Pensamientos Simón Bolívar
Enviado por mirnajr • 6 de Marzo de 2012 • Ensayo • 464 Palabras (2 Páginas) • 1.130 Visitas
Pensamientos Simón Bolívar
… el que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que produzcan los errores.
… elevar el monumento consagrado a nuestra reconciliación, a la tregua y al derecho común de los hombres. Bien merecía este monumento ser tallado sobre una mole de diamantes y esmaltado de jacintos y rubíes; pero construido en nuestros corazones.
…pero es dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto y se presenta inocente a exigir a sus propios compañeros de infortunio una recta decisión sobre su inculpabilidad.
… Tú me pides que diga que no quiero a nadie. ¡Oh, no! A nadie amo; a nadie amaré. El altar que tu habitas no será profanado por otro ídolo ni por otra imagen…
¡Adiós Colombia! ¡Adiós Libertad! Tan preciosas ambas, ¿Como debemos perderlas sin llorar lágrimas de sangre?.
¡Caraqueños! Nacido ciudadano de Caracas, mi mayor ambición será conservar ese título; una vida privada entre vosotros será mi delicia, mi gloria y la venganza que espero tomar de mis enemigos.
¡Compadezcámonos mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que manda solo!.
¡Cuán espantoso es no creer en la virtud!
¡Cuan superior es la suma de las luces a la suma de las riquezas.!
¡Felices aquellos que creen en un mundo mejor! Para mí, este es muy árido.
¡He proclamado la Libertad absoluta de los esclavos.!
¡No creo ninguna cosa tan corrosiva como la alabanza! Deleita al paladar pero corrompe las entrañas.
¡Soldados: la esperanza de las naciones está pendiente de vosotros; dad un nuevo día de gloria a vuestra patria…!
¿Cuán dichosos fuéramos si nuestra sabiduría se dejara conducir por la fortaleza?
¿Dejaremos perecer a Bolivia cuando es el gran trofeo de Ayacucho? No, mi querido general, salvémosla, porque es nuestra hija gratuita, de adopción: nos la ha dado la fortuna, y no el acaso; diré mejor, nos la ha dado el mérito y no la suerte. No podemos negar una hija que ha salido de nuestra mente como Palas de la cabeza de Júpiter, grande, bella y armada.
¿Que importa que yo perezca para que viva un pueblo?.
¿Quiere usted que yo continúe haciendo de Jesucristo sin ser Dios? Esto es muy duro, esto supera mis fuerzas.
¿Seremos capaces de mantener en su verdadero equilibrio la difícil carga de una república? ¿Se puede concebir que un pueblo recientemente desencadenado se lance a la esfera de la libertad, sin que, como Ícaro, se le deshagan las alas y recaiga en el abismo?
Aborrezco mortalmente el mando porque mis servicios no han sido felices, porque mi natural es contrario a la vida sedentaria, porque carezco de conocimientos, porque estoy cansado y porque estoy enfermo.
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