Su Santidad León XIII.
Enviado por • 24 de Septiembre de 2012 • Informe • 432 Palabras (2 Páginas) • 480 Visitas
León XIII : Encíclica Rerum Novarum, 1891 (extracto):
Su Santidad León XIII.
"Una vez despertado el afán de novedades, que hace tanto tiempo agita a los pueblos, necesariamente había de suceder que el deseo de hacer cambios en el orden político se extendiese al económico, que tiene con aquel tanto parentesco. Efectivamente, los aumentos recientes de la industria y los nuevos caminos porque van las artes, al camino obrado en las relaciones mutuas de patrones y trabajadores, el haberse acumulado las riquezas en unos pocos y empobrecido la multitud, y en los obreros la más clara sensación de lo que su propio valer y poder han alcanzado, y la unión más estrecha con que unos a otros se han juntado, y , finalmente, la corrupción de las costumbres, han hecho estallar la guerra.
... Por esto, proponiéndonos como fin la defensa de la iglesia y el bien común... creemos deber escribir algo del estado y condición de los obreros...
Pero ella (la solución que demanda la verdad y la justicia) es difícil de resolver y la empresa no carece de peligro. Porque difícil es dar la medida justa de los derechos y deberes en que deben ubicarse ricos y proletarios, los que aportan el capital y los que ponen el trabajo. Y peligrosa es una contienda que por hombres turbulentos y maliciosos frecuentemente se tuerce para pervertir el juicio de la verdad y mover a sediciones la multitud. Como quiera que sea, vemos claramente, y en esto convienen todos, que es preciso dar pronto y oportuno auxilio a los hombres de las clases modestas, pues que sin merecerlo se hallan la mayor parte de ellos en una condición desgraciada y calamitosa.
Pues, destruidos en el pasado siglo los antiguos gremios de artesanos y no habiéndoseles dado en su lugar defensa alguna por haberse apartado las instituciones y leyes públicas de la Religión de nuestros padres, poco a poco los obreros se encontraron entregados, solos e indefensos por la condición de los tiempos, a la inhumanidad de sus amos y a la desenfrenada codicia de sus competidores, hizo aumentar el mal la voraz usura, la cual, aunque más de una vez condenada por sentencia de la iglesia, sigue siempre, bajo diversas formas, la misma en su ser, ejercida por hombres avaros y codiciosos. Júntase a esto que los contratos de las obras y el comercio de todas las cosas están casi todos en manos de pocos, de tal suerte que unos cuantos opulentos y riquísimos hombres han puesto sobre los hombros de la multitud innumerables de proletarios un yugo que difiere poco del de los esclavos".
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