RESPONSABILIDADES EDUCATIVAS QUE SE ATRIBUYEN FAMILIA Y ESCUELA EN EL ÁMBITO EDUCATIVO
Enviado por jasl • 29 de Julio de 2011 • 5.710 Palabras (23 Páginas) • 1.724 Visitas
RESPONSABILIDADES EDUCATIVAS QUE SE ATRIBUYEN FAMILIA Y ESCUELA EN EL ÁMBITO EDUCATIVO
En este artículo destacamos la necesidad educativa de fomentar la cooperación entre las familias y los centros escolares, al mismo tiempo que resaltamos los múltiples efectos positivos que conlleva tanto para los alumnos como para los padres, profesores, el centro escolar y por supuesto la comunidad en la que éste se asienta. La participación de los padres en la vida escolar parece tener repercusiones tales como una mayor autoestima de los niños, un mejor rendimiento escolar, mejores relaciones padres-hijos y actitudes más positivas de los padres hacia la escuela. Los efectos se repercuten incluso en los mismos maestros, ya que los padres consideran que los más competentes son aquellos que trabajan con la familia (Pineault, 2001). Por lo que hemos consideramos necesario conocer las opiniones de profesores y padres sobre las funciones educativas que se asignan unos y otros, así como cuáles consideran que son compartidas. Para ello elaboramos un cuestionario cerrado y, en uno de los apartados del mismo presentamos una tabla con diferentes responsabilidades educativas y grado de implicación (de menor a mayor grado) que se asignaban padres y profesores en cada una de las mismas. La población empleada para este estudio se demarca en dos grandes grupos: Los profesores que impartían docencia durante el curso 1999-2000 en el nivel de Educación Primaria, en centros públicos y concertados de Sevilla y, los padres de alumnos del primer y último curso de Educación Primaria, matriculados durante el curso académico 1999-2000 en centros públicos y concertados de Sevilla.
Palabras clave: Padres, profesores, colaboración, responsabilidades educativas.
RESPONSABILIDADES EDUCATIVAS QUE SE ATRIBUYEN FAMILIA Y ESCUELA EN EL ÁMBITO EDUCATIVO
En la actualidad múltiples estudios y compilaciones intentan exponer la realidad de las relaciones existentes entre familia y escuela (Díez, 1982; Villalta, 1989; Fine, 1989; Fine y Carlson, 1992; Ballesteros Moscosio, 1995; Vila Mendiburu, 1998, etc.); Martínez González (1994, 1995, 1996 y1997). Todos ellos coinciden en destacar la necesidad educativa de fomentar la cooperación entre las familias y los centros escolares, al mismo tiempo que resaltan los múltiples efectos positivos que conlleva tanto para los alumnos como para los padres, profesores, el centro escolar y por supuesto la comunidad en la que éste se asienta.
Todos somos conscientes de que a lo largo de la historia se han sucedido importantes cambios en nuestra sociedad a nivel político, económico, cultural, ideológico, etc., sobre todo en los últimos 25 años. Es obvio, que estos cambios no han dejado de un lado a la familia y a la escuela. Familia y escuela han sufrido modificaciones y transformaciones, por ejemplo, la familia se ha nuclearizado y urbanizado, ha habido un gran incremento de familias monoparentales, un gran aumento de mujeres que se ha incorporado al mundo laboral, la familia ha incrementado el número de horas dedicado al ocio, está incorporando a sus hijos antes en la escuela, etc. En la misma línea, Mañani y Sánchez (1997) exponen que la familia ha sido siempre el primer agente de socialización en la vida del niño. Tradicionalmente esto había sido así hasta la edad escolar, los 6 años, donde la escuela, como institución, era la encargada de proporcionar un contexto social más amplio a la vez que transmitía las pautas culturales propias del entorno social del niño. Pero desde hace unos pocos años se han producido una serie de fenómenos que han modificado la acción socializadora: el núcleo familiar cada vez es más reducido, dándose un menor número de hermanos, abuelos, tíos en el seno familiar; conviven en espacios urbanos separados del núcleo familiar, ha aumentado considerablemente el número de familias monoparentales, las edades de inicio de la escolaridad no obligatoria cada vez se está adelantando más, por razones sociales y familiares, y progresivamente, se tiene cada vez mayor conciencia de lo que implica, desde el punto de vista educativo, la existencia de un hijo.
Parece que estos cambios que se han ido produciendo en la organización familiar, para algunos traerían consecuencias negativas sobre la socialización de los niños. Porque por ejemplo, un porcentaje cada vez mayor de las mujeres casadas trabaja fuera del hogar, lo que resta tiempo de presencia de los padres en el domicilio y obliga a las familias a hacer uso de diversos medios para el cuidado de sus hijos, como guarderías, cuidadores en la casa o parientes. El trabajo de la madre fuera del hogar afecta a los niños en edad escolar en la medida que es más frecuente que coman en el colegio, que se vean obligados a seguir actividades extraescolares, etc. Del mismo modo los lazos con los parientes que no forman parte del núcleo familiar han tendido a debilitarse, lo que conduce a que la socialización familiar de los niños sea casi responsabilidad exclusiva de los padres. Otro cambio estructural significativo es el aumento de las tasas de divorcio en todos los países occidentales, lo que ha llevado a un notable incremento en el número de familias monoparentales (Pérez-Díaz, 2001). Pero hemos de tener presente que aunque todos los cambios que hemos ido mencionando están teniendo lugar, la familia sigue constituyendo un grupo humano en el que confluyen todo un conjunto de relaciones, vivencias e interacciones personales de difícil cuantificación. Y aunque nuestra sociedad, nuestro modelo de vida, ha ido modificando progresivamente la morfología familiar, bien mediante la reducción de la convivencia generacional o a través de la flexibilización de los planteamientos favoreciendo una coexistencia entre padres e hijos más permisiva y tolerante, la familia constituye uno de los núcleos sociales donde se ejerce una poderosa influencia sobre el individuo (Luengo, 2001).
Como decíamos, a lo largo de la historia se han sucedido importantes cambios en las relaciones entre familia y escuela. Así, las primeras escuelas mantenían una estrecha relación con la comunidad. A principios del siglo XX las cosas empezaron a cambiar, surgiendo un nuevo patrón de relaciones entre familia y escuela, que comenzaron a distanciarse entre sí. La labor pedagógica se fue especializando y haciendo cada vez más compleja y los maestros enseñaban materias y utilizaban métodos alejados de la experiencia de los padres, que poco tenían que decir acerca de lo que ocurría en el interior de la escuela. Empezó a considerarse que las responsabilidades de familia y escuela eran distintas, y se veía con buenos ojos que así fuera. Los padres debían enseñar a sus hijos buenos modos y la responsabilidad de los maestros era la enseñanza de la lecto-escritura, cálculo, etc. Así
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