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ESTARE SOÑANDO


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2014  •  734 Palabras (3 Páginas)  •  106 Visitas

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ÁCITO DESENLACE

No podía despertar, sentía alguna fuerza abrumadora que aplacaba cualquier intento mío de moverme, sólo escuchaba su voz, me perdía en su recuerdo pero la ansiedad amiga mía y enemiga me traía de nuevo a la realidad, y pensaba… “¿Estaré soñando?”

“Nuevo día para tomar nuevos desafíos” Evoco su primera frase con la que iniciaba todos los días, pese a cualquier adversidad que se presentara a lo largo del este, no importaban los riesgos sólo los tomaba para no dejarse vencer y cumplir su propósito el cuál era alcanzar la meta, o así le llamaba, por mi parte me creía cada palabra suya, me llenaba cada sonrisa suya. Compartíamos un café y nuestros sueños en la mañana, desayunábamos amor, almorzábamos cariño, cenábamos felicidad. No hacía falta recordar el cariño, pues bien, era tan grande que no se necesitaba el decir, sólo el sentir. Sus ojos no habían perdido aquel brillo, su esencia seguía siendo esa misma, de la cual me había enamorado, su fragancia era una mezcla de ingredientes y de sus características, las cuales componían el aroma perfecto. Podría pasar la vida entera describiéndole ya que todas sus cualidades tienen sinónimos, cualidades que le hacían un ser maravilloso, que aunque con ciertos defectos, en la oscuridad no me importaban, simplemente quería saciar mi sed de tan majestuosa creación, de tan misteriosa aparición.

Tan sólo nos quedaba morir, ya habíamos vivido todo, teníamos lo que queríamos, lo necesario, lo cual para mí era su presencia cada día, sentirle a mi lado al despertar cada mañana, ser su almohada más cálida y cómoda o simplemente ser su abrigo predilecto, palpar su piel y cada centímetro que comprende de ella, desnudarle la tristeza, vestírsela de felicidad, renombrarle sus más oscuros recuerdos con momentos de alegría, sin dejar de ser, aquel ser, que para ese ser, tenía, al parecer algo más, por conocer. Me agobiaba pensar que no podría complacer todas sus necesidades, que no podía conceder sus deseos, pero me bastaba recordar tenerle para encontrar las maneras de satisfacerle.

Entre tanta felicidad, y tantos destellos de perfección, sus rizos dorados se tiñeron de un color, un matiz, un dolor, y no precisamente por la traición, o por un desamor. Caía la noche, la más helada registrada hasta el momento, al parecer el destino sabía que la noche más triste a mi llegaría, sobre las nubes un proyectil de venganza viajaba sin rumbo fijo, pero con inocente fijado, aquel perfecto ser por mi anhelado, estaba desamparado y totalmente inesperado, e infortunado por tan trágica desinencia. Cuando aquel proyectil dejó de sobrevolar las nubes, entró a la densa neblina, la cual desgarró fácilmente, hallándose en una atmósfera líquida y helada, irrumpió en la tranquilidad de la noche, le regaló una tristeza a la luna, una pobre alma, que sin fortuna, en el momento inoportuno se dirigía a una cena,

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