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TEXTO ARGUMENTATIVO SOBRE AUTORES Y SUS APORTES PEDAGÓGICOS


Enviado por   •  20 de Octubre de 2016  •  Ensayo  •  3.248 Palabras (13 Páginas)  •  1.615 Visitas

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En la materia Seminario de Teoría Pedagógica abordamos a veintiún autores que realizaron diversas aportaciones pedagógicas. Las realizaron por medio de diferentes teorías, métodos, propuestas, técnicas y experimentos; dichas aportaciones levantaron en su momento grandes controversias desde sectores políticos, hasta sectores conservadores. Las aportaciones de cada uno de los autores fueron basadas en las necesidades que cada uno de ellos detectó en la educación en su momento, con el fin de mejorarla para el beneficio de las personas.

                

En este ensayo abordaré a seis autores: Jean Jaques Rousseau, John Dewey, María Montessori, Ovide Decroly, Jean Piaget y Howard Gardner. Elegí a estos autores ya que considero que sus aportaciones han sido significativas y siguen vigentes en la educación:

Jean Jaques Rousseau era más bien un filósofo político, no un pedagogo, pero a través de su obra “Emilio” promueve pensamientos filosóficos sobre la educación, siendo este uno de sus principales aportes en el campo de la pedagogía. Consideraba que la principal razón de ser de la pedagogía es instaurar en la infancia el propósito de la libertad, mediante la actividad, aprender por la propia experiencia y no tanto por lo que le enseñen los demás. Una de las importantes claves de Rousseau es diferenciar a niños y adultos en cuanto a su aprendizaje. Hasta su época se educaba a los niños como si fueran adultos en pequeño. Para él la infancia tiene maneras de ver, de pensar, de sentir que le son propias igualmente en la adolescencia. Los maestros deben tener en cuenta esas diferencias, conocerlas y respetarlas. En la educación, el niño ha de permanecer en su naturaleza de niño. La educación, debe ser gradual. El educador debe esperar con confianza la marcha natural de la educación e intervenir lo menos posible en el proceso de la formación.

        

Rousseau planteó un  ideal  filosófico  y pedagógico sobre  la felicidad  individual y de la sociedad. Ello conllevaría una visión positiva del infante y de su curiosidad natural para aprender, que se adelantó a gran  parte de los principios de la pedagogía contemporánea. Esta visión positiva de sus potencialidades, apoyada por las constataciones en el campo  de la psicología y sus diferentes especialidades evolutiva, social, de la educación, etcétera.

En su pensamiento pedagógico, propone considerar dos etapas educativas: hasta los doce años  y posteriormente. Para  la primera etapa, la regla más  importante no es ganar tiempo sino  perderlo. Como  es evidente no es dejar  que el niño caiga en el ocio, no obstaculizando, perturbando o acelerando un  proceso natural de  maduración y actividad espontánea que  hay que  respetar. Por otra parte, el autor concede una atención importante a la educación de los sentimientos del niño,  que ha de tender a la utilidad y a la coincidencia de la felicidad  individual y del género  humano.

Considero importante su aportación, ya que actualmente encontramos en las escuelas numerosos  estudiantes  con  actitud negativa, desmotivados por el estudio y con actitudes problemáticas en la mayoría de los casos. Ante  ellos,  hay  un  discurso pedagógico que reclama sanciones y castigos sin que éstas tengan una  gran  eficacia, esto a consecuencia de que la visión positiva de Rousseau ha sido a veces mal entendida por muchos profesores confundiéndola con idealismo, permisividad y falta de rigor.  En este  contexto conviene recordar los planteamientos de algunos de los grandes pedagogos modernos sobre  la educación. En consecuencia, el sentimiento debe  educarse. Su pensamiento tuvo una gran influencia en la historia de la educación.

John Dewey fue filósofo, psicólogo y pedagogo estadounidense y para él la doctrina del interés es la base de la pedagogía. Su pensamiento se basaba en que no se puede suscitar artificialmente el interés por algo que no es capaz de suscitase por sí mismo. Es indispensable que la enseñanza se base en intereses reales. Por otra  parte, es importante mencionar que el interés no es un dato  fijo y estático, ligado  como está a la actividad cambia y evoluciona al complicarse y enriquecerse con la actividad misma. Por eso es un error  detenerse demasiado a considerar los intereses fijándolos en sus formas  actuales pues, en efecto, es necesario obligarlos a que evolucionen suministrándoles todas las ocasiones posibles para traducirse en actividades conexas.

Para Dewey, el proceso educativo tiene dos aspectos: uno  psicológico, que consiste en la exteriorización y el despliegue de las potencialidades del individuo y otro  social, que consiste en preparar y adaptar al individuo a las tareas que desempeñará en la sociedad. En las sociedades modernas es imposible predecir con exactitud lo que será la educación dentro de veinte años,  y que es imposible preparar al niño para  enfrentar un orden posible  de condiciones, prepararlo para  la vida futura significa que debe hacerse dueño de sí mismo. Por lo tanto, de los dos factores de la educación el psicológico es el fundamental y la personalidad individual es el único agente de progreso efectivo, y para  desarrollarla por completo la educación debe asumir una fisonomía y un carácter sociales.

En cuanto a las propuestas metodológicas, se resistió a formular métodos didácticos precisos, considerando que el verdadero método de enseñanza se identifica con el método general de la investigación, llevada  a cabo por grupos de estudiantes bajo la tutela y orientación del educador.

En  coherencia con estos  planteamientos, la vida activa y social del niño debe ser el centro alrededor del cual se organizan progresivamente en diversos materiales, en primer lugar, los que lo familiarizan con su ambiente, en el tiempo y en el espacio, después los que proporcionan instrumentos propios para ahondar en los primeros. Pero las actividades manuales, expresivas o constructivas seguirán siendo el centro de correlación de todos los estudios y observaciones. Así, para Dewey el aspecto científico, el técnico y el artístico están íntimamente fundidos en las primeras actividades del educando.

En conjunto, el legado  teórico  y práctico de Dewey constituye, por su actualidad, originalidad, variedad y profundidad, una herramienta útil para  pensar y actuar en los nuevos  escenarios sociales,  culturales y educativos.  De todo  lo anterior, se deduce la importancia de su  obra  pedagógica, construida en torno al valor de la experiencia protagonizada por los estudiantes en la enseñanza y a su inclusión en el medio  social y cultural. También tiene  una gran  utilidad para  situarnos ante  los retos educativos actuales de una  manera más lúcida, crítica y práctica.

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