tenga en consideración no solo los costos de producción y las utilidades generadas sino las repercusiones ambientales y sociales.

   Hasta ahora el sistema de producción es un proceso lineal conformado por cinco pasos que son: Extracción, producción, distribución, consumo y desecho; entendido como la Economía de los Materiales. (Fox, The Story of the Stuff, 2007)  El cual todos conocemos y somos conscientes de él, sin embargo se volvió tan intrínseco a nuestro día a día que dejamos de cuestionarnos su funcionalidad y la relación costo beneficio real que tenía hasta que las repercusiones fueron tan notarias que no había más opción que analizar los posibles cambios para mejorar.

   Para lograr un cambio real en los modos de producción primero debemos re estructurar las políticas y variables macroeconómicas. La crisis financiera del 2008 fue el último choque de realidad que el mundo ha vivido, porque a partir de sus consecuencias se pudo apreciar las debilidades del sistema político y económico más ampliamente. Las repercusiones de la caída de la economía más grande del mundo en ese momento, se expandieron a todos los demás países de manera casi instantánea, gracias a la interdependencia económica que se ha generado a nivel mundial gracias a la globalización. (Sachs, 2009)

   A raíz de esto, China y Rusia, grandes potencias, han reconsiderado su apertura a mercados externos por la cantidad de riesgos que implican. Poniendo así en tela de juicio las ventajas de una  economía abierta, y contemplando la posibilidad  de regresar a autarquías, para ‘resistir el liberalismo en su propio interés de supervivencia a largo plazo’. (IDEA, 2007)

   El período anterior a la crisis financiera dio paso a lo ocurrido gracias a una decadencia en las políticas económicas y falta de crecimiento en conocimientos de la ciencia económica. Las doctrinas económicas que debaten en este siglo por la razón se limitan a las teorías neo keynesianas y a las de libre mercado. (IDEA, 2007)

   Sus diferencias particulares radican en que para la primera lo relevante es la intervención estatal para el crecimiento de la economía a través de la demanda agregada, mientras que para los liberales el mercado es la estructura más eficiente para regular precios y alcanzar óptimos. Tras la crisis se optó más por una política económico intervencionista para rescatar bancos y la producción.

   Sin embargo, a pesar de sus contradicciones ambas doctrinas convergen hacia los principales objetivos macroeconómicos deben fijarse en la estabilidad de precios, baja tasa de desempleo, y alto crecimiento económico. Igualmente coinciden en que las economías deberían continuar con una competencia individual entre países, con cooperación global solo para regulaciones estandarizadas; y por último pero más relevante en cuanto el tema de nuevas tendencias, estas doctrinas consideraban a los problemas estructurales como la distribución del ingreso, energía,  cambio climático, infraestructura, etc. Como problemas económicos de poca relevancia.

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