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Origen y transformaciones de la idea de ciudadanía


Enviado por   •  3 de Octubre de 2012  •  Trabajo  •  2.137 Palabras (9 Páginas)  •  506 Visitas

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I-Origen y transformaciones de la idea de ciudadanía

La ciudadanía no se limita a un concepto; ante todo, se trata de una experiencia histórica, aunque es conveniente también emprender un análisis en cuanto al contenido de esta idea.

Orígenes

Para los romanos, la civitas constituía la asociación política, el conjunto de bienes políticos privilegiados que compartían los hombre libres. La civitas se oponía a gens, populus y a Natio. Las naciones eran en la antigüedad clásica “ ... comunidades de origen que vienen integradas geográficamente por comunidad de asentamiento o por relaciones de vecindad, y culturalmente por tener una lengua común y costumbres y tradiciones comunes, pero que todavía no están integradas políticamente mediante una forma estatal de organización.”

La Edad Media experimenta la aparición del concepto de imperium. Bajo el dominio del rey, la noción de comunidad políticamente organizada cede frente al poder de esa figura.

Con el advenimiento de la modernidad, se opera una transformación muy importante en el concepto de nación, pues su significado cambia y surge como la portadora de la soberanía, hasta el punto de que en el siglo XVIII adquiere ambos significados (comunidad de origen y ente portador de la soberanía), para más tarde constituirse en un predominio de la segunda.

En efecto, aparece la nación como comunidad de ciudadanos y no de descendencia. Esta última visión proviene más que todo de la tradición germánica y originará posteriormente el nacionalismo alemán, en tanto la primera se ha convertido en el origen de la idea moderna de ciudadanía, como lo afirma Alain Touraine:

La ciudadanía reduce el individuo al ciudadano, es decir, aquel que acepta las leyes y las necesidades del Estado, que sólo tiene derechos si cumple deberes, si contribuye a la utilidad colectiva, al interés general; pero al mismo tiempo, la ciudadanía afirma que el poder político no tiene otro fundamento legítimo que la soberanía popular.

Tales fundamentos, como lo señala el autor, implican una gran ambivalencia, pues se debaten entre la idea republicana de la voluntad general y la idea democrática de la ley de la mayoría.

La idea de nación da forma a la soberanía popular y al mismo tiempo otorga al Estado que habla en nombre de la voluntad general un poder absoluto, que lleva en sí un riesgo de totalitarismo. Lo que hizo de la idea de pueblo, más aún que de la de nación, el doble del estado, el medio de que éste hiciera triunfar a su unidad sobre la diversidad de toda la sociedad. En nombre de la nación se derrumbaron los feudos y los privilegios, pero también en su nombre, se destruyeron las culturas regionales y vastos dominios de la memoria colectiva, y en nombre de la igualdad entre los ciudadanos, se condenaron o ignoraron las diferencias e identidades sin las cuales no puede construirse la mayor parte de los actores personales.

Esa unión conflictiva entre el nacionalismo y el republicanismo es una conexión de tipo psicosocial en la que uno se convierte en el vehículo del nacimiento del otro, pero no se trata de una conexión conceptual estricta, pues, como se acaba de evidenciar, la libertad nacional no coincide, necesaria y automáticamente, con la libertad política de los individuos en el interior, pues la idea nacional, en tanto es democrática, implica no sólo la integración al Estado, sino también un recurso; contra éste, una separación y la afirmación de una órbita de autonomía personal, como lo ha sintetizado Jurgen Habermas:

El Estado Nacional había fundado, pero sólo transitoriamente, una estrecha conexión entre ethnos y demos. Pero conceptualmente la ciudadanía fue desde siempre independiente de la identidad nacional.

PERSPECTIVAS TEÓRICAS SOBRE LA NACIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL

Desde la teoría política y social contestar esta pregunta es clave y complejo a la vez.

Ello es así porque la respuesta implica un recorrido por toda la filosofía política moderna, dando cuenta de las mutaciones tanto del concepto mismo de sociedad civil, como de su relación con el Estado. Como veremos las definiciones sobre la sociedad civil no son acabadas, por ello además de hacer mención de éstas, nos interesa comprender el concepto ilustrando los componentes, los límites y los actores relevantes de la sociedad civil pensado desde sus organizaciones.

Si bien no optaremos por una enunciación definitiva, antes de adentrarnos en el debate señalamos que en primer lugar en nuestro caso acompañamos una noción de sociedad civil que se construya a partir de la conformación de grupos o movimientos plurales y autónomos de las acciones estatales y del mercado, vale decir cuyo objetivo inmediato o primario no es la dominación política ni la acumulación de capital. Pero no se encuentran escindidos de estos dos fundamentales espacios de las sociedades modernas, ya que sus intervenciones se manifiestan e influyen en el campo de lo político, lo económico, lo social y la cultura en términos generales, al trabajar y buscar la representación de los derechos, del espacio público, de tradiciones y opciones culturales o sociales, constituyendo a su vez las prácticas propias que hacen a la vida de los ciudadanos. Esta noción de sociedad civil puede construirse desde los grupos, la clase, el pueblo, la comunidad o los individuos según la óptica que se tenga, que en nuestro caso, no se ata necesariamente a un sujeto único vertebrador. Es autónoma en cuanto también busca la defensa de su multiplicidad interna, pero no es esencialista ni autorreferenciada, sino que se construye en el devenir de las relaciones que establececon el Estado y el mercado. Esta concepción nos distancia de aquellas que la toman como un espacio absolutamente diferenciado y escindido del Estado, en tanto establecerlo como un reino absoluto de lo privado, pero también de la visión de comunidades cerradas y corporativas.

Pensar la sociedad civil, entonces, nos refiere tanto a las asociaciones que se generan los mismos ciudadanos (agrupados por clases, estrato, u otra categoría) como así también al tipo de relaciones que se plantean entre el Estado y la sociedad, tomando en cuenta que nos referimos a sociedades capitalistas, donde el mercado opera como un central ordenador económico. Así la visión dual planteada por el liberalismo no es exacta, pues esconde que se trataría de tres actores o dimensiones en juego (Estado, sociedad, mercado), dos de los cuales definen con mayor claridad su rol: el Estado (la dominación política) y el mercado (la generación de riqueza). En esta perspectiva

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