Soñando Despierta
Enviado por anagabriela56 • 13 de Octubre de 2014 • 455 Palabras (2 Páginas) • 221 Visitas
NO CREO EN EL AMOR
Estas cinco palabras salieron de mis labios fácilmente, sin pensar, haciendo que de los ojos de mi mamá salieran lágrimas como si fueran cataratas del Niágara.
“Es mi culpa”, dijo avergonzada.
“¿Cómo podría ser tu culpa?”
“De niña te leí demasiados cuentos de hadas, has estado esperando a un príncipe azul y es por eso que estas tan decepcionada del amor. Debí decirte que el príncipe azul no existe, que no va a llegar en su caballo blanco. En su lugar hay un hombre que vale la pena, que sabrá ver en ti a una princesa, y te hará muy feliz. Por favor no dejes de creer en el amor”
Fue entonces cuando la vida me tomó por sorpresa y sufrí un gran golpe. LIITERAL.
Rodé por las escaleras de un set de grabación y no me pude levantar. Tuve una hemorragia interna que afectó mi nervio ciático, por lo que cada movimiento que hacia traía consigo un eléctrico dolor que ocasiono que me quedara en casa por tres semana, sin moverme.
Una noche tuve un sueño, o tal vez no o fue… me sentía tan atrapada y confundida por lo que, me estaba pasando que ya no sabía si estaba dormida o despierta. Fue en ese momento que me cuestione muchas cosas, así que si pensarlo comencé a escribir en la computadora con el afán de desenredar mi telaraña de sentimientos… tal vez en la pantalla tendría más sentido. Comencé a soñar despierta. Así nació Leila, la que por medio de su historia me enseño a apreciar las pequeñas cosas de la vida.
Quiero compartir a los adolescentes lo que entendí estando en cama esperando mi recuperación.
Los cuentos de hadas no existen. EL príncipe azul no combatirá dragones para salvarte ni llegará en un caballo blanco.
Pero a cambio de eso, si podemos vivir la belleza del mudo real, en el que el chico de nuestros llega un poco temeroso… a tocar el timbre
1
Ella
“el universo siempre conspira a favor de los soñadores”
ya lo había visto pasar algunas veces… bueno, “algunas” es muy vago. Para ser exacta lo había visto dos veces. La primera vez yo iba saliendo de la cafetería, él iba entrando.
La puerta giratoria propició nuestro fugaz y primer encuentro, mis ojos se clavaron en los suyos por algunos segundos, y cada uno siguió su camino.
Los pocos segundos de nuestro encuentro fueron suficientes para recordar cada detalle de su mirada… calma, pacífica y profunda.
Mis pensamientos estaban invadidos con la imagen de él, mi estómago sentía revoloteos de nerviosismo y emoción, mi corazón latía a mil por hora y no encontraba una explicación de por qué mi labios no dejaban de sonreír… sabía que era tonto que un encuentro tan fugaz me pudiera atrapar tanto
...