TEMA ENSAYO "FIRMITAS, UTILITAS Y VENUSTAS"

“Firmitas, utilitas y venustas” (firmeza, utilidad y encanto), son tres palabras que demuestran y connotan la estrecha relación que existe entre el lenguaje y la arquitectura, al punto, como decía Neumeyer, que “se han entrelazado hasta parecer una sola unidad indisoluble…”

Para Neumeyer “la arquitectura, como el lenguaje, es una manera de expresar significado; su éxito depende del punto en el cual aquello que se quiere hacer explícito y aquello de lo que se está discursando se encuentren en armonía con las herramientas lingüísticas de representación. El discurso es un acto de expresar pensamientos, de comunicar significado, así como un dibujo predetermina y anticipa una obra en la realidad”.

Al hablar de lenguaje estamos hablando de pensamiento, del pensamiento del arquitecto que proyecta en su interior el espacio de la forma arquitectónica, traducido en una simbología que integra la realidad con la imaginación a través de sus sentidos. Podríamos decir entonces que en la actualidad, la falta de humanismo en la arquitectura se debe a la carencia de sensibilidad cuando el arquitecto percibe el espacio que va a crear, cuando es incapaz de hallar en su interior la estrecha relación entre el lenguaje y la arquitectura, que es lo que le permite significar el espacio que imagina?

Siendo sinceros no existe una respuesta que desenmarañe los fuertes nudos que unen la representación derivada de la estrecha relación entre la razón, la lógica y la imaginación. El arquitecto y su genialidad son solo instrumentos del pensamiento humano, y su obra arquitectónica es una representación simbólica de la percepción dela realidad que lo envuelve, y de su intento por convertir en arte la manipulación del espacio que crea.

En síntesis, para Neumeyer, la arquitectura es el producto de lo que percibimos con nuestros sentidos y la manera cómo lo interpretamos y lo expresamos. Pero el hecho fundamental es la necesidad de formar arquitectos con conciencia cultural entorno a la arquitectura, o como Neumeyer lo expresó “arquitectos que no deseen despojar a la arquitectura de sí misma”, sino que “deseen de la manera más apacible remitirle nuevamente dentro de sí misma” tal como lo argumentó Goethe.

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