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PRESERVACION DE LOS VALORES HUMANOS EN EL ESTUDIANTE DE DERECHO. MORAL, ETICA, DISCIPLINA


Enviado por   •  11 de Octubre de 2012  •  2.404 Palabras (10 Páginas)  •  1.287 Visitas

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PRESERVACION DE LOS VALORES HUMANOS

EN EL ESTUDIANTE DE DERECHO.

MORAL, ETICA, DISCIPLINA

El enunciado de esta plática me fue dado por las respetables autoridades de esta Escuela Libre de Derecho de Puebla. Por consiguiente trataré de limitarme al mismo y de hacer explícitos algunos de sus conceptos y mantener una estructura adecuada entre los mismos. El término “preservar” se define como: proteger con acciones adecuadas algo previamente existente. En nuestro caso, ese “algo” son los valores humanos en el estudiante de derecho. El sujeto, entonces, es el estudiante de Derecho, que está representado en estos momentos por todos y cada uno de ustedes y por todos y cada uno de los maestros de esta Escuela, porque el estudio de una profesión no se termina en el aula. El buen profesionista es un estudiante de su materia hasta su jubilación voluntaria, porque aún tiene conciencia de que su senectud le impide seguir estudiando o hasta su jubilación forzosa, porque se le terminó la vida.

Aquí, haré una digresión. He observado y es de conocimiento más o menos público, el triste final de un insigne maestro, pilar de la jurisprudencia en nuestro país, quien al no saberse jubilar a tiempo, en sus últimas declaraciones propone un estado policiaco y represivo, negando al final de su vida su propio ideario, su trabajo y dedicación al valor que

guió su vida: la justicia.

Así se comprueba que el ser estudiante tiene límites, o bien los impuestos por la arterioesclerosis cerebral o el límite definitivo, la muerte. Palabras que conllevan conceptos duros, sí. Palabras que para ustedes, jóvenes, casi carecen de sentido porque el horizonte en el cual se presentan, ustedes lo sienten tan lejano que emocionalmente les es ajeno. Sin embargo, encierran un valor: el valor de la verdad.

La Verdad valor escurridizo. ¿Qué es la verdad? Le preguntó un pretor romano a un humilde carpintero de Galilea hace dos mil años, y en ese lapso la humanidad ha trastabillado y ha dado respuestas balbuceantes a esa pregunta. Intentaré, humildemente presentar ante ustedes lo que sé sobre la verdad y empezaré diciendo: la verdad es relativa, histórica y condicionada a un ámbito cultural, y al desarrollo paulatino de toda la humanidad. Estas características de la verdad son compartidas por todos los valores, desde los más ínfimos como los valores de utilidad, hasta los superiores como los morales y los religiosos. El solo devenir provoca cambios, en el tiempo se da la evolución, proceso natural totalizante que engloba a los valores. Cuando un proceso deja de ser tal, ha llegado a su final. Afortunadamente aún estamos muy lejos del final de la historia.

Considero que el estudio de la verdad como valor humano puede servir de modelo y nos permite entroncar con otro enunciado de esta plática: “los valores humanos”.

De entrada, una crítica: no existen los valores no humanos, por consiguiente “los valores humanos” es una redundancia. Sólo y únicamente el hombre es un animal capaz de crear valores, porque el animal humano es el único que se escapa, dentro de ciertos límites, a la necesidad y al azar del mundo natural. El hombre es capaz de transformar la realidad objetiva en beneficio propio y en beneficio de los demás, esto es: trabaja y, en ese su trabajo crea valores.

Cuando el hombre trabaja está realizando no lo necesario-azaroso sino rebasándolo al reacomodar la necesidad y el azar en una nueva estructura para su conveniencia, para un fin determinado. El hombre introduce un factor teleológico que a niveles inferiores de la realidad objetiva es inexistente. No se pueden abolir las leyes naturales, por consiguiente, cuando el hombre trabaja sólo utiliza esas leyes naturales en nuevas relaciones posibles y las adecua a sus necesidades

convirtiendo sus productos en satisfactores. Este es el campo de la libertad humana. El hombre es libre únicamente cuando reconoce y respeta los límites impuestos por las leyes ineludibles y permanentes de la realidad objetiva en la cual se halla inmerso. Si por ignorancia o por perversión intenta -vano intento pasar sobre estas leyes, ya no es un ser libre, es tan sólo un necio caído en la esfera del libertinaje. Pensemos, como ejemplo, en esa ideología que únicamente entiende al hombre como hombre económico y veamos sus resultados: destruye para su provecho individual y transitorio grandes e importantes componentes de la biosfera: acumulación de gases tóxicos en la atmósfera, destrucción irreversible de zonas boscosas, impregnación de terrenos y de mantos acuíferos por moléculas tóxicas, contaminación de los alimentos o sustitución de los mismos por chatarra pseudoalimenticia y la lista podría continuar ad nauseam.

El productor de estas desgracias no puede catalogarse de hombre libre, aunque se autodenomine representante del mundo libre; en verdad, es un depredador irresponsable. Su libertinaje nos cobra a todos en nuestra salud un rédito muy alto.

Volvamos al estudio de la verdad como valor. Supongamos que aceptamos la siguiente definición funcional: “La verdad es la adecuación de la idea con la realidad”, o en otras palabras: “La verdad es, sin distorsiones, el reflejo en la mente humana de una porción de la realidad objetiva. Ese reflejo es una idea o conjunto de ideas.” Como el reflejo en el pensamiento de la realidad es adecuado y pertinente, las ideas resultantes pueden correlacionarse, sistematizarse y así acceder a la cúspide del conocimiento en teorías y, en pocos casos, al descubrimiento de leyes ineluctables de esa realidad objetiva.

Haré explícito un hecho. Observemos que el párrafo anterior se inicio con: "supongamos que", el estudio tuvo su principio en una creencia, algo que damos por cierto sin crítica o con una crítica basada en otros conceptos ya preestablecidos en nuestra mente, conceptos histórica y culturalmente previamente aceptados. El valor, cualquier valor tiene esta característica de creencia. Basta recordar el "Ojo por ojo" como una creencia en el valor justicia. En el tiempo en que imperó este concepto se le consideró plena y totalmente justo, y aun cuando aún persisten como relictos de esos tiempos algunos necios que lo siguen afirmando, es obvio para cualquier ser humano medianamente culturizado que el concepto contemporáneo de justicia rebasa ese primitivismo cruel. Un concepto de justicia podrá ser adecuado a un lapso de la historia humana, pero gracias al devenir histórico, a la evolución siempre presente en la realidad objetiva en sus niveles superiores, ese concepto puede ser rebasado y es posible que nuestro enfoque contemporáneo, hoy considere injusto lo que previamente había sido valorado como justo o cuando menos

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