On My Own
Enviado por megustaelcereal • 19 de Junio de 2012 • 437 Palabras (2 Páginas) • 452 Visitas
ON MY OWN
Quert
I
Y los gritos se escuchan, se escuchan resonar en la habitación, en la casa completa. Los gritos hacia él se escuchan, su nombre rasgado, distorsionado, saliendo de los labios de quien los emitía, quien era atrapado por esas sombras, quien intentaba huir de esas formas que querían dañarlo, que querían alejarlo de ellas…
Y golpeaba la puerta, golpeaba la puerta fuerte, golpeaba todo, rompía todo, lo lanzaba todo también intentando huir de eso porque no los quería. Le asustaban.
Y gritaba por él, sin recibir respuesta. Y ya no quería estar más encerrado en ese lugar, quería salir, quería huir. Quería volar. Volar con ellas, volar con él.
Y ese él debería ser Quinn pero no lo era, era ese otro él. Era con quien se encargaba de llegar lejos más inconsciente que consciente. Era ese pelinegro de ojos verdes con el que se acostaba, con quien engañaba al hombre de su vida que sabía que lo hacía.
Y ya no entiende por qué grita, ya no entiende por qué pide ayuda. No hay nada ahí. Pero se abraza las rodillas y los brazos se ven limpios y si va al espejo todo se ve limpio también, se ve limpio el cuello como nunca.
Y aspira aire por la nariz, profundo, llenando sus pulmones y está limpio.
Está jodidamente limpio y necesita no estarlo.
Y el desastre vuelve, porque busca en todos los cajones a ver si hay algo, pero no pilla nada. Absolutamente nada.
Ni una sola mierda para fumar, aspirar o inyectar.
Ni una sola pastilla y la furia vuelve.
Y su nombre vuelve a los labios, pero con rabia, no con necesidad. Los golpes en la puerta vuelven, el dolor en las manos vuelve, la necesidad vuelve, las patadas también y ni se da cuenta cuando está golpeando ese espejo que le mostró la realidad.
Pero de lo que se da cuenta es de que su mano sangra y sangra mucho porque tiene pedazos de vidrio incrustados. Y ve la sangre, roja. Y es lo más llamativo que ha visto en horas. Y sabe que Quinn se alertó por el sonido del vidrio roto, porque ha escuchado un sollozo del otro lado de la pared. Y escucharlo así, le entra las ganas de llorar también. Y mirando su mano dañada, incrustada de vidrios que crujían despacio acaricia la pared, la acaricia mientras acaricia un vidrio también.
Y al siguiente parpadeo ese vidrio también tiene sangre, de un brazo. ¿Cuál? Ni idea. Sabe que es uno el que sangra.
Y acaricia suave su herida también y luego la pared, dejando el rastro de los dedos.
Y luego golpea, incrustando más los pedacitos.
Y luego grita.
Y luego a negro.
...