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TOXICOLOGIA


Enviado por   •  16 de Febrero de 2014  •  2.002 Palabras (9 Páginas)  •  336 Visitas

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Etimología[editar]

La palabra toxikon procede del griego moderno y significa veneno de las flechas usadas en la caza en la antigüedad. Las puntas de las flechas se preparaban con material contaminado con bacterias, por ejemplo con pedazos de cadáveres o venenos vegetales incluyendo la piel de unos animales, con la intención de acelerar la muerte de los animales. Como venenos vegetales utilizaban plantas que provocaban inflamaciones, que lesionaban el corazón o paralizaban los músculos o la respiración. Por lo tanto la toxicología es el estudio de los efectos nocivos causados por las sustancias químicas sobre los seres vivos.

Los estudios toxicológicos permiten establecer el perfil de seguridad de un compuesto dado.

Historia[editar]

Se han encontrado puntas de flecha del Paleolítico impregnadas en sustancias tóxicas con efectos para la caza. En la Edad del Bronce se hacen alusiones al fruto de la adormidera Papaver somniferum.

Durante la Antigüedad, bajo la dominación sumeria en Mesopotamia se describen conocimientos sobre el ranúnculo, la ephorbia y la belladona. En Palestina, Salomón describe la toxicidad de la embriaguez. Moisés describe en la Biblia el cardenillo, depósito de sulfato de cobre, de color azulado, que se forma sobre las cubiertas y recipientes de cobre.

En el Egipto Antiguo la casta sacerdotal es la que conoce y posee los venenos. El Papiro Ebers (1500 a.C.) presenta las primeras referencias escritas explícitas sobre venenos, describiendo el opio, el acónito y metales tóxicos como el plomo. El Papiro Saqqara describe el efecto y la dosis letal de las almendras amargas, 70 almendras para un adulto y 10 para un niño. Posteriormente se descubre que estas almendras contienen compuestos azufrados del cianuro.

En Grecia es el Estado quien controla y usa el veneno como arma de ejecución. Platón describirá a sus discípulos la muerte de Sócrates, condenado a beber la cicuta. Hipócrates, siglo V a.C. describe los principios de la toxicología, haciendo también referencia al control de la absoción del tóxico. Describe el cólico saturnino de la intoxicación por plomo, también llamada saturnismo, por el dios Saturno. Nicander Colofón enseña a sus discípulos dos poemas: Alexipharmaca, sobre las propiedades tóxicas de determinadas sustancias y Theriaca, sobre antídotos y tratamientos para esas sustancias.

Cabe destacar el caso de Mitrídates VI, siglo II a. C., rey del Ponto, que tenía miedo a ser envenenado, por lo que tomaba regularmente pequeñas cantidades de sustancias tóxicas para habituarse a ellas y tratar de hacerse inmune. Cuatro siglos después Galeno describe que llegó a tomarse hasta 54 sustancias venenosas en pequeñas cantidades. Posteriormente, al verse acorralado por sus enemigos trató de suicidarse usando venenos, pero no pudo morir y padeciendo grandes sufrimientos tuvo que quitarse la vida con una lanza o una espada, según versiones. Así se llama mitridatismo al fenómeno por el cual, algunos tóxicos, tras una exposición a bajas dosis y tiempo prolongado, necesitan aumentar su concentración o dosis para poder provocar el mismo efecto tóxico que antes.

En la Roma Clásica el veneno se encuentra en manos de los poderosos, generales, políticos y aristócratas. Aun así había plebeyos que se dedicaban de forma profesional al envenenamiento. Destaca el caso de Locusta, esclava condenada a muerte que fue contratada por Agripina para matar al emperador Claudio. La ley cornelia, obra de Lucio Cornelio, establece penas y castigos a los envenedadores, a muerte en el caso de los plebeyos y confiscación de bienes si te trata de un patricio el condenado. En Pompeya se han encontrado sortijas y vasos con receptáculos para contener venenos. Dioscórides, en su De Materia Medica, describe un gran grupo de plantas con propiedades tóxicas e intenta hacer una primera clasificación de los venenos.

Desde el año 364 d.C. hasta el Renacimiento hay una gran difusión del veneno con fines criminales, no en vano en Europa siete Papas y nueve sucesores para el Sacro Imperio Romano Germánico fueron envenenados. En la Alta Edad Media destacan el persa Avicena, quien recoge en El canon de medicina la intoxicación por opio, y el sefardí Maimónides que escribe su Venenos y sus antídotos, donde por primera vez se describe que para tratar la picadura de serpiente se debía succionar el veneno. En el s. XV existía en Venecia el Consejo de los Diez, el cual realizaba un listado de víctimas que, dependiendo del rango social y la dificultad de aproximación a la misma, establecía el precio de los envenenamientos. Igualmente, cuando el encargo se había cumplido, en el registro se anotaba un "factum" (hecho, en latín). Del resto de Italia podemos resaltar a la familia Borgia como grandes usuarios de venenos. Destacar como anécdota curiosa que Ladislao, rey de Nápoles en el s. XIV, murió envenenado por su amante que llevaba el tóxico impregnado en sus genitales (absorción cutánea). En esta época se generaliza la figura del catavenenos y la idea de que el veneno era un arma de mujer (destacamos de nuevo a Lucrecia Borgia).

Paracelso en el siglo XVI enunció los principios básicos de la toxicología:

la experimentación (animal) es fundamental para conocer cómo se desarrolla la respuesta del organismo frente a la sustancia tóxica.

distingue la propiedad terapéutica de la propiedad tóxica de una sustancia

"dosis sola facit venenum", esto es, la dosis es determinante para la toxicidad de la sustancia.

En Sicilia se amplió mucho el uso de venenos, destacando el "Acqua Tofana", a base de hidruro de arsénico y cantáridas. Cuenta la leyenda que Julia Tofana era una viuda siciliana que había hecho su fortuna casándose y envenenando a su marido (o maridos, no es clara la leyenda) para posteriormente vender al mejor postor la receta de su agua, receta que incluso llegó a manos del médico de Carlos V. También en Italia, Catalina de Medici tuvo tal fama de envenenadora que recibir un regalo suyo era tomado directamente como un intento de envenenamiento. En Francia podemos destacar de este período a la Marquesa de Brinvilliers y a una cortesana conocida como La Voisien, implicada en un intento de envenenamiento de Luis XIV. Se decía en los mentideros de la época que ambas eran discípulas de la propia Catalina.

Ya en el siglo XVIII con el desarrollo de la ciencia, el veneno se difunde entre todos los estratos sociales y se comienza a estudiar desde un punto de vista más científico. Así destaca por encima de todos Mateo Orfila, nacido en Mahón,

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