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Que es un Anti-relato


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2017  •  Tarea  •  478 Palabras (2 Páginas)  •  560 Visitas

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Anti-relato

Las maravillas del mundo de la lectura son acabables, no resuenan en la mente y son difícilmente entendibles si prestamos un poco de atención. Nunca considere prudente la acción de ensimismarse en los propios pensamientos, apoderarse de la sabiduría y meditar el lenguaje que se ofrece.  Lo que sabemos no son ilusiones de la realidad que con el tiempo hemos fundido dentro del molde que llamamos “yo”.

Desde muy pequeña comprendí el mundo que me rodeaba, el porqué de la igualdad, el amor justificado, la inclusión social, la justicia que nos representa, la equidad y el servicio para con los demás que indudablemente tiene prioridad sobre todas las cosas. Siempre creí en el poder del silencio, en cómo las palabras pueden convertirse en algo dispensable, en los sinsabores que acompañan a las conversaciones habituales, en las claramente inexistentes sensaciones que se podrían sentir al leer.

La magia del vivir radica en ignorar lo experimentado. Recuerdo las primeras lecciones de música sin mi guitarra: el profesor, con los instrumentos a su alrededor, hablaba sin parar y nos convencía de la idea de la mortalidad. Cinco horas más tarde, al acabar la clase, mis constantes interrogantes sobre la nada habían terminado.  Fue así como mi indiferencia y desaprecio ante la literatura y el arte mismo inician.

Alguna vez mientras ojeaba de manera apática un libro de la biblioteca del Liceo, gastada ya por sus ocupaciones recreativas constantes, observé un artículo un tanto soso en el que algunos pescadores aseguraban haber visto un calamar gigante de casi dieciséis metros de largo. En aquel instante esto no mereció mi atención, y aun cuando mis amigos comentaban y reconocían lo temeroso del Kraken colosal, aquello me parecía tedioso. Durante la semana siguiente entendí, de acuerdo a mis sueños estupendos y profundos, que mi poca imaginación me permitiría el disfrute de cualquier historia o experiencia. Pese a esto decidí detener las lecturas de forma indefinida.  

A pesar de no comprender y mucho menos participar en la clase de filosofía, la profesora, que dirigía el grupo con el cual culminaría el bachillerato, adoptó la siguiente resolución: se me consideraría la más apta para declamar las palabras de despedida en nuestra graduación, que no solo tenían que ser emotivas sino también fuera de este mundo. Esta idea fue emocionante y acepté al instante. Una vez al frente con el micrófono en la mano, mi mente retrocedió seis años, hasta cuando estando en la misma situación, con la misma tranquilidad y ausencia de temor que me caracterizaba, agradecía por absolutamente todo. Lo volvería a hacer sin pensarlo dos veces.

Nunca sentí que tenía más de lo que merecía, así mismo jamás contemplé la opción de ofrecer amparo y protección al que lo necesita. Si por comodidad ignoramos lo que se tiene al alcance, entonces estamos obrando correctamente pues así al menos sabremos que seguimos vivos.

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