Prisionera en mi propia casa

Prisionera en mi propia casa

Estaba en la sala cuando sucedió.

 Esa imagen espeluznante marcó mi vida entera.

No podía moverme, estaba en shock.

Mis lágrimas salían simultáneamente sin movimiento alguno de mis ojos.

Un mes antes…

Era un día como cualquiera, estaba tomando desayuno con mis padres, lo mismo de todos los días, tocino, huevo revuelto, pan y jugo de naranja. Y después me cambiaba e iba a la escuela. Yo era la nueva, no conocía a nadie, pero no era problema para mí porque ya era de costumbre cambiarme de colegio. Casi me olvido tengo 17 años, estoy en la preparatoria, en mi último año.

Lo que yo siempre me preguntaba era la razón por la cual nos cambiábamos de casa a cada rato, pero nunca obtenía una respuesta, solo un simple “No es el momento de hablar sobre ese tema”. Esa frase… esa frase… me aborrece… me harta. Sentía un gran vacío, algo que faltaba en mi vida. Mi vida, lo que llamo yo un desastre.

Como ya lo había dicho, mi vida es una porquería, no tengo amigos, no conozco a nadie más que a mis papas … solo a mis padres.

Yo no tengo futuro, mis calificaciones son bajas, la vida me mira como un papel arrugado a punto de ser botado a la basura. Mis padres ni siquiera me dirigen la palabra, cuando se molestan, peor. A veces siento que soy una carga para ellos, siento que no aprovecho lo que me dan, siento que debería morir. Quizás nunca debí nacer … quizás soy adoptada, quién sabe.

Hubo una vez que me puse a pensar en cómo la vida de mis padres cambiaría si yo no hubiera nacido. Yo escuché que en la escuela que la mayoría de padres son más felices sin hijos, que con hijos.

Creo que  lo estoy tomando demasiado personal, quizás esté equivocada y todo lo que dije sólo lo inventé en mi cabeza, ¿para eso existe la imaginación no?

Dejando de lado todo lo que tenga que ver conmigo, ahora voy a hablar de otra cosa. He notado que mis padres están viendo modelos de departamentos, seguro nos vamos a mudar otra vez. Lo mismo de siempre, otra vez a empacar las cosas.

En esa misma tarde note algo raro, mi papá está guardando papeles en una caja fuerte... una caja fuerte… nunca tuvimos una, bueno eso es lo que yo creo. Tenía tanta intriga por saber lo que había adentro, lo iba a saber de alguna manera, sin importar el tiempo que me tome.

Tres semanas después, por fin tuve la oportunidad de saber lo que había adentro de la caja fuerte. Mi papá se descuidó y dejo la puerta de su cuarto abierta. A sí que yo entré a su cuarto sigilosamente, allí tiene su caja escondida en su armario.

De repente escucho unos pasos viniendo, cada paso más fuerte que el otro. Entonces me escondo debajo de la cama, cuando veo que es mi papá el que viene. Como si fuera el destino, se dirigió al armario, para sacar alguna cosa de la caja fuerte que no logré ver. Para suerte mía logré ver la clave: 3784.

Cuando mi papá salió de su cuarto entré en acción. Abrí el armario, puse la clave de la caja fuerte. Primero encontré una pistola y tres repuestos de aquella, después un montón de papeles. Los primeros eran sobre información de las casas en las que nosotros vivimos, después encontré unos papeles que se trataban de los permisos de portar pistolas y las demás sobre nuestro carro y otros. En el fondo vi un papel que decía confidencial marcado en rojo.

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