Resumen de "Pensar la universidad" de Antanas Mockus Sivickas

En el prefacio del texto “Pensar la universidad” de Antanas Mockus, el autor argumenta su opinión de la universidad hoy en día luego de haber sido vicerrector y rector de la universidad nacional en periodos de tiempo distintos, y haber sido alcalde, durante dos oportunidades, en Bogotá. El autor resalta cuánto le aportó la universidad y cuánto le sirvió para confirmar sus prejuicios de ella y sus conexiones con la vida; el cómo aprendió enfoques y técnicas que le servirían para la gestión pública siendo alcalde de Bogotá; y el que haya podido conocer una nueva perspectiva en lo que se conoce como gestión de la demanda. Todo lo relata a través de la descripción de las decisiones que lo llevaron a esos conocimientos. Parte del éxito que menciona que tuvo en la rectoría y en la alcaldía de Bogotá, lo atribuyó a la pedagogía y al arte.

Resalta, dada su experiencia en Harvard como invitado académico, la paciencia de dicha universidad con la que adquieren novedosos conocimientos y descubren que dentro de esa innovación, había algo arraigado de lo cual partir. Remarca que no es competente que se reproduzcan conocimientos ciegamente que queden reducidos a información, sino que sean movidos por el interés, las razones y las emociones, punto en donde el autor reflexiona y plantea que debe haber una “re-educación” de los sentimientos, puesto que una buena enseñanza no solo encierra las asignaturas básicas ya conocidas, sino también una formación puntual de tolerancia, con finalidad de adoptar la empatía emocional para la incorporación de reguladores del comportamiento: ley, moral y cultura. Motivos que le hacen atribuir mucho valor a la ciudadanía y a la contribución a la formación de ésta, facilitando, desde la universidad, una base intelectual y emocional a las facetas de la sociedad para reconocer el derecho a tener derechos y a tener deberes, debido a que responde a la necesidad de identificar la importancia de seguir, hacerle justicia y debatir las normas  que rigen en la sociedad, ya que guardan una estrecha relación con la toma de decisiones y la asimilación de la cultura académica. Aclarando que la cultura académica permite cuestionar los prejuicios, las opiniones, los conocimientos, las creencias, etc. así como conserva la posibilidad de preservar la cooperación para explorar racionalmente nuevos argumentos a partir de la tradición escrita, cuyo objetivo principal es el de heredar el conocimiento de forma abierta, con posibilidades de reorganizar y discutir conocimientos anteriormente planteados, y cuya principal ventaja es que, al momento de investigar no necesariamente tenga que ser desde cero.  

Con esto el autor conecta la concepción de los tres aspectos fundamentales de la universidad con los secretos de esta, que son la distinción entre la comunicación discursiva, la tradición escrita y la reorganización racional, priorizando la discusión argumentada, puesto que a raíz de ella nace la necesidad de la comunicación y la racionalidad para que, a través del tiempo y la tradición escrita, el conocimiento prevalezca y pueda generar más conocimiento a partir del mismo.

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