Semblanza Profesional A Partir De Revalorar La Práctica Educativa

Desde que tengo uso de razón, recuerdo haber querido ser maestra. De niña, sentaba a mis

hermanos menores en el piso y yo les enseñaba lo que había aprendido en la escuela. Creo que mi vocación nació conmigo. Me gustaba mucho ir a la escuela, escuchar a mis maestros y maestras,

hacer mis tareas con esmero y ayudar a mis compañeros.

Al salir de secundaria, ya tenía bien claro que iba a estudiar para ser maestra. En ese tiempo no sabía, ni siquiera me imaginaba todo lo que implicaba serlo y a lo que me iba a enfrentar a lo largo de mi vida.

Al ingresar al servicio puse todo mi esfuerzo, energía, disposición, entrega a mi trabajo, buscando capacitaciones y aprendiendo de los demás maestros. En el transcurso de mis 23 años de servicio, he visto mi crecimiento personal y profesional, a partir de la práctica diaria con mis alumnos, padres de familia, compañeros de trabajo, las experiencias, las vivencias; de esta manera veo mayormente fortalecido mi compromiso tanto como profesional de la educación, así como agente social ante mi comunidad. Desde luego, no ha sido sencillo, me he encontrado con obstáculos de diversa índole, situaciones adversas e incongruencias dentro del sistema educativo, pero eso no ha sido motivo para abandonar esta profesión.

Actualmente, la labor del docente es compleja ya que exige mejorar sus competencias profesionales; estar a la vanguardia en su preparación, situar la profesión docente en la dimensión ética; revalorar el prestigio de su labor; cuidar su equilibrio emocional; entablar relaciones constructivas con sus alumnos donde exista afecto y respeto mutuo, entre muchas tareas más.

El maestro, como parte de la sociedad, debe sentir pertenencia a su profesión, revalorar su papel como formador de conciencias y proyectarse a la sociedad de una manera digna. Para esto, es necesario que las acciones que se emprendan para los docentes deben estar encaminadas a que ellos

mismos se sientan orgullosos de serlo.

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