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Pinocho (Sinceridad)


Enviado por   •  18 de Marzo de 2014  •  Informe  •  303 Palabras (2 Páginas)  •  339 Visitas

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Pinocho

(SINCERIDAD)

Cuando se marcharon los tres médicos, el Hada se acercó a Pinocho, le tocó la frente y notó que tenía fiebre muy alta. Echó un polvillo blanco en un vaso de agua y se lo dio, diciéndole gentilmente:

-Bebe esto y dentro de un rato estarás bien.

Pinocho miró el vaso, hizo una mueca y gimió:

-¿Es dulce o amargo?

-Es amargo pero te hará bien.

-Si es amargo, no lo quiero.

-Sé obediente. Bébelo.

-Pero no me gustan las cosas amargas.

-Bébelo, y luego te daré un terrón de azúcar para sacarte el gusto de la boca.

-¿Dónde está el terrón de azúcar?

-Aquí tienes.

-Dámelo primero, y luego tomaré la medicina.

-¿Lo prometes?

-Sí.

El Hada le dio el azúcar, y Pinocho pronto lo terminó. Luego dijo, relamiéndose los labios:

-¡Qué bueno si el azúcar fuera medicina! La tomaría todos los días.

-Ahora cumple tu promesa y toma la medicina –dijo el Hada-. Te hará bien.

Pinocho tomó el vaso y olió el contenido, se lo apoyó en la boca, lo olió de nuevo.

-Es demasiado amarga –dijo-, demasiado amarga. No podré tragarla.

-¿Cómo puedes decir eso cuando ni siquiera lo has probado?

-Oh, puedo imaginarlo... lo sé por el olor. Dame otro terrón de azúcar y la beberé.

Y el hada, con paciencia maternal, le puso otro terrón de azúcar en la boca y le dio de nuevo la medicina.

-¡Realmente no puedo beberla! –gimió el títere con mil muecas.

-¿Por qué?

-Porque esa almohada está demasiado cerca de los pies.

El Hada movió la almohada.

-Es inútil... no puedo beberla.

-¿Qué otra cosa te molesta?

-La puerta está entornada.

El Hada cerró la puerta.

-Francamente, no puedo beber esa cosa amarga –protestó Pinocho-. ¡No, no y no!

-Niño, lo lamentarás.

-No me importa.

-Te morirás de fiebre.

-No me importa. Prefiero morir a tomar esa medicina amarga.

-De acuerdo –dijo el Hada.

Entonces se abrió la puerta y entraron cuatro conejos negros como tinta, llevando un ataúd sobre los hombros.

-¿Qué queréis? –preguntó Pinocho, incorporándose.

-Hemos ven

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