Poema sobre tu muerte.

Han pasado los años, día a día me vuelvo más vieja, mi cabello se hace cada vez más blanco y mi piel cada día una arruga más ha de llevar. Soy una anciana lucida con fuerzas en el corazón, no soy carga de nadie y mi vida  ya hecha quedo, cargo un rostro cansado pero alegre por con una vida que me llena de satisfacción.

Y siento el momento acercarse, hay algo en mi sentir que me hace saberlo, saber que mi muerte se aproxima, sin miedo y sin angustia la espero.

Llegado el momento un vestido blanco he de lucir, bien peinada y arreglada yo quiero partir. Son finales del el mes de octubre y los bellos adornos del día de muertos me acompañaran en mi partida, El reloj marca las 5 pm y mi familia comienza a llegar, pues yo en mi cama recostada estoy casi sin aliento para poder hablar. El reloj avanza, una hora ha pasado, la familia está reunida y se puede escuchar un fondo de música ligero y tranquilo, para evitar los llantos, las 6:30 y el momento casi llega, todos rodean mi habitación, estoy aguantando la lucidez hasta el último instante para escuchar las despedidas con todo detalle, todos con un rostro de tristeza y ojos rojos y yo con un rostro de felicidad por no dejar pendientes ni arrepentirme de nada de lo que la vida me dio, con la alegría de haber hecho todo lo que quise y la alegría de poder conocer el futuro de mi hijo y la nueva vida de mi nieto, llegan las 7 en punto y se me va el último aliento, extinguiéndome con la misma naturalidad con la que llegue al mundo, dormir lentamente, como cada noche para jamás despertar, sin dolor alguno solo mis ojos me puse a cerrar.

Algunos se sueltan en lágrimas y en llantos que no quiero escuchar, yo solo acomodada en una grande y linda caja quiero estar. Y el funeral comienza, si bien chocolate caliente y galletas han de repartir, cafecito con pan también se ha de incluir,  pocas luces y muchas velas alumbran en el denso ambiente, llegando cada vez más gente, y no importa si es mucha si es poca lo importante es el sentimiento honesto que mi muerte les provoca, traen rosas, rosas blancas y rosas rojas, todos vestidos de blanco me velaran solo una noche y el al día siguiente aprovechando que no hay sol, que no hay lluvia solo nubes y un viento que sopla ligero, me sepultaran a lado de la mujer que me dio la vida, pues no habría ninguna otra persona en el mundo con la que quiera estar en compañía en mi nueva vida. Con muchas velas, muchas rosas y muchas flores mi ataúd se queda, descansado yo ya en paz en la vida entera.

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