Sociedad Y Consumo
Enviado por nidia1910 • 2 de Octubre de 2014 • 2.886 Palabras (12 Páginas) • 276 Visitas
ENSAYO
CONSUMO Y
"SOCIEDAD DE CONSUMO"
Fernando Moreno V. *
No es necesario asumir la perspectiva neo o paramarxista en el
origen de la denuncia de "la sociedad de consumo" —se sostiene
en el presente ensayo— para reconocer que el consumismo es una
deformación que implica una inversión de la justa relación entre el
ser y el tener. Allí donde la exigencia del verdadero desarrollo
humano supone que el tener se ponga al servicio del ser, el
consumismo suplanta el ser por el tener.
Esto, no obstante, no debe llevar a desconocer —advierte el
autor— el carácter natural e indispensable del consumo mismo. A
este respecto, y en los límites de lo instrumental, se señala, debe
afirmarse que el desafío que se le presenta a la mayor parte de la
humanidad es el de consumir suficientemente. El hombre mismo
es un animal racional de consumo.
* Doctor en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Lovaina.
Profesor de la Universidad Gabriela Mistral. Miembro de Número de la Academia
de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Miembro del
Consejo Asesor del Centro de Estudios Públicos. De sus numerosas
publicaciones pueden destacarse los libros Iglesia, política y sociedad
(Santiago: Ediciones Universidad Católica de Chile, 1988) y De la fe a la
ideología (Santiago: Ediciones Universidad Católica de Chile, 1989); y entre
sus ensayos más recientes "La economía en la perspectiva de la doctrina social
de la Iglesia", Estudios Públicos, 45 (verano 1992).
200 ESTUDIOS PÚBLICOS
Los problemas del consumismo y de la "sociedad de consumo" han
sido señalados en nuestro tiempo por escritores y políticos neo o
paramarxistas, cuando menos "fronterizos".1
A pesar de todo el sesgo ideológico de la denuncia implícita en esta
consideración del problema, no ha sido difícil reconocer la parte de verdad
que había en ella. Esto, así como la referencia a principios "antiguos" que
integran el patrimonio doctrinal de la Iglesia, se encuentra en la base de la
preocupación y del eco eclesiales que, desde Pablo VI, han venido refiriendo
explícita y críticamente al consumismo y a la "sociedad de consumo". Ya
León XIII, no obstante, había establecido el marco, si no el fundamento de
la crítica eclesial ulterior, cuando en su encíclica Sapientiae Christianae (10
de enero de 1980) afirma que "si una sociedad no persigue ningún otro fin
que la utilidad exterior y los bienes que incrementan el agrado y el gozo de
vida; si ella no da a Dios ningún lugar en el gobierno de los hombres, ni
tiene cuenta de las leyes morales, se separa culpablemente de su fin y de las
prescripciones de la naturaleza. Es, entonces, más un simulacro y una
caricatura de verdadera sociedad que una sociedad y comunidad humanas".2
Es claro que lo que León XIII cuestiona no es la disposición y el uso
de los bienes materiales sino su prosecución exclusiva, que lleva a excluir a
Dios mismo de la sociedad. No siendo los bienes materiales el fin último
del hombre sino un medio para él (o para otros fines intermediarios), la
constatación empírica de que "mientras más progresa el bienestar físico más
se acentúa la decadencia de los bienes del alma",3 no puede dejar indiferente
a la Iglesia, por mucho que, por otro lado, y sin contradicción ninguna, ella
exhorta a facilitar o a procurar el uso por parte de todos, y proporcionadamente,
de los bienes que directa o indirectamente Dios da a los hombres.
Sin que la expresión haya sido utilizada por León XIII,4 lo que está
aquí en cuestión es que el tener (o tener más) no se lleve a cabo a costas del
ser (o ser más) sino para él. Si "tener más" es "necesario para permitir al
hombre ser más hombre, aquello lo encierra como en una prisión del
momento que se convierte en el bien supremo que impide mirar más allá",
dirá luego Pablo VI, como haciendo eco al juicio Leonino.5 El hombre,
1 Véase, por ejemplo, Henri Lefebvre, La vie quotídienne dans le monde
moderne (París: Gallimard).
2Citada en Patrick de Laubies, La pensée saciale de l'Eglise Catholique
(París: Albatros, 1980), p. 31.
3Ibídem.
4 Lo será por Pablo VI, por primera vez en el magisterio eclesial.
5Populorum progressio (26 de marzo de 1967), Nº 19. Véase también
Nº 6 de la misma encíclica.
CONSUMO Y "SOCIEDAD DE CONSUMO" 201
"¿no se hace entonces esclavo de los objetos que produce?".6 El que los
bienes superiores no deban ser sacrificados en aras de los bienes inferiores
no implica que estos últimos sean de suyo desdeñables; al revés: son
propiamente bienes, y como tales legítimamente deseables. Pero el hombre
mismo (en su "corazón", podríamos decir en términos bíblicos) no debe
dejarse como arrastrar por ellos.
Aquí la conversión a los bienes externos es, al mismo tiempo,
aversión de Dios, como ya vio San Agustín; por ello, "ansiando ser más, el
hombre llega a ser menos".7
Con el Segundo Concilio Vaticano, Juan Pablo II dirá que "no es
posible limitarse a tener más, hay que ser más".8 Y, aludiendo luego a la
"civilización consumística", es decir, a aquella "que consiste en un cierto
exceso de bienes necesarios al hombre, y a las sociedades enteras", afirmará
que "el hombre no puede renunciar a sí mismo, ni al puesto que le es
propio en el mundo visible; no puede hacerse esclavo de las cosas, de los
sistemas económicos, de la producción y de sus propios productos".
Y es que "una civilización con perfil puramente materialista, condena
al hombre a tal esclavitud; por más que tal vez (...) esto suceda contra las
intenciones y las premisas de sus pioneros".9
Es indudable que para Juan Pablo II "hay naciones que dan excesiva
importancia al crecimiento económico y a la posesión de los bienes
materiales, descuidando las cosas del espíritu".10 Pero, como recuerda el
Papa actual con el Concilio último, una vez más, "el hombre vale más por
lo que es que por lo que tiene".11 El "tener",
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