Preambulo.

Es innegable la relación que tiene el cuerpo propio en el mundo. Es a través del cuerpo que recibimos los estímulos con los que interpretamos la realidad que nos rodea. Es a través del movimiento del cuerpo que tenemos acceso a distintos puntos de vista de la realidad circundante, así como podemos percibir las dimensiones, orientación y disposición de las habitaciones de una casa al desplazarnos por ella. Incluso podemos imaginar en su totalidad la casa vista desde arriba y dibujar un plano de ella sin tener que volar sobre ella; es decir, nuestra capacidad, pero no podría hacerlo con la experiencia previa de conocer sus características por medio de la experiencia corpórea. Un ejemplo de cómo los sentidos nos proporcionan los medios para conocer la realidad es cuando se observa un cubo. Por la disposición de sus lados es imposible ver las 6 caras del cubo al mismo tiempo; sin embargo, al ver la sucesión de lados y desplazarse a través de ellos nos damos la idea de que lo que estamos observando es un cubo. Es a través del movimiento de mi cuerpo a través o alrededor del cubo que puedo descifrar y construir el cubo de verdad. La pregunta planteada por Ponty es si es posible abordar separadamente los conceptos de seis, lado e igualdad y unirlas para poder construir la noción de cubo, sin tener que recurrir a la experiencia corpórea.

Es a través de la experiencia perceptiva que construimos los objetos, ya que incluso la lateralidad, dirección y espacialidad están dadas en relación con el cuerpo propio. Existe la espacialidad en cuanto a nuestra experiencia previa: el arriba, abajo entre, sobre, están dados en relación a nuestra experiencia corporal. “La cosa y el mundo me son dados con las partes de mi cuerpo, no por una ‘geometría natural

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