Traducido por fmaryd Corregido por AMDU Seis meses después
Enviado por aleurbina_91 • 12 de Noviembre de 2015 • Tarea • 2.978 Palabras (12 Páginas) • 212 Visitas
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Gabby
Traducido por fmaryd
Corregido por AMDU
Seis meses después
El clic de mis tacones favoritos golpeando contra el piso de mármol hacía eco mientras me pavoneaba tremendamente en la sala de espera gigante y ostentosa. ¿En verdad era necesario gastar tanto dinero en un lugar donde la gente esperaba hasta que los llamaran para su cita? Lo único que necesitaba antes de mis citas era una revista Cosmo, y esta chica estaba lista. Pero el lema de Douglas siempre fue gasta más o vete a casa. Al menos, eso era lo que parecía.
Me había estado maldiciendo mentalmente por días por no ser capaz de inventar una mejor excusa para salirme de esto. Odiaba que apestara en inventar excusas. Siempre ha sido una de mis mayores debilidades, y es probablemente por lo que acabo metiéndome en las situaciones más jodidas.
Una secretaria joven y rubia estaba sentada detrás de un gran escritorio en el frente de la habitación y hablando animadamente por el teléfono pegado a su oído. Comencé a moverme hacia ella porque no tenía la menor idea de a dónde ir. Nadie me había dado alguna instrucción sobre qué hacer. Solo me habían mandado por email un manual e informado que estuviera aquí a las ocho en punto; solo eso.
Estaba a solo unos cuantos pasos de mi destino cuando atrape un vistazo de algo y casi me tropecé con mis dos pies. Equilibrándome, cerré mis ojos, rezando que estuviese soñando, y volviéndolos a abrir antes de mirar al origen de nuevo.
No, definitivamente no estaba soñando.
Lo iba a matar.
Me doy la vuelta, desviándome de la única persona sola sentada en el área de la sala de espera, mi sangre hirviendo más con cada paso.
―¿Qué demonios estás haciendo aquí? ―siseo entre mis dientes, acosándolo. No se suponía que estuviese aquí. Se suponía que debía de estar a miles de kilómetros de mí. El estando aquí echaba a perder todo lo que había planeado, y no estaba preparada. Cuando llegara este día, había planeado tener todo un discurso y preparado un plan de escape.
Un par de ojos azules como el mar me miran de cerca.
―Podría hacerte la misma pregunta ―respondió, con voz plana. Obviamente, estaba tan entusiasmado de verme como yo a él; al menos estábamos en la misma página.
―Trabajo aquí ―respondí, colocando mis manos a los lados de la curva de mi cadera. ¿Por qué demonios estaría aquí? Definitivamente no era para hacerle una visita a la gente que desprecia mi existencia.
La esquina de su boca se retorció y se acarició fuertemente su mandíbula.
―Interesante.
Lo miro, estrechando mis ojos pero aun tomando tiempo para casualmente mirarlo de cerca. Un traje negro nuevo estaba cubriendo su fuerte estructura del cuerpo con una corbata azul cielo colgando de su pecho que combinaba con sus ojos. Su cabello castaño claro, estaba más corto que la última vez que lo había visto, ya no cayendo en sus ojos y viéndose más arreglado.
―¿Y porque es interesante? ―no había nada interesante en ellos. La mejor palabra era horripilante.
Inclinó su cabeza de lado.
―Parece que estamos aquí por la misma razón. Hola, colega nueva ―su brazo se estiro, y saco su mano para que la estrechará. Quería desgarrar ese brazo fuerte y musculoso de su cuerpo y aventarlo por la ventana que está directamente detrás de él.
Han pasado seis meses desde la última vez que vi al idiota, ¿y ahora se supone que vamos a trabajar juntos? Infernos no. Mi puño ansió golpear al idiota pomposo en su rostro bonito y perfecto. Ningún rostro debería de ser tan bonito; necesitaba arreglar eso.
―No podemos trabajar juntos ―respondí, ignorando su mano.
Miro hacia abajo a su mano y la regreso a su lado.
―¿Y exactamente porque es eso, Gabby?
El idiota me estaba probando. Mire alrededor de la habitación, notando que ahora teníamos la atención de la secretaria, y baje mi voz.
―Sabes porque ―rompí, con voz titubeante. Necesitaba aplastar esto antes de que termináramos dando un espectáculo, y fuera nombrada como la puta de la oficina antes de golpear con mi primera carta.
Se acercó, su voz rasposa
―¿Es porque te he visto desnuda? ―mi boca de repente se secó. ―¿O porque se cómo se siente al estar dentro de ti? Sé cómo se siente tener tu caliente coño envuelto alrededor de mi pene.
Parpadee un par de veces mientras mi boca se quedó abierta. ¿En serio acababa de decir eso? Escalofríos llegaron a mi cuerpo provocando que me saliera piel de gallina. Gracias a Dios, había decidido usar una blusa de manga larga, o habría sabido que tanto me habían afectado sus palabras. Trague, queriendo golpear al idiota pero al mismo tiempo queriendo montarlo a horcajadas desnudo.
―Eres un idiota ―gruñí, preguntándome en cuantos problemas me metería si agarraba uno de sus ojos azul cielo con mis tacones. Quizás me despedirían, y al mismo tiempo podría quitar unas cuantas cosas de mi lista de problemas.
Su dedo índice se movió con lentitud al lado de su boca.
―Así que vamos a entender esto. Follamos después me ignoraste por completo. No llamadas, ni mensajes, nada. Oh, si ―una risa molesta escapo de su garganta. ―¡También olvidaste mencionar el hecho de que aun eras una maldita virgen! ¿Pero yo soy el idiota?
Asentí, cruzando mis brazos sobre mi pecho.
―Algo así.
Alzó sus manos al aire.
―Eres jodidamente increíble.
No era estúpida. Sabía que llegaría el día en que finalmente tendría que enfrentarlo. Puede que haya sido muy ingenua al darle mi virginidad tambaleándome. Eso fue porque fui lo suficientemente tonta de romper la regla más importante de un revolcón de una sola noche: asegurarte de jamás ver de nuevo a la otra persona. Inmediatamente decidí despreciar los revolcones de una sola noche.
―Estaba borracha ―explique, saliendo volando las palabras de mi excusa de mierda. Jesús, sonaba como el cliché de una chica de universidad que se había encontrado a si misma desnuda en el sillón de la más famosa fraternidad.
―Ambos estábamos borrachos ―corrigió. ―Y, corrígeme si estoy mal, pero tú fuiste la que vino a mí. Entraste en mi habitación y subiste a mi cama. Sé que no estabas tan malditamente borracha para olvidar esa parte.
Tan mal como quería negar la acusación del idiota, tenía razón. Esa noche, él era la única cosa en mi mente borracha.
―Lo que sea ―me queje. ―Y no te preocupes, no le voy a decir a nadie de tu preciosa pequeña familia. Por lo tanto, no sentí la necesidad de responder tus llamadas ―sabia la verdadera razón por la que seguía llamando. No quería que supieran que se había acostado con la hija de la zorra quita maridos que odiaban. Ya tenían una vergüenza para su familia; no podían tener otra.
...