Redes sociales y resiliencia en comunidad carcelaria de mujeres (Mendoza- Argentina).
Enviado por marmunro • 26 de Marzo de 2016 • Trabajo • 5.131 Palabras (21 Páginas) • 304 Visitas
Redes sociales y resiliencia en comunidad carcelaria de mujeres (Mendoza- Argentina).
H. Alejandro Paredes1; Flavia S. Arrigoni1; L. Mariela Muñoz Rodríguez1
1Facultad de Psicología, Universidad del Aconcagua
CP 5500, Catamarca 367, Ciudad de Mendoza, Argentina
aparedes@mendoza-conicet.gob.ar, arrigoniflavia@yahoo.com.ar, mariela.munozr@gmail.com
Abstract. This study addresses the characteristics od personal social networks and resilience of 12 (twelve) inmates women who have been found guilty and are in the Unidad Penal de Mujeres (Mendoza- Argentina). This is a non-experimental, correlational transactional research. The main objective is to investigate the relationship between the characteristics of social networks and resilience among a group of inmates. The instruments used to gather information were: ERAC (Mikulik & Crespi, 2005) and Egonet. This study intends to be a contribution to the limited existing research on the addressed topics.
Resumo. El presente estudio aborda las características de las redes sociales personales y la resiliencia de 12 (doze) mulheres penadas privadas de libertad alojadas en la Unidad Penal de Mujeres (Mendoza Argentina). El diseño de esta investigación es no experimental de tipo transaccional correlacional. El objetivo central es indagar sobre la relación entre la resiliencia y las redes sociales que mantiene un grupo de mujeres privadas de libertad. Los instrumentos utilizados para recabar la información fueron: ERAC (Mikulik & Crespi, 2005) y Egonet. El presente estudio es una contribución a la escasa investigación existente sobre las temáticas abordadas.
INTRODUCCIÓN
Institución carcelaria
Melillo y Suárez Ojeda (2002) sostienen que la globalización de la economía y las políticas neoliberales en el mundo, con sus evidentes consecuencias de empobrecimiento y exclusión de ciertos sectores de la población, generan grupos signados por la enfermedad, la cárcel, el deterioro personal, familiar y social. La pobreza, el desempleo y la desintegración social favorecen el aislamiento, la marginación y la violencia.
Desde la criminología crítica se entiende que el sistema penal opera selectivamente, es decir que de todas las personas que cometen delitos, sólo algunas, pertenecientes a sectores carenciados y excluidos de la población, son seleccionadas y definidas como delincuentes; siendo estos los sectores más vulnerables al sistema penal (Larrandal, 2000). Así, la vulnerabilidad puede entenderse como “un proceso multidimensional que confluye en el riesgo o probabilidad de individuo hogar o comunidad, de ser herido, lesionado o dañado ante cambios, o la permanencia de situaciones externas y/o internas” (Busso, 2001:40).
El fracaso del sistema penal para resolver los conflictos ha sido ampliamente exhibido; no favoreciendo éste otra cosa que la multiplicación y profundización de aquello que pretende resolver: la institucionalización desnaturaliza al sujeto al separarlo de sus grupos de identificación, rotulándolo con un estigma que contribuye a aumentar su vulnerabilidad, tanto psíquica como social, y coartando sus posibilidades futuras de vivir inserto en la sociedad a la que pertenece.
Goffman (1979) define a la institución total (cárcel) como “un lugar de residencia y trabajo, donde un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un período apreciable de tiempo, comparten en su encierro, una rutina diaria, administrada formalmente” (p. 94). En el libro Criminología desde el margen, Zaffaroni (1988) entiende a la pena privativa de libertad como la imposición material de una cuota de dolor vinculado a los niveles de violencia con que opera el sistema. Aniyar de Castro (2010) denuncia las condiciones carcelarias en latinoamérica caracterizando a las mismas como “lugar de la última exclusión”, “deteriorantes y hacinados depósitos de desechos humanos”, “centros de tortura y por lo tanto, violatorias de la Convención Internacional que la prohíbe”, “el infierno”, lugar de residencia de “centenares de seres humanos, despojados de ciudadanía y de sus condiciones humanas, abandonados por la sociedad y la historia”. En consonancia con esto, Wacquant (2004) entiende que el hacinamiento y violencia de las cárceles las rebaja a una función de “depósitos de los indeseables” (p. 119), por lo que percibe a tal institución como la principal vivienda social y lugar donde, desde el estado, se ofrecen cuidados accesibles a los más indigentes.
Esta compleja situación en la mayoría de las oportunidades repercute en un tratamiento de las personas signado por la enfermedad y una visión marcada por los déficits de las personas que están allí alojadas. Son escasas las referencias de estudios que aborden los aspectos más saludables de las personas privadas de libertad, situación que motiva la presente investigación.
Resiliencia:
Se entiende la resiliencia en tanto un concepto psicológico (características individuales) y un concepto sociocultural (familia y comunidad), es decir, es un concepto psicosocial desde un enfoque multidisciplinario. Desde allí es que tomamos la definición de Morelato (en Greco, Morelato e Ison, 2006) en donde la resiliencia es analizada como una capacidad que poseen algunas personas para afrontar las adversidades de la vida, superarlas y continuar con su desarrollo. Este proceso les permite a las personas recuperarse después de vivir un evento estresante para retomar actividades de manera exitosa. En el caso de situaciones de privación de la libertad y la transición ecológica que ellas presentan, se observa una modificación en el modo habitual de ser y de estar de las personas, en la cual es necesaria la adaptación al contexto, a las nuevas pautas relacionales, conductuales y a los nuevos roles a pesar de las dificultades que las mismas puedan presentar en el contexto carcelario, como parte de una adaptación positiva. Esta transición ecológica, modifica los recursos relacionales de las personas y las redes sociales que las mismas poseen, siendo estos factores estresores.. Mikulic y Crespi (2004) demostraron cómo la situación adversa y estresante que representa la privación de libertad, contribuye a un incremento de los estresores percibidos por los detenidos en diferentes esferas de su vida, y a una disminución de los recursos, especialmente los referidos a las redes familiares.
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