Paisajismo
Enviado por berearaiza • 26 de Mayo de 2014 • 4.882 Palabras (20 Páginas) • 257 Visitas
Aun cuando la arquitectura del paisaje, como tal disciplina, es un concepto relativamente reciente, el hombre siempre ha mostrado el deseo de aumentar y conservar la belleza del entorno en que se desarrolla su existencia.
Considerada en sentido amplio, la arquitectura del paisaje se define como el arte de transformar y organizar los elementos físicos naturales para su disfrute por el hombre. Históricamente, ello se ha traducido en la creación de parques, jardines, paseos, etc. En la actualidad, sin embargo, se tiende a integrar la arquitectura del paisaje en la concepción urbanística general, con objeto de estructurar unitariamente los espacios abiertos de las ciudades.
Desarrollo histórico
Orígenes. Los orígenes del diseño de espacios naturales se remontan a Egipto, a las civilizaciones mesopotámicas y a Persia. El jardín egipcio más antiguo del que se conserva un plano corresponde a 1400 a.C., pero su complejidad hace pensar que los primeros ejemplos se remontan a más de un milenio antes. Cuando, hacia el 1750 a.C., Babilonia se convirtió en la capital del imperio de Hamurabi, el sistema de irrigación que había desarrollado permitió la creación de enormes parques de caza, con árboles y flores plantados con criterios deliberados. También sus palacios alojaban jardines, y no sólo a ras del suelo, sino incluso sobre sus techumbres. Los célebres jardines colgantes de Babilonia no eran sino grandes terrazas cultivadas intercaladas en la estructura de las murallas. Hacia el siglo V a.C. surgió en Persia el primer concepto orgánico de un gran jardín: un cuadrilátero muy amplio, profusamente provisto de vegetación, colocado en medio del desierto circundante y amenizado por edificios de variados colores. Este concepto del jardín persa se popularizaría gracias a las alfombras, que constituían una evocación de aquéllos, y llegaría a influir en el desarrollo de la arquitectura de jardines de Europa.
La cultura griega clásica estructuró su arquitectura del paisaje en dos vertientes. Las casas privadas de los ciudadanos adinerados se disponían en torno a un patio interior donde se hallaba el jardín. Para la vida pública, sin embargo, se disponían grandes espacios, como los de los campos de juegos, en los que la arquitectura ornamental se combinaba con zonas de vegetación cuidadosamente diseñadas; éste sería el origen de las villas romanas y, posteriormente, de los parques públicos europeos del XIX. Grecia desarrolló los conceptos clásicos en un sentido fundamentalmente ornamental.
Roma recogió la herencia griega tanto en el aspecto público, creando en sus ciudades numerosos paseos, como, sobre todo, en el privado. Las grandes villas romanas -entre las que es preciso destacar la del emperador Adriano en Tívoli- constituyeron los más logrados intentos realizados hasta entonces de armonizar los elementos arquitectónicos con un paisaje cuidadosamente elegido y organizado para ajustarlo a un diseño preconcebido.
En China se desarrolló un concepto totalmente diverso de la arquitectura del paisaje. Los parques y jardines chinos no pretendían imponer sus dictados a la naturaleza sino, por el contrario, imitar los aspectos más puros de ésta, y reproducir su apariencia agreste. Ello conllevaba un tipo de diseño completamente diferente del anterior, ya que su objeto era, precisamente, simular que no había existido tal diseño. Para lograrlo se evitaba todo tipo de simetría, y los edificios se construían sin ningún tipo de ostentación y con materiales como la madera y el bambú. No se pretendía, en suma, impresionar al contemplador, sino inducirlo a la tranquila meditación. Estas concepciones serían llevadas en Japón a extremos de singular delicadeza.
Edad media. En los siglos que siguieron a la caída de Roma los reinos bárbaros cristianizados prestaron escasa atención a la organización de su entorno paisajístico, en tanto que en Bizancio se mantuvo la tradición del jardín helenístico.
El Islam, desde el siglo VII d.C., absorbió las enseñanzas de bizantinos y persas para desarrollarlas luego de forma original en la India, en la costa africana y en España. Los palacios cuyo esplendor se narra en las Mil y una noches y sus jardines no han sobrevivido, pero las descripciones reflejan la creciente influencia persa. En Granada, la Alhambra y el Generalife, concebidos en parte como jardín persa y en parte como oasis, con estanques y floraciones exquisitamente colocadas entre las murallas, y éstas en el amplio escenario natural, constituyeron uno de los mejores ejemplos del concepto musulmán del paisajismo. Posteriormente, los gobernantes musulmanes de la India crearon parques y jardines más cercanos a las creencias del extremo oriente, subordinando las edificaciones a la floreciente naturaleza.
En Europa, en los siglos X, XI y XII, sobre todo debido a la influencia árabe, el claustro conventual comenzó a repetir el concepto persa del jardín cuadrado. Por esa misma época, la civilización búdica alcanzaba en Angkor Vat, en Camboya, un abrumador ejemplo de majestuosidad arquitectónica, con los templos enclavados en un inmenso parque plano surcado de canales y lagos artificiales, que simbolizaban el gran océano que, de acuerdo con la concepción hindú, circundaba a la montaña cósmica.
Del Renacimiento al siglo XX. El jardín palaciego, hecho para el goce de unos hombres que creían ser la medida del mundo y habían recuperado la concepción antropocéntrica de la Grecia clásica, recuperó su esplendor con el Renacimiento. Particularmente delicados fueron los florentinos, como el de la Villa Medici, de Fiésole (1485), o el de la Villa Gamberaia, en Settignano (1610), parcelado para que cada sector reflejara uno de los cambiantes humores humanos. Cerca de Roma se construyó el más impresionante de todos, el de la Villa d´Este en Tívoli (1550), compuesto por terrazas a través de las cuales se desploman cascadas que alimentan fuentes y estanques. Las villas de Andrea Palladio, de la misma época, y sus jardines, habrían de marcar en adelante el gusto en cuanto a la arquitectura del paisaje se refiere. El barroco culminó esta etapa con la invención de notables efectos teatrales.
En Francia fue creado un estilo de arquitectura paisajística acorde con la función suprema que desempeñó el monarca desde el siglo XVII. Hasta mediados de esa centuria los palacios del valle del Loira se ubicaban junto a ríos y prolongaban su magnificencia en sus jardines. Desde el traslado de la corte a París, Luis XIV rodeó sus residencias -Chantilly, Fontainebleau, Saint-Cloud, pero sobre todo Versalles- con inmensos parques donde hay parterres de flores y prolongadas avenidas que se cruzan y adornan con fuentes. Ese diseño se repitió en toda Europa, culminando en
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