Teologia De La Liberacion

Teología de la liberación Caracas, Venezuela - La Teología de la Liberación nació crucificada en la confrontación bipolar de la guerra fría. Desde los pobres de América Latina, la TL denunciaba, con razón, los regímenes y el capitalismo concreto que les negaban la vida digna. Y proponía, con poco análisis crítico, el socialismo como solución. Sin querer, entraban en la guerra de sistemas y potencias para salir crucificados.Karol Wojtyla, viniendo de las dictaduras comunistas y del ateismo del “socialismo real”, mal podía desear que América Latina abrazara un sistema similar. Luego, ni la alternativa político-cultural-religiosa al comunismo de Polonia ha sido lo que soñaba el Papa polaco, ni las alternativas socialistas en el Tercer Mundo se correspondieron a las ilusiones de algunos teólogos de la liberación.El Papá frenó la TL con un documento del en ese entonces cardenal Ratzinger (actual Papa) con advertencias y cautelas razonables, pero a ese documento se le escapa el sentido positivo cristiano y espiritual profundo de los anhelos liberadores de más de 100 millones de pobres latinoamericanos que sienten que su Dios no es aliado de la opresión que niega su vida. La Iglesia católica no supo acompañar el frenazo a la alternativa socialista, con una acción positiva para encontrar otras vías efectivas en pro de la dignidad de los pobres. El miedo al “comunismo” y a la TL llevó a la benevolencia vaticana hacia gobiernos anticomunistas muy poco recomendables y, desde esa visión, se hicieron nombramientos de prelados con poco liderazgo espiritual y pastoral, mientras otros fueron desautorizados y los mártires cristianos de la liberación poco reconocidos. En la formación del clero se echó de menos una fuerte espiritualidad evangélica y social. Los empresarios y profesionales cristianos no fueron orientados y exigidos para, aliándose en serio con los pobres, construir juntos sociedades más justas. Juan Pablo II tuvo palabras y gestos significativos para los pobres, hizo denuncias, en sus visitas con anuncios esperanzadores para los “sin tierra” en Brasil o para los oprimidos de la dictadura de Duvalier en Haití; pero durante su pontificado la situación empeoró y el continente más católico del mundo tiene los contrastes más escandalosos de pobreza-riqueza. La espiritualidad de los pobres vive a Jesucristo como liberador que rechaza todo lo que les niega la vida (falta de escuela, comida, trabajo, dignidad, derechos humanos) y la esperanza para sus hijos. Parece casi imposible que un teólogo fiel al Evangelio pueda defender una teología no liberadora. Se puede ser conservador en teología, pero ésta no puede ignorar a los pobres, y su dignidad.El deseo de fórmulas salvadoras redondas llevó a algunos de TL a sacralizar el socialismo y excusar como defectos circunstanciales menores lo que son graves enfermedades del modelo sociopolítico. Ninguna teología puede bendecir un orden político ni presentar

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