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“No hay que refugiarse en la lectura, sino emplear su capacidad de modificar el estado de las cosas”


Enviado por   •  15 de Marzo de 2017  •  Ensayo  •  1.672 Palabras (7 Páginas)  •  318 Visitas

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¿Leer, y eso pa’ qué sirve?

Edwin Andrés Betancourt Garzón Ceplec II: 5467

“No hay que refugiarse en la lectura, sino emplear su capacidad de modificar el estado de las cosas”

Ángel Gabilondo     

     ¿Qué sería de la humanidad sin el paso de la oralidad a la escritura? Seguramente nos hubiéramos perdido las grandes reflexiones, los grandes textos y la  gran cultura que nos ha precedido. La escritura transmite; conocimiento o no. Transmite lo que ha ocurrido, lo que ocurre y lo que se cree que ocurrirá. La escritura fue un paso maravilloso y muy grande para el hombre. ¿Qué hubiera sido de Platón, quien en ese entonces siente ese paso de la oralidad al texto escrito, sin sus Diálogos tan vitales y no remotos a nuestra actualidad? Gracias a este paso también se empezó a dar la literatura, aunque ya había literatura pero no escrita.

     En el siguiente ensayo pretendo mostrar algunos puntos que demuestren la importancia de la lectura en una sociedad como la colombiana, en la que la globalización, el consumo, la diversión y el entretenimiento, son factores predominantes en el día a día de las personas, y cómo la lectura permite la liberación de estas cadenas del capitalismo, en un país en el que las elites dictan las leyes, nos dicen qué hacer, y en este caso qué leer.

     Todas las cosas que nos rodean son susceptibles de lectura: los carros, las nubes, la sociedad, los demás; el hombre es lenguaje y se comunica con los demás mediante éste. Estamos en constante interpretación y lectura de nuestro entorno, leyendo anuncios, acontecimientos, y un largo etc., pasando por imágenes de Facebook, estados y noticias de prensa. El hombre da nombre a las cosas y hace acuerdos con los demás para llamar de determinada manera, determinadas cosas. La sociedad se crea así: mediante el lenguaje. Aunque lo antes mencionado es leer, vamos a pasar a cómo está nuestro país en índice de lectura pero textos impresos.

     En Colombia, según estudios realizados en 2014 por Encuesta de Consumo Cultural Dane 2014  “no leemos por falta de plata, sino por falta de interés” sentencia el artículo de El Tiempo, quien presenta los estudios realizados. Según el artículo “Incluso, los que dijeron leer son menos que los que dijeron no hacerlo: 48,4 % que afirmaron consumir textos frente a 51,6 % que dijeron que no. Al decantar las cifras, se encuentra que la mayoría no pasa de leer uno o dos libros al año”. Esto nos demuestra que la gente lee muy poco, y a propósito recientemente se realizó el plebiscito con los Acuerdos realizados en La Habana, podemos confirmar que la gran mayoría de los votantes no conocía ningún punto del acuerdo. Y, aunque es comprensible debido al poco tiempo y a lo complejo del texto, no es excusa para no haberlo intentado y dejarnos encauzar por los medios de comunicación.

     Pero, ¿a qué se debe la falta de lectura en Colombia? Puede ser que por falta de bibliotecas, pero según la Biblioteca Nacional, hay una biblioteca por cada 34.651 colombianos. En realidad veo una cifra justa aunque escandalosa para un gobierno al que no le interesa que el colombiano promedio lea y forme su capacidad analítica y crítica. Es más interesante cuando Colombia ha dado a luz muchos buenos escritores y los seguirá dando, pero el Estado y quienes gobiernan desplazan a estos personajes.

La función esencial del hacedor es iluminar, inducirnos a nosotros, los lectores, a redefinir nuestras creencias, a ampliar nuestras definiciones y a cuestionar nuestras respuestas. Pero al mismo tiempo, por miedo al cambio y a la inseguridad, tratamos de relegar su papel al de fabulador, al de embustero, equiparando la ficción con la mentira y oponiendo el arte a la realidad política… (Manguel, 2010, pg. 40)

     No sólo los gobernantes desinteresados en el pueblo desplazan al hacedor (al escritor), sino que la sociedad también lo hace. Porque a la sociedad no le interesa la reflexión, la angustia; en nuestros tiempos siempre busca su felicidad y su zona de confort, y todo lo que raye con ella, es ignominia.

     Esto es problemático porque la capacidad crítica de las personas no se hace notar. Y la falta de crítica en una sociedad, deriva en medios de comunicación manipuladores y gobernantes paupérrimos que no van en pro del pueblo y sus puntos de quiebre.

     Según estudios científicos leer reduce el estrés. No me puedo ni imaginar, mi país que lee, reduciendo el estrés de los trancones, las malas noticias, las deudas, etc. Pero por desgracia a la gente no le gusta leer. Y no digo que esto sea malo, porque prefieren otras actividades que quizá mejoren su crecimiento personal. También esto se debe a que en algún momento de sus vidas los obligaron a una lectura, y la lectura de un libro tiene que ser un accidente, no puede ser algo premeditado y menos obligado en un país que es libre y rebelde.

      La lectura no debería ser para entretenimiento sino para que angustie, tiene que rompernos en dos, fracturarnos y hacernos pensar hasta en el suicidio. Como dijo Kafka alguna vez, “un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros”. (1907) A través de grandes relatos y grandes textos podemos conocernos mejor a nosotros mismos, redescubrirnos en un contexto que promueve la colectividad y a la par la individualidad.

…las ficciones pueden ayudarnos. A veces, hasta pueden aliviarnos, iluminarnos y mostrarnos el camino. Sobre todo, pueden recordarnos nuestra condición, traspasar la apariencia superficial de las cosas, hacer que reconozcamos corrientes superficiales y subyacentes. Las ficciones pueden alimentar nuestra conciencia, lo cual puede generar la facultad de saber, si no quiénes somos, al menos qué somos, un conocimiento esencial que nace de la confrontación de la voz de otro. (Manguel, 2010, pg.25)

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