Prueba Del género lírico
Enviado por marialejandrina • 28 de Agosto de 2012 • 1.001 Palabras (5 Páginas) • 1.663 Visitas
PRUEBA DEL GENERO LÍRICO SÉPTIMO AÑO 2012
NOMBRE:_____________________________________________________________
CURSO:_______________________FECHA:_______________NOTA:___________
Madrigal
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
Gutierre de Cetina
Marca la alternativa correcta o responde brevemente según corresponda.
1.- Completa los enunciados con la información que corresponda.
a.- Los ojos son alabados porque tienen______________________________________
b.- El hablante considera que los ojos lo miran con______________________________
c.- Los ojos parecen más bellos cuando miran__________________________________
d.- el hablante quiere que los ojos no lo miren con_______________________________
2.-La actitud que asume el hablante lírico frente a la indiferencia de la mirada es:
a.- ansiosa
b.- resignada
c.- desafiante
d.- desesperada
3.- ¿Cuál es la intención del hablante lírico en el poema?
a.- Desafiar al amor que lo rechaza
b.- Contar sus experiencias respecto del amor
c.- Alertar sobre las consecuencias del enamoramiento.
d.-.- Expresar su angustia a quién le niega el amor
4.- ¿Cuál es el objeto lírico?
a.- El amor.
b.- Los ojos.
c.- La persona amada
El perro vagabundo (Carlos Pezoa Véliz)
Flaco, lanudo y sucio. Con febriles
ansias roe y escarba la basura;
a pesar de sus años juveniles,
despide cierto olor a sepultura.
Cruza siguiendo interminables viajes
los paseos, las plazas y las ferias;
cruza como una sombra los parajes,
recitando un poema de miserias.
Es una larga historia de perezas,
días sin pan y noches sin guarida.
Hay aglomeraciones de tristezas
en sus ojos vidriosos y sin vida.
Y otra visión al pobre no se ofrece
que la que suelen ver sus ojos zarcos;
la estrella compasiva que aparece
en la luz miserable de los charcos.
Cuando a roer mendrugos corrompidos
asoma su miseria, por las casas,
escapa con sus lúgubres aullidos
entre una doble fila de amenazas.
Allá va. Lleva encima algo de abyecto.
Le persigue de insectos un enjambre,
y va su pobre y repugnante aspecto
cantando triste la canción del hambre.
Es frase de dolor. Es una queja
lanzada ha tiempo, pero ya perdida;
es un día de otoño que se aleja
entre la primavera de la vida.
Lleva en su mal la pesadez del plomo.
Nunca la caridad le fue propicia;
no ha sentido jamás sobre su lomo
la suave sensación de una caricia.
Mustio y cansado, sin saber su anhelo,
suele cortar el impensado viaje
y huir despavorido cuando al suelo
caen las hojas
...