Pollita Bohemia

Todo era agitación en el gallinero, pollos, gallinas y patos no paraban de hablar del asunto, e incluso era comentario de los perros. Papa Gallo estaba furioso, Mamá Gallina desconcertada, pues nunca había ocurrido algo así antes. La rutina que tanto le gustaba a las temerosas gallinas, se había roto provocando confusión e inquietud, lo que en un buen cacareo (idioma de los pollos) era un desastre.

Papá Gallo era siempre puntual, energético, feroz, valiente e invencible y estrictamente a la hora de cantar para despertar al mundo.

El Papá Gallo tenía de amigos a el Viejo Ratón, roedor más sabio de los alrededores, pues había vivido en la biblioteca, antes de retirarse al acampo y el Papá Perro quién había evitado que sus polluelos fueran la cena de los gatos.

El principio fue cuando Mamá Gallina vio salir del cascarón a todos sus pollo excepto a una que permaneció en el nido por dos a tres días más de los acostumbrado. A Papá Gallo no le gustó mucho, pero al ver a la pollita que era muy tierna , pequeñita y grandes ojos negros su inquietud se disiparon. La pollita tenía un carácter afable y una muy buena disposición para conversar con cualquiera, fuera perro, chincol o pato.

El Papá Gallo no tenía objeción, pero los patos no les gustaban e incluso nunca había cruzado más de dos a tres palabras con los patos.

El Papá Gallo miraba a los patos por debajo del nivel de las gallinas, porque eran contrario a llevar una rutina establecida y formal.

El Papá perro era amigos de todos los animales, cuando estaba conversando con Papá Gallo y el Viejo Ratón, cuando apareció un pato, y el Papá Gallo se le erizaron las plumas y dijo: cómo un ave le gustaba el agua de esa manera.

Cierta mañana la Mamá Gallina echó de menos a Pollita en la sesión de escarbado matutino y preocupada buscó y buscó y grande fue su sorpresa cuando vío a Pollita durmiendo todavía, pero se enojó porque l

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