Se Vende Una Mula
Enviado por OscarAgogo • 28 de Octubre de 2013 • 1.806 Palabras (8 Páginas) • 898 Visitas
SE VENDE UNA MULA
(Leyendo el diario.) Todo por las nubes; los frijoles suben y la plata corre.
¿Y el pueblo?
El pueblo, desnudo. (Mutis.)
Mira, déjate de lecturas y vamos a comer.
(Entra.) Mamá, te quiero enseñar una cosa.
Eso es. Con tu madre no hay secretos.
Es una carta de Juanito, y quiere que le dé... que le dé...
¿Qué quiere que le des?
Mi mano.
¡Ah, vaya!
Y dice que hoy mismo vendrá a ver a mi papá, pero tengo miedo de que lo reciba mal. Tú ya conoces su genio.
No tengas cuidado, yo lo arreglaré. Dame esa carta.
Toma y entérate de lo que dice.
(Lee.) Mi adorada cuerita.
No, mamá, güerita.
Tú sabes que mi cariño es infierno.
No, mamá, eterno.
Y no puedo per, per... permanecer más tieso, tiempo sin obtener tu ma... ma... mano. Porque sábelo bien que me estás ma... matando, eso es, la existencia. Hoy mismo hablaré con tus padres. Tuyo: Juanito
¿Lo ves, mamá?
No te apures que yo convenceré a tu padre. Calla que ya viene.
(Entra)Oye, ¿la comida va a ser mañana o para cuándo? Porque ya tengo dos horas sentado.
Cállate, viejo atarantado. ¿No ves que estoy muy preocupada con lo de la niña?
¿Pues qué tiene la niña?
Casi nada. Su novio vendrá hoy a pedirte la mano.
¿La mía?
La de ella, viejo zonzo.
No lo permitiré.
Mira, viejo tonto; ahora los hombres están muy escasos y no hay que perder la oportunidad.
Hay que ver qué clase de monigote es.
¡Ay, papacito! No seas malo, consiente.
Ven, hija mía, ya verás cómo consiente.
Consiente, consiente... ah qué vieja tan... Bueno, ya veremos. Anda, vamos a comer. ¡Ah! Oye, hija, dile a Pascuala que si alguien viene a comprar la mula vieja que está en el corral, que le diga que espere porque quiero deshacerme de ella cuanto antes.
Sí, papá. ¡Pascuala! ¡Pascuala!
(Entra.) ¿Llamaba la señorita?
Sí, ven acá. No te olvides que tiene que venir un hombre a comprar la mula vieja, y en cuanto llegue lo haces pasar y le dices que espere.
Está bien, así lo haré
¡Ay, Dios mío! Ojalá mi papá esté de buen humor y le conceda mi mano.
Precisamente ahí está un hombre que quiere hablar con el papá de usted.
Dile que pase. (Sola.) De seguro que es mi Juanito, me dijo que vendría a esta hora. ¡Ay, cómo me palpita el corazón!
(Entra.) Busco al señor Antonio.
(Desilusionada.) No es él. Pase, mi papá está en el comedor, pero si desea...
No, no. Deje que termine de comer, dentro de diez minutos volveré. Hágame el favor de decirle que quiero comprar la mula que tiene en venta.
¿No quiere esperarlo?
No. Regresaré pronto. Con permiso. (Mutis.)
¡Ay, estoy impaciente por la tardanza de Juanito!
(Entra.) Anda, hija, que tu madre te está esperando. ¿Qué, no vas a comer?
Voy, papacito. Vino un hombre que quiere comprar la mula.
¿Y por qué no me hablaste?
Dijo que regresará en un momento. (Mutis.)
Ya quiero deshacerme de esa maldita mula, que es más lo que gasto en darle de comer que el producto que deja.
Señor, un hombre quiere hablarle.
Dile que pase. (Para sí.) De seguro es el que viene a comprar la mula.
Pásele.
(Aparte.) Me da cuscús tener que hablarle a un suegro como éste. ¿El señor Antonio?
Servidor. Tome asiento.
Gracias, pues yo venía...
Sí, sí, no me diga más. Ya mi hija me contó.
¿Así que usted ya lo sabe?
Sí, señor, y creo que nos arreglaremos.
¿Así que no se opone?
No, qué me voy a oponer, antes por el contrario.
Pues cuánto me alegra. ¿Ya sabe que acabo de heredar la fortuna de mi abuela?
Tanto mejor, así la podrá mantener, porque yo la verdad no puedo mantenerla. Come demasiado.
(Aparte.) ¡Qué padre tan tacaño! Eso no importa, yo así la quiero.
Además le advierto que tiene una llaga en el lomo, pero no es nada.
¡Cómo que nada! ¡Qué barbaridad!
Y también está coja de una pata.
¿También coja? No lo había notado.
Sí, no se le nota mucho; por eso se lo advierto.
(Aparte.) ¡Qué zorra! Y yo que la creí un ángel.
Hay que ver cuando la bañan, se necesita amarrarla porque tira de patadas. Es bastante floja, pero con unos palos se le quita.
(Aparte.) ¡Vaya padre!
Si le advierto todo esto es porque ya me la han robado cuatro veces y me la devuelven.
¡Qué barbaridad! Lo que es yo, no me la llevo.
Mire, no me dé un solo quinto. Si no le satisface me la regresa.
¡Hasta luego! ¡Qué demonios! (Mutis.)
Nadie compra esa maldita mula, ni regalada. Decididamente la voy a mandar al matadero. (Don Antonio sale molesto. Poco después, regresa Pedro.)
Busco al señor Antonio.
Sí, sí, pase usted. Lo voy a llamar.
Oye, ¿cómo te llamas?
¿Yo? Pascuala Maco.
¿La hija de Ramón Maco?
Y de Teresa Arellano
¿De los Maco de Ispaquiero?
De los mismos.
¿No me reconoces?
No, señor.
Pues yo soy Pedro Correa
¿De modo que tú eres Perico
El mismo que viste y calza.
Pues como hacía tanto tiempo que no te veía.
Me vine aburrido del pueblo y ahora me tienen aquí de carrero.
Vaya hombre, cuánto me alegro. Mira, aquí viene el patrón; después hablamos. (Mutis.)
(Aparte.) Está buena la potranca. No estará mal enamorarla.
(Entra.) Buenos días, caballero.
Buenos días, señor.
(Aparte.) ¡Vaya! ¡Qué gustos tiene mi hija! Tome usted asiento.
Gracias. Pues señor, le habrá dicho su hija a lo que vengo, ¿verdad?
...