¿OBJETOS O SUJETOS? UN INTERROGANTE PARA LA ESPECIALIDAD.
Enviado por Vanesa Zapata • 27 de Marzo de 2016 • Ensayo • 2.012 Palabras (9 Páginas) • 392 Visitas
Ensayo: Espacio de conceptualización: Sujeto y Educación I
¿OBJETOS O SUJETOS? UN INTERROGANTE PARA LA ESPECIALIDAD
Vanesa Zapata (Estudiante Licenciatura en Educación. UdeA)
Es bien sabido que el discurso de la educación especial ha estado trasversalizado desde sus inicios por la psicología bajo sus planteamientos científicos-experimentales, desde los cuales se fundamenta el constructo de conocimientos acerca de las necesidades educativas especiales. Sin embargo, dicho conocimiento ha dejado de lado al sujeto mismo y lo ha hecho objeto (objeto del saber especialista). En este caso, el psicoanálisis se propone como una solución de rescate de la subjetividad en tanto que le posibilita al sujeto una búsqueda del sentido de su existencia en su devenir en el mundo.
Es preciso partir de la aclaración de que el niño durante un largo periodo de la historia de la humanidad no tuvo un lugar significativo, esto se evidencia en la frase de “el niño es un adulto en miniatura”, hasta que la filosofía, la ciencia y la pedagogía se interesaron por su estudio, ubicándolo como un objeto de saber de estas comunidades científicas, objeto que ha de estudiarse, comprenderse y educarse.
En el caso de la educación especial, ha sido en el campo la tradición experimental donde ha construido su saber, en un primer momento desde la psicometría, la cual se basaba en conceptos estadísticos y normativos para diagnosticar al sujeto, esto porque comulgando con la ciencia, afirmaba que lo medible, lo cuantificable, era lo que suponía la verdad. Buscaban pues, medir la inteligencia de los sujetos, su rendimiento escolar, su sociabilidad y por medio de técnicas de análisis factoriales comprobaba las hipótesis, lo que a su vez les permitía diagnosticar. Aquí, se pueden citar ejemplos como los tests de Binet para medir el coeficiente intelectual y el estudio de Decroly que media no solo la inteligencia, sino también el tamaño del cráneo y del cuerpo.
Esta tradición fue avanzado en sus planteamientos al indagar más por los procesos cognitivos de las personas, lo que constituyó el enfoque cognitivo cuyo énfasis es el estudio de las estructuras o funciones cognitivas como la percepción, la memoria, la discriminación, el lenguaje, entre otras. En este enfoque, se distinguen pues, dos perspectivas la estructural y la funcionalista. La primera propone que los déficits son innatos y relativamente inmodificables; la segunda, afirma que los déficits se deben más a ritmos diferentes en el desarrollo y a los altos límites de desarrollo que alcanzan las personas que los poseen. Por último una tercera perspectiva, más holística afirma que las dos posturas más que excluyentes se complementan.
Después de este recorrido histórico y brevemente conceptual, se hace evidente que los planteamientos experimentales se han centrado tanto para la valoración como para la intervención en lo orgánico, en lo corporal, en el déficit, con el fin de que lo que no funciona adecuadamente pueda mejorar siendo coherente con lo normativo para la edad cronológica. Es preciso entonces cuestionarse ¿El sujeto es su organismo, o su cuerpo, o su déficit? Se concluye, entonces, que la dimensión psíquica, en tanto los sentimientos, los pensamientos, la personalidad, la sexualidad que constituyen la subjetividad, no fue explorada sino ignorada; o si se quiere, confundida con la capacidad mental.
Es evidente, entonces, que si bien el discurso científico-experimental tiene en cuenta la población con necesidades educativas especiales y la atiende, se ha dejado de lado al sujeto mismo. Pero ¿Qué implicación tiene esto, qué consecuencias tiene esto para el sujeto que pierde su ser en el saber especialista?
Hay que partir del reconocimiento de que los especialistas son precisamente eso, especialistas, en el otro, en el estudio del otro; para eso los forman para que conozcan al otro, para que sepan de él. Es esto lo que dirá Skliar[1] citando a Nuria Pérez de Lara “puesto que en la universidad estamos invadidos de saberes y discursos que patologizan, culpabilizan y capturan al otro, trazando entre él y nosotros una rígida frontera que no permite comprenderle, conocerle ni adivinarle, puesto que en la universidad, la presencia del otro sobre el que se habla, del otro a quien se estudia y del que algo –que suele confundirse con el todo- se conoce pero del que nada se sabe; puesto que la presencia real del otro es, en la universidad, prácticamente nula y no podemos acercarnos a él para ver su rostro, escuchar su voz y mirarnos en su mirada… ”
Es pues, el creer que se sabe del otro por los conceptos que de él se tienen lo que nos separa del sujeto mismo, esa es la frontera que no permite un acercamiento, un estudio del otro pero desde el mismo. Colocarse en esta posición implica sin duda alguna que el especialista asuma una posición fálica, el especialista se presenta así mismo como el saber del otro (yo ideal), y se acerca a él de esa manera, asumiéndolo como un objeto de su saber, puesto que “la terapéutica ubicada del lado del saber sobre el deseo del otro, es probable que se lleve a cabo una especie de post-educación de parte del especialista, pues éste puede repetir el proceso que en general posibilitó la educación primera, otorgada por la familia” RAMÍREZ ESCOBAR (2007).
En otras palabras, cuando un especialista asume que tiene el saber sobre el otro, se presenta a si mismo como el saber sobre el otro, de esta manera toma la posición imaginaria de madre fálica, que todo lo sabe de su hijo, que conoce sus necesidades, que lo completa y así, como el hijo es objeto del deseo de la madre; la persona es objeto del saber del especialista, objeto porque aún no ha sido atravesado por la falta que le posibilitaría constituirse en sujeto de deseo.
En este sentido, para el especialista, la persona es objeto de su saber y como tal no contará con su subjetividad, pues él siente que lo completa y que puede darle todo cuanto necesitaría. Esta posición ilusoria del especialista anula al sujeto, pues desvanece y aún más trasforma la identidad del mismo, dado que el diagnóstico que le da se convierte en una etiqueta que será para él una identificación que trasversalizará su vida. Como lo afirma RAMÍREZ ESCOBAR (2007)”…La subjetividad queda marginada por la técnica que alienta el diagnostico en la medida en que éste solo tiende a catalogar colocando el saber sobre el lado del especialista”.
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