Perfil Descriptivo: "María", Por Bryan Cottle G.
Enviado por bryancottle.g • 13 de Octubre de 2014 • 1.029 Palabras (5 Páginas) • 182 Visitas
María la del barrio
Con la vista baja, el pelo cubriendo su cara y voz suave, sumisa, parecía ser alguien a quien solo le importaba acabar el día de trabajo y esperar el siguiente. Como un fantasma que deambula la casa, casi invisible. Fue así la primera semana de trabajo, pero como si de una moneda de dos caras se tratara, María Huamán Hurtado o Mary, como le gusta que la llamen, cambió repentinamente su forma de ser: no solo atendía las llamadas, sino que también las hacía. La refrigeradora, repleta por las compras realizadas, se iba vaciando cada vez más rápido, aún cuando no había nadie en la casa; sin embargo, siempre se mantuvo invisible, audaz.
La vi, rebuscando entre los cajones algo con qué hacerse, como si contara con todo el tiempo del mundo, como quien dispone de la casa entera para sí mismo. No estaba sola, pero ella lo ignoraba, creo.
Di dos pasos para atrás y grité: “¡María!, ¿has visto mi mochila?”, entré bruscamente a la habitación y la atrapé en el acto. Ella dio un salto para atrás y con voz titubeante me dijo que había estado ordenando los cajones todo el tiempo y que no sabía nada de una mochila. Fue obvio para ella que yo la había visto y que no había nada que ordenar, sin embargo se metió en su papel: “está todo empolvado joven, mejor salga de la habitación mientras yo sigo limpiando”. Sus ojos reflejaban convicción, como quien confunde la realidad con la ficción, de un instante a otro realmente se encontraba limpiando. Ella estuvo limpiando todo el tiempo, nada más.
La mujer es sorprendente, hábil en lo que le conviene hacer y amateur en las que no. Una bruja, quizás, pero una muy buena.
Pero que no te asuste su forma de ser, no muchos pueden ser golpeados de pequeño, abandonar su hogar a la edad de 15 años y no tener problemas más adelante. Aplaudo el coraje que tiene por contar esto en su entrevista de trabajo sabiendo que es posible que no la contraten.
Hace poco la encontré en su actual lugar de trabajo, una casa en Pueblo Libre, cortando una cebolla.
“¿Que tal está, joven?” - preguntó con la confianza que se había formado por el paso del tiempo. Asentí la cabeza como quien dice “bien” sin pronunciar una palabra. No le incomodaba el silencio, lo aceptaba. “María, ¿te consideras sincera?” - pregunté de manera inesperada. Ella sonrió y guardó silencio durante unos segundos. “¿Es que tengo que contestar eso?” – dijo como si hubiese sido una pregunta retórica y levantó las cejas. Le comenté que, por lo general, una persona cleptómana que sufre de desordenes emocionales no siempre es digna de confianza. “No me siento ofendida, sé que no puedo evitar lo que hago (refiriéndose a su situación), pero trato de arreglarlo de la manera que se me ocurra: si un día me llevo su ipod, al menos le devolveré los audífonos ¿no?” – dijo con voz bromista.
Reí y ella también, mientras seguía
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