Sensibilidad a la sal y raza: una mirada epistemológica Karen Domínguez Cancino
Enviado por KarenDominguezC • 16 de Mayo de 2017 • Ensayo • 2.617 Palabras (11 Páginas) • 294 Visitas
Sensibilidad a la sal y raza: una mirada epistemológica
Karen Domínguez Cancino
Actualmente las enfermedades cardiovasculares son la primera causa muerte a nivel mundial(1). Un factor de riesgo importante para el desarrollo de las mismas es la hipertensión arterial, condición que se ha relacionado con factores ambientales como la dieta, especialmente el consumo de sal. Dentro de los estudios que relacionan a estas dos variables, se ha observado que no todas las personas responden en términos del cambio en la presión arterial, de igual manera frente a una dieta alta o baja en sodio, estableciendo una relación no lineal, descrita por algunos autores como curva J (He, OPS, OMS). En general, la sensibilidad a la sal se define como un cambio en la PA de más de un 10% o un cambio entre 5-10 mmHg frente a un aumento del consumo de sal en dieta (2,3). Se estima que esta condición afecta a un 57% de los individuos hipertensos y al 26% de los normotensos. Dicha heterogeneidad en su presentación se atribuye a la interacción de aspectos demográficos, del comportamiento, clínicos y genéticos (4–7). Dentro de los aspectos puntuales relacionados a este hallazgo se han propuesto el aumento de la edad, el ser hombre y pertenecer a la raza afro-americana (8,9). Dado la importancia de esta patología en nuestro país y el escaso impacto de las medidas adoptadas hasta el día de hoy para contrarrestar esta situación, nace la pregunta si la población chilena es o no sensible a sal. Para poder establecer un ejercicio similar, debemos analizar la caracterización racial en nuestro país.
La población chilena actual es producto de la mezcla de al menos 3 grupos raciales: mongoloide, caucásicos y amerindios, esto en distintos periodos histórico, con mezclas diferentes en cada uno de los periodos identificados (10). El mestizaje no es considerado una raza, lo que abre una puerta al cuestionamiento de manera inicial a la identificación de grupos poblacionales a través del uso de “raza”, que dejan de lado a países como el nuestro y, por otra parte, plantea la duda de si realmente esta condición clínica estaría más relacionada con haplotipos distintos más que con grupos raciales en particular. En los siguientes párrafos me dedicaré a analizar el primer punto.
Para iniciar, revisaré el concepto de raza. La raza como constructo tiene un fuerte asidero biológico; a través de la diferenciación de rasgos fenotípicos se identificaban distintos grupos que conformaban las sociedades. Este paradigma predominantemente Darwiniano, impero hasta el siglo XIX, luego de la derrota de los nazis en la segunda guerra mundial (11). En el caso de Latinoamérica esto se mantuvo hasta los años 20-30 del siglo XX de manera marcada (12)
En general, la raza ha sido utilizada como un estratificador social, separando a grupos superiores e inferiores (11,13,14). Esta práctica observada en las dinámicas sociales del día a día, se observaron también en las esferas científicas, incluso permitiendo violaciones a los derechos humanos, que tuvieron que ser enfrentadas en años posteriores con el establecimiento de códigos éticos internacionales (15). A pesar que se sabe que el uso de raza en términos biológicos lleva directamente a discriminación, hasta el año 1994 algunos científicos señalaban la existencia de grupos inferiores, plasmando sus ideas en el libro “The Bell Curve”. Se destaca que esta diferenciación no se limitaba a grupos raciales, si no que incluía a mujeres y a los considerados pobres en términos económicos; Herrnstein y Murray, señalaban que bajo este “hallazgo” era necesario adecuar políticas pública utilizando los recursos sólo en las personas más “habilitadas” limitando el gasto fiscal en estos grupos poblacionales (14).
Pasado los años, emerge la figura de etnicidad como una forma más adecuada de referirse a diferentes grupos sociales. A saber, el concepto de raza se diferencia de etnia, en base a la construcción histórica. El primero se entiende hasta el día de hoy como la identificación de una persona a un grupo social dado por sus rasgos físicos como color de piel y cabello, lo que reflejaría el origen ancestral y el lugar geográfico del que proviene, siendo identificado por otros, y actualmente como auto-percibido. Justamente en este punto se une, en términos sociales y políticos, al significado de etnicidad, que se relaciona con el reconocimiento de sentido de pertenencia a un grupo definido, incluyendo temas culturales, de lenguaje, dieta, religión, ancestría y características. Esta fusión ha sido criticada por algunos autores ya que se valida la utilización del término etnia refiriéndose a los aspectos más básicos que describen la raza, el fenotipo. Pocos autores mencionan la identificación de etnia a grupos minoritarios culturales en el espacio de la literatura biomédica (12,13).
Esta última observación, es decir, la mantenida limitación del concepto raza/etnia a lo biológico, genera incomodidad incluso en el área biomédica, sobre todo dado el conocimiento actual emanado del Proyecto Genoma Humano, que muestra la igualdad genética existente entre los humanos, exhibiendo más variación genética dentro de supuestas "razas" que entre ellos. Esto ha hecho dudar a la comunidad científica acerca de la utilidad de tales categorías, categorías que no siempre están claras para los propios investigadores (16).
Varias investigaciones sostienen que el uso de la terminología raza/etnia en los estudios, tiene sólo un carácter descriptivo, utilizando variada terminología, a saber: raza, etnia, etnicidad, clasificación étnica, grupo étnico, componente étnico, ascendencia genética, mezcla étnica, diferentes acervos genéticos, entre otros. Sumado a lo anterior, se utilizan múltiples clasificaciones como: negroide, negros, negro-africano, africano-caribeño, africano-americano y africano en el caso de Estados Unidos, identificando adicionalmente a la población asiática. En el caso de Latinoamérica, se suman las clasificaciones de mestizo y afrodescendiente, amerindia, indígena, Rom y mezclas de las antes señaladas, llegando a un número cercano de 12 categorías. Para recoger esta información se utilizan constructos fenotípicos (características del cabello, cara y color de piel), auto-reconocimiento, entrevista genealógica, origen geográfico, entre otros (12,13,17).
Habitualmente, las categorías anteriores presentadas provienen de una nomenclatura utilizada en los censos y que ha sido apropiada por los investigadores en el área biomédica sin analizar si se adecua a los objetivos de estudio. Se destaca que estas clasificaciones tienen propósitos administrativos y, no han sido diseñados ni validados para la investigación. Se observa que a través de la historia existen una inclusión progresiva de diferentes grupos étnicos/raciales, fenómeno dependiente de los momentos históricos y el desarrollo social presente hasta el momento en la sociedad que se analiza (13).
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