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TEORIA KEYNESIANA


Enviado por   •  6 de Julio de 2014  •  7.424 Palabras (30 Páginas)  •  299 Visitas

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TEORÍA KEYNESIANA, KALDOR Y DESARROLLO

Introducción

Nicholas Kaldor (1908-1986) fue uno de los más influyentes economistas de Cambridge, de Inglaterra. Además de profesor en Cambridge, fue consejero de las Naciones Unidas, de gobiernos laboristas británicos y de otros gobiernos de países subdesarrollados. Su obra cubrió temas sobre el crecimiento y el desarrollo, impuestos, monetarismo y teoría del equilibrio.

A igual que otros economistas de Cambridge, Kaldor fue crítico de la teoría neoclásica del capital. Si bien esto tiene implicancias para las discusiones sobre crecimiento y desarrollo, hubo también otros aspectos de la teoría neoclásica que fueron objeto de la crítica de Kaldor, y tienen consecuencias en las discusiones sobre desarrollo.[1]

Tal vez el más relevante, es que Kaldor fue crítico de la idea neoclásica sobre que el problema central de la economía es la asignación de recursos escasos entre usos alternativos. Kaldor sostiene que de esta manera se pone la atención en la “ley de las proporciones variables” (Marshall) o en la “sustitución limitada”, cuestiones que son elevadas a principios a partir de los cuales se elaboran los sistemas de precios y de producción, donde lo que importa fundamentalmente son las elasticidades de sustitución.

Kaldor afirma que este enfoque pasa por alto la esencial complementariedad entre factores de producción (como capital y trabajo) o la relación entre los diferentes tipos de actividades (sectores primario, secundario, terciario; relación entre agricultura e industria, etc.) que son más importantes que la sustitución para entender el cambio y el desarrollo económico. Si los factores de producción y las actividades son complementarias, no puede haber algo así como un equilibrio de pleno empleo, ya que a medida que se desarrolla el proceso de asignación de recursos y de producción, las posibilidades de producción de la comunidad de conjunto se incrementan, la productividad de los recursos no es la misma en todas las actividades, y la producción incrementada y la acumulación del capital son partes del mismo proceso (véase Thirwall, 1983 donde se discuten estos aspectos del pensamiento de Kaldor).

Por este motivo Kaldor sostiene que el concentrarse en la sustitución hace a la teoría del “equilibrio puro” carente de vida y dinamismo.[2] Es que no puede tratar el problema de los precios como señales o incentivos para el cambio. Por otra parte estos problemas no pueden ser solucionados, como apunta Thirwall (1983), introduciendo el tiempo como una dimensión o suponiendo tendencias exógenas, debido a que el desarrollo y el cambio no pueden predecirse, y las cosas no cambian a tasas constantes exógenas.

En el esquema neoclásico tampoco hay un enfoque en el cual el desarrollo sea dependiente del sendero de la evolución, y los recursos tienden a tomarse como “dados”. Obsérvese que en el texto deEnsayos sobre desarrollo económico que hemos seleccionado como bibliografía, Kaldor critica a la teoría neoclásica porque otorga demasiada importancia a la escasez de recursos en la explicación del atraso. Recuérdese también que en la teoría de las ventajas comparativas todo lo decide la dotación de factores, que aparecen como “dados”. Es un enfoque pasivo, que hasta cierto punto naturaliza el atraso. Y por último, la teoría del equilibrio general supone los rendimientos constantes, cuando la realidad es que las actividades industriales están sujetas a rendimientos crecientes.

La crítica de la ley de Say en Keynes

Según la teoría neoclásica, y la ley de Say, siempre hay un precio al cual la oferta iguala a la demanda, y los mercados se vacían. De manera que la producción sólo es restringida por los recursos, no por la demanda; es también la idea de Ricardo, que la demanda está limitada sólo por la producción. Según esta visión, provisto que los precios sean flexibles, hay plena utilización de los recursos.

Tal vez el objetivo central de Keynes en la Teoría General fue demostrar que la ley de Say no se verifica en el sistema capitalista. Dada la importancia de esta crítica para la conformación de la corriente poskeynesiana, repasamos sus puntos salientes.

En primer lugar la ley de Say no se cumple en el mercado de trabajo, porque, sostiene Keynes, a diferencia de lo que dice la teoría neoclásica, los trabajadores no pueden decidir cuánto trabajo ofrecer, según la evolución de los salarios reales. Es que en una economía monetaria los trabajadores no tienen manera de fijar el salario en términos reales con sus empleadores; si quisieran hacerlo estarían obligados a una recontratación permanente, y de hecho la economía no podría funcionar. Por lo tanto la curva de oferta de trabajo de los neoclásicos no tiene forma de concretarse. En consecuencia las curvas de oferta y demanda de trabajo no pueden fijar el nivel de empleo, y la teoría neoclásica del empleo (y la aplicación de la ley de Say a ella) no se sostiene.

En segundo término Keynes planteó que el aumento del ingreso no va acompañado del correspondiente aumento del gasto del consumo, debido a la propensión marginal decreciente del consumo. De manera que no toda oferta de bienes de consumo genera su correspondiente demanda.

En tercer lugar Keynes sostuvo que la tasa de interés no es determinada por las curvas de oferta de ahorro y demanda de inversión; y que la caída en la eficiencia marginal del capital, combinada con la preferencia por la liquidez, puede explicar que no siempre el ahorro fluya a la inversión. Subrayamos en este punto que, según Keynes, la tasa de interés no es el factor clave a la hora de tomar la decisión entre consumir y ahorrar.[3] El ahorro y el consumo no dependen, en el esquema de Keynes, de la tasa de interés, sino del ingreso. La tasa de interés jugará un rol en la decisión posterior, de cómo conservar los ahorros, si en dinero, o en bonos; razón por la cual la tasa de interés será un fenómeno monetario.

Por lo tanto, insistimos en esto, la tasa de interés en el sistema keynesiano –a diferencia de lo que se deriva de la ley de Say–, no garantiza que el ahorro fluya siempre a la inversión.

Esta crítica a la ley de Say es constitutiva de la corriente keynesiana de Cambridge. En particular Kaldor reivindica la crítica de Keynes a la idea de que la tasa de interés siempre iguala el ahorro con la inversión, y que provisto que la tasa de interés baje lo suficiente, la inversión no tiene razón para debilitarse. Pero agrega, con referencia a los países subdesarrollados, la cuestión de los salarios de subsistencia y sus consecuencias para que opere la ley de Say en las relaciones entre la industria y la agricultura. Un tema que está en la línea del pensamiento de

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