Pensamientos
Enviado por • 28 de Enero de 2014 • 6.809 Palabras (28 Páginas) • 163 Visitas
EL POSITIVISMO EN AMÉRICA LATINA EN LAS POSTRIMERÍAS DEL SIGLO XIX
A mediados del siglo XIX la sociedad y la educación en AméricaLatina seguían presentando esquemas coloniales, a pesar de la dura criticasurgida a partir de la ilustración. Por tanto, sé hacia necesario unpensamiento que atacara esas viejas formas coloniales y que propusieraun nuevo camino para llegar a la verdad, distinto del método escolástico.Una novedosa corriente filosófica, el positivismo, proporcionoentonces a los pensadores latinoamericanos los fundamentos teóricos parahallar la verdad de las cosas en los hechos y en los fenómenos.Los pensadores latinoamericanos asimilaron la doctrina positivista,creada por Comte, y la aplicaron a nuestra realidad. Con el positivismo selograron superar los rezagos coloniales y se creo una conciencia empírica.El país que recibió más influencia del positivismo fue México. Allí marcó la vida política, educativa y social, al punto que Gabino Barreda,discípulo de Comte, organizo la educación del país por encargo delgobierno.La evolución según Comte era dejar atrás la estructura totalmentepasiva que dejaba una época antigua y medieval; marcada por la imagende un ser, ente o organismo sobrenatural que explicara los hechos yacontecimientos del mundo. En cambio desea fomentar la explicación de
los hechos y buscar la tan anhelada y esquiva “verdad”: por la
experiencia, por lo tangible, observable y vivencial de esta manera crea enla modernidad un incentivo a la observación y por lo tanto de crítica sobrelos criterios del conocimiento.
Al experimentar y descubrir un mundo más “razonable” en donde
los acontecimientos son objetivos y menos mágicos, se deslumbra que latradición es refutable y que lo que jamás podrá negarse es lo que a losojos de todos sea verificable.Los avances que genera un pensamiento positivo son bastantesconsiderables, puesto que incentiva a la investigación importante en unespacio ideológico moderno donde el cambio y el descubrir el mundo sonla base de sociedad.El positivismo recibió duras críticos a comienzos del siglo XX, debidoa que hacia demasiado énfasis en lo experimental y rechazaba todaexpresión relacionada con la espiritualidad e interioridad del hombrelatinoamericano
IRRACIONALISMO
Suele llamarse así a la doctrina filosófica que comprende a todas aquellas teorías que niegan el primado de la razón (v.), entendiendo por tal al entendimiento (v.) humano en su función discursiva. En sus posturas más extremas, el i. sería con frecuencia una reacción al exagerado racionalismo (v.) dominante en muchos filósofos y pensadores a partir de Descartes (v.), y que perdura en diversos ambientes y corrientes hasta el s. xx (por ej., v. POSITIVISMO; EMPIRISMO; IDEALISMO; etc.), pero sin lograr el equilibrio y acierto de un verdadero realismo (v.). En realidad, se trata de un término de significado poco preciso y en el que se engloban posturas doctrinales de muy diversa índole y motivación. Así, dentro de lo irracional, como opuesto a lo racional, puede encuadrarse la inspiración poética, la intuición, el éxtasis místico, la visión profética, el instinto, lo subconsciente, etcétera, es decir, todas aquellas formas de conocer y de actuar que no parecen poder reducirse ni explicarse por la rígida y nítida estructura del discurso racional (v. coNOCIMIENTO; RACIOCINIO). Tomado en este amplio sentido, el i. es una constante del espíritu humano, cuyas manifestaciones, más o menos intensas, más o menos prevalentes, pueden detectarse a lo largo de toda la historia del pensamiento del hombre. La oposición entre racionalirracional puede hacerse equivalente a la de apolíneodionisiaco delineada por Nietzsche en su Die Geburt der Tragódie (1872) dentro de la cultura griega. Como ya había señalado con anterioridad Schelling, lo apolíneo es lo definido, lo ordenado, lo sistematizado; lo dionisiaco es lo impulsivo, lo instintivo, lo pasional (Philosophie der Of fenbarung, en Siimmtliche Werke, ed. por su hijo, Stutgart-Augsburg 1856-61, parte 11, vol. 4, 25).
Al efecto de dar una mayor precisión a la noción de i., se hace necesario distinguir entre lo que pudiéramos llamar i. no-racionalista e i. anti-racionalista.
Irracionalismo no-racionalista. Se caracteriza por negar el primado de la razón, pero reconociendo a lo racional un papel positivo en el orden del ser y del conocer; la razón es un valor, algo valioso, aunque no sea el valor superior; dentro de este tipo de i. hay que incluir al empirismo (v.) y al intuicionismo (v.) en algunas de sus formas.
Para el empirista, el conocimiento racional tiene una misión positiva que cumplir; claro es que, frente al racionalismo (v.) gnoseológico, sostendrá que el papel de la razón está subordinado de cierta manera al de los sentidos, al de la experiencia, pero ello no es óbice para que la primera realice una función cognoscitiva de indudable positividad. Bien demostrativas de este aserto son las siguientes palabras de Locke: «Pues, del mismo modo que la razón percibe la necesaria e indudable conexión existente entre todas las ideas o pruebas en cada paso de una demostración que produzca el conocimiento, así también percibe la conexión probable entre todas las ideas o pruebas en cada paso de una disertación que juzgue merecedora de su asentimiento» (Essay, IV,17,2); y, a continuación añadirá: «Podemos considerar en la razón estos cuatro momentos: el primero y superior consiste en el descubrimiento y hallazgo de pruebas; el segundo en la ordenación metódica y regular de las mismas, y en su disposición en un orden claro y coherente que permita ver fácil y plenamente su conexión y vigor; el tercero consiste en la percepción de sus conexiones; el cuarto en obtener la conclusión adecuada» (o. c., IV,17,3).
Algo semejante es lo que sucede con algunas de las formas del intuicionismo. Para Platón, p. ej., el discurso racional, la diánoia, tiene una elevada misión, la de ser la vía del saber matemático, si bien el filósofo griego admita una forma más elevada de conocer, la intuición, la nóesis, por la que tenemos acceso al mundo de las ideas eternas e inmutables en su perfección. De igual modo, en el intuicionismo de Fichte, Schelling y Hegel, lo racional, en cuanto discurso de la mente, no es hipovalorado, sino únicamente se otorga a la intuición intelectual, al conocer inmediato una función superior; para Schelling, p. ej., sin intuición la filosofía sería un quehacer imposible, ya que todos sus conceptos son producto de ella, pero tal intuición no es obstáculo al elevado papel que tiene la razón en su sistema filosófico.
Para el i. no-racionalista, pues, la no-racionalidad hay que entenderla como opuesta al primado del discurso racional que establece el racionalismo
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