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Ni una menos


Enviado por   •  2 de Agosto de 2017  •  Ensayo  •  715 Palabras (3 Páginas)  •  108 Visitas

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#Niunamenos

Años atrás, cuando hice la práctica, intervine en un caso de violencia intrafamiliar que despertó enardecidos debates al interior de mi oficina, dividiendo a mis compañeros de labor en 2 bandos: los que apoyaban al agresor y los que amparaban a la agredida. En los debates, quienes generalmente defendían al primero eran mujeres, las que también condenaban Y JUZGABAN el actuar de su congénere (“fue muy maldita la vieja”, afirmaban; “se lo merecía”, decían).

Esa actitud no dejaba de sorprenderme, sin embargo, el paso de los años me mostró una verdad tan impactante como evidente: una gran cantidad de féminas son mucho más machistas que los propios varones… No en vano existen frases tales como “la hueona MARACA, se come a 2 minos”, “ESA PERRA está llamando a mi pololo” y “ESA PUTA me tiene envidia”. No nos leamos la suerte entre gitanos, la cosa es así.

El caso era más o menos el siguiente:

Un tipo fue acusado de golpear a su ex esposa, de quien se había separado hace 2 años más o menos. Para muchos, lo sucedido fue “la consecuencia esperable” de una relación disfuncional, marcada por la incomprensión y el deseo de control mutuo, actitudes que solían ir acompañadas de intrigas, malos tratos e insultos cruzados.

Del matrimonio nació una hija, a la cual ambos padres decían amar, a pesar de lo cual manipulaban odiosamente a fin de dañarse mutuamente (como que no cachaban que al final, la que más sufría era la niña, que tenía que aguantar las pendejadas de dos viejos inmaduros). Durante su tiempo con ella, los progenitores no filtraban sus opiniones, motivo por el cual los “tu papá me odia” y “tu mamá me quiere ver preso”, eran cotidianos.

Transcurridos los años, los recursos que los adultos usaban para inferirse dolor fueron sofisticándose, de modo que utilizaron el sistema judicial para echar sus gallitos personales y ahí ocurrió lo terrible.

En estrados, la señora llevó de testigo a un desconocido que –según ella– aportaría antecedentes relevantes a la ya compleja situación. Al iniciar su relato, el sujeto se identificó como “Pedro, la pareja de la madre”, para luego añadir que la relación amorosa se extendía desde hacía ocho años. El papá de la niña hizo cuentas y se espantó: le habían engañado mucho antes de separarse. Se sintió morir. No es que él no hubiera sido infiel (lo fue y en varias ocasiones), pero lo dicho afectaba su orgullo de macho, ese que le decía que la mujer “no engaña”, que “sólo el hombre puede tener más de una pareja”.

El testigo siguió: “Yo vine a decir que la niña no es hija de ese tipo. El papá biológico soy yo y esto lo sabe mi pareja. Ella y yo nos acostamos muchas veces cuando ella estaba con él. Al embarazarse, me dijo que le iba a pasar ‘un golazo’, pero sólo pa’ guardar las apariencias y pa’ sacarle plata… Y bueno, ahora

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