UN FETICHE AVASALLADOR

Por: ANTONIO ARAUJO CALDERON.

¿Valemos por lo que somos o por lo que tenemos? El planteamiento de este tema ha sido objeto de discusión todos los tiempos. Yo me pregunto si lo que he realizado desde que tengo uso de razón, o lo que tengo planeado realizar como proyecto de vida, es o será producto del ejercicio de mi libertad o es basado a las ganancias, o al deseo de solo tener para valorizarme, todo es el triste resultado del movimiento de los hilos que el destino, la naturaleza o como suele llamársele, haga de mi vida. Para muchos hay la creencia de que todo está determinado y escrito en el libro de Dios y no queda más que la resignación, para otros en el extremo opuesto piensan que el hombre es completamente libre de hacer lo que le plazca. En fin hay toda una gama entre estos extremos. Cual es pues su realidad, existe lo que se llama libertad y que es este concepto. En las líneas que siguen trataré de aclararlo.

Puede parecer extraño que san Agustín coloque en el tercer lugar de los veintitrés consejos que da a los jóvenes el evitar el amor desordenado a las riquezas. Les dice: «Ten siempre presente que la obsesión por el dinero es veneno que mata toda esperanza».

Para unos el dinero significa la ausencia de problemas; otros encuentran la libertad en el; para muchos el dinero es poder decir y hacer lo que mejor les parece; para otros es no estar esclavizado. Tener poder por medio del dinero es tener la libertad de obrar o no obrar según su inteligencia y antojo, es el estado o condición del que no está prisionero o sujeto a otros.

Como se aprecia el poseer grandes cantidades de oro o dinero, como lo menciona William Shakespeare, en su Timon se Atenas, el dinero tiene un concepto amplísimo, ya que puede referirse a las cosas materiales del mundo, al mundo religioso, al mundo de la cultura, al mundo de la política. Según el autor: Francois Rabelais, si algún concepto hay cuyos atributos sean infinitos, inagotables, ese concepto es el dinero.

En la actualidad el hecho de tener poder a través del dinero, ha conllevado a perdida de muchas vidas, perdida de principios rectores que en tiempos anteriores nuestro antepasados inculcaban a sus generaciones, la gente de este siglo va sin freno a la búsqueda del dinero, del poder que este otorga, a cualquier precio lo buscan, conllevando una destrucción violenta a su paso, es lo que hemos podido apreciar desde que tenemos uso de razón, el deseo de poder, el deseo de riquezas, es lo que se ha grabado en la siquis del ser humano en este gran avance mundial.

Aquellos que poseen dinero y peor aún aquellos que hacen lo que sea por conseguirlo su libertad moral se cambia por su actuar.

Se ha discutido mucho sobre los efectos en la motivación que el dinero produce. Evidentemente no nos referimos al dinero como un fin, sino como un medio de conseguir bienes y servicios, además de, no lo olvidemos, poder. No es el lugar para discutir si el dinero da poder o es el poder el que permite hacer dinero, pero el poder, el estatus, la relevancia en un grupo, la capacidad de influir en los demás, es definitivamente un factor a tener en cuenta cuando hablamos de motivación y felicidad.

El factor clave para que un incremento (o disminución) del dinero que poseemos, de nuestros ingresos, tenga efectos en nuestra psicología emocional y nos motive a hacer algo o nos haga sentir mejor, es la situación inicial de riqueza de la que partimos. Si a una familia que no puede pagar su hipoteca se le aumenta la renta para que pueda llegar a fin de mes, la felicidad de este incremento de dinero es clara.

Los humanos nos sentimos felices si somos amados, si podemos amar, si nos podemos realizar como profesionales y si en nuestro círculo social disfrutamos de prestigio en una determinada área. Pero para poder disfrutar de esta situación primero hay que poder comer. Parece una evidencia,

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