Samantha
Enviado por samgzz • 11 de Mayo de 2017 • Ensayo • 836 Palabras (4 Páginas) • 228 Visitas
Samantha.
Desde que nací tuve una vida complicada, mi madre vivía en la calle, por lo que en la misma nos tuvo a mí y a cuatro hermanos más. A mi padre nunca lo conocí. Sólo sé que mis padres se conocieron buscando algo que comer de entre la basura, se enamoraron a primera vista y al poco tiempo ya estaban concibiéndome. No es fácil nacer siendo una perrita mitad pastor alemán y mitad otra cosa.
Mi madre nos abandonó a mí y a mis hermanos en cuanto fuimos autosuficientes para vivir, aproximadamente a nuestros tres meses de edad. Además al cabo de un tiempo cada uno fue siguiendo caminos distintos. Nunca volví a saber nada de mis hermanos ni de mi madre.
Pasé siete meses viviendo de la comida que desperdiciaban las personas en los parques y calles. Hasta que cumplí un año de edad. El día de mi cumpleaños conocí a un señor que paseaba por el parque. Se veía algo grande de edad, gordito, canoso y chaparro. De unos 60 años de edad. Puedo jurar que ocurrió una conexión en cuanto interactuamos.
Estaba a punto de tirar una torta de jamón y queso pero lo intercepté. Me paré justo frente a él con mi cara de tierna y no le quedó de otra más que darme las sobras. Estuvimos jugando y caminando alrededor de una hora por el parque. Creo que causé en él un sentimiento de alegría o tal vez de empatía, porque en ese mismo instante me llevó a su casa y me adoptó. Me puso el nombre de Samantha. Su nombre era Daniel.
Jamás en mi vida había estado tan feliz. Al fin tenía un hogar, limpieza, cuidados, más de tres comidas al día, pero sobre todo tenía en él a una familia. No puedo decir que él fuera muy feliz antes de que yo llegara ya que no estaba casado ni con hijos. Vivía de una pensión por su antiguo trabajo, sólo en una casa y no tenía familiares ni amigos cercanos que se acordaran de él. Pero eso cambio con mi llegada ya que yo le brindé un poco de felicidad a su vida.
Así fue durante 10 años que se me pasaron en un abrir y cerrar de ojos, viviendo una vida que nunca imaginé. Pero Daniel durante ese tiempo empezó a enfermar de Alzheimer y empeoraba cada vez más. A veces casi olvidaba que yo existía.
Cierto día salió con unos envases de refresco por lo que supuse que iría a la tienda, pero comenzó a tardarse de más. Había dejado las puertas entre abiertas. Al principio dudé en salir a buscarlo pues siempre me advirtió que no me saliera porque me podría pasar algo malo o incluso llegaría a perderme, pero luego me armé de valor y decidí ignorar su advertencia para ir en su búsqueda.
Comencé a correr alrededor de la colonia, mirando entre calles para ver si de casualidad lo veía, hasta que llegué a la avenida y lo vi. Estaba cruzándola con los autos pasando a toda velocidad. Un carro estaba a punto de atropellarlo mientras yo miraba incrédula, ladrando al otro lado, en la banqueta.
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